El pulso constante entre la Administración Trump y China a cuenta de los aranceles comerciales ha despertado la alerta de mar de fondo en el comercio mundial
A lo largo de la historia, el proteccionismo ha ido en muchas ocasiones de la mano del nacionalismo.
Los economistas recuerdan que en 1930 el Congreso no tuvo en cuenta los consejos de los economistas que instaban a rechazar la Ley Hawley-Smoot.
Es cierto que la política económica de Donald Trump ha girado hacia los ricos y parece incoherente, pero engarza con el proteccionismo tradicional de los EE.UU.
Raramente una decisión política ha sido tan visiblemente idiota como la medida proteccionista tomada por Donald Trump sobre las tasas aduaneras.
Ante la amenaza de perder la hegemonía mundial frente a China, el gobierno estadounidense ha pasado a cuestionar el libre comercio.
Durante mucho tiempo los aranceles fueron el instrumento más habitual de proteccionismo.
“Una guerra comercial, es siempre perdedor-perdedor”.
Las declaraciones de Donald Trump han puesto a plena luz la cuestión del proteccionismo.
Las diferentes cuestiones consideradas en el presente trabajo, conducen a por lo menos cinco grandes conclusiones, que pasamos a exponer a continuación: la primera conclusión tiene que ver con la naturaleza histórica de la crisis y de su profundidad.
En la última década, el mundo ha visto un flujo sin precedentes de capital prestado a los mercados emergentes y a los proyectos de infraestructura incentivados por el aumento anormal de la oferta de dinero y por los tipos bajos en los EEUU.
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