jueves, 18 de abril de 2024
logo economy journal
< ver número completo: Proteccionismo
Redacción

​Por qué Donald Trump está equivocado al querer el regreso del proteccionismo

Proteger a algunos para empobrecer a la mayoría. Raramente una decisión política ha sido tan visiblemente idiota como la medida proteccionista tomada por Donald Trump sobre las tasas aduaneras.


Aluminio


La gran noticia de estos últimos días ha sido la apresurada decisión de Trump de imponer tasas aduaneras al aluminio y el acero. La noticia nos ha llenado de gozo. Buscábamos un ejemplo -inalienable, indiscutible y espléndidamente cretino- para ilustrar el verdadero funcionamiento de un gobierno. Donald acaba de ofrecérnoslo.


OSTENSIBLEMENTE IDIOTAS


Es una tarea difícil picar sobre el terreno ingrato y rocoso de las políticas públicas, sacudir la porquería meliflua de los deseos, las ilusiones y del fraude…, para sacar a la luz la corrupción y la estupidez que se encuentra debajo. Quisiéramos agradecer igualmente al secretario de Comercio Wilbur Ross y al consejero Peter Navarro por su contribución a ello. Porque han sido los que han sacado las tonterías a la superficie. Resulta raro que personalidades políticas se muestren tan ostensiblemente idiotas y con tan poco ingenio… defendiendo teorías tan abiertamente insensatas. No han facilitado la tarea. Gracias, de nuevo.


Aquí, en Argentina, las barreras comerciales existen desde hace mucho tiempo. Hace algunos años, por ejemplo, era imposible obtener neumáticos para nuestros tractores. Los fabricantes de neumáticos argentinos estaban protegidos por las tasas aduaneras. 


Si se quería comprar un neumático, había que comprar los neumáticos fabricados localmente, de calidad inferior. Salvo, por supuesto, si no fabricaban el modelo que se necesitaba.


Lo mismo en el caso de la electrónica. Aparentemente, la expresidenta Cristina Kirchner tenía amigos en el sur del país que fabricaban componentes electrónicos. Las importaciones de portátiles, i-Phones y otros aparatos estaban restringidas, aparentemente para ofrecer a las nuevas empresas locales la posibilidad de desarrollarse y competir con Apple, Samsung y Panasonic. Al entrar en el país, uno tenía que declarar con exactitud todos los móviles, i-Pads y portátiles que llevaba. Y peor para Ud. si no tenía todos los aparatos al irse.


GEMIDOS Y LAMENTOS PROTECCIONISTAS


Pero este es el tipo de cosas que puedes esperar de un "país de mierda", ¿No es así? La utilización flagrante del gobierno para transferir dinero desde las personas comunes a los bolsillos de los happy few, con buenas habilidades personales.


Un país moderno y civilizado es normalmente más sofisticado en sus manejos. Sus economistas sostienen que las barreras comerciales hacen bajar la producción, lo que desemboca en disminuir la riqueza disponible para las élites depredadoras. Es mejor permitir el libre comercio para engordar al cerdo, razonan, antes de rebanar el jamón.


En el caso que nos ocupa, el secretario de Comercio estadounidense Wibur Ross, hizo ir a un grupo de dirigentes del sector del acero y del aluminio a la Casa Blanca. Los compañeros gruñeron y se lamentaron, sin duda, sobre el hecho de que los canadienses son injustos, que los mexicanos tienen los costes bajos aún que los europeos, y que fabrican metales de mejor calidad.


Donald J. Trump, que es un guerrero, cogió el micrófono, y en cuestión de horas declaró una guerra comercial, afirmando que era muy fácil de ganar. 


Y, a continuación, lanzó esta observación hilarante: “Debemos proteger nuestro país y nuestros trabajadores. Nuestra industria siderúrgica está en mal estado ¡Sin acero, no hay país!"


En ningún momento fue abordado el verdadero problema: ¿Qué pasa para que los estadounidenses compren más al extranjero de lo que venden? Si Trump se hubiera tomado la molestia de mirar un poco más de cerca, habría comprobado que eso no tiene nada que ver con los acuerdos comerciales o la falta de barreras aduaneras.


EL PARAÍSO DEL CRÉDITO GRATUITO


Hasta los años 70, Estados Unidos era el primer exportador mundial. Luego, en pocos años, se convirtió en el primer importador mundial ¿Por qué? Porque ellos mismos cambiaron el sistema monetario en 1971. En lugar de fabricar a domicilio, comenzaron a comprar en el extranjero, pagando con el nuevo dinero barato. En lugar de ser una locomotora industrial, se transformaron en el paraíso del crédito gratis.


En lugar de promover verdaderos empleos con buenos salarios, anclados en la economía real, la economía ha sido falseada por los diplomados super-potentes de la FED, los canallas super-remunerados de Wall Street y los crápulas egoístas de los dos partidos que se revuelcan en el pantano excesivamente superactivo y super-endeudado de Washington. Los egoístas sinvergüenzas de ambas partes revolcándose en el remanso excesivamente agitado y excesivamente endeudado de Washington.


Pero Donald no se ha tomado la molestia de pensar en ello. De todos modos, si lo hubiera hecho, el Deep State no lo hubiera permitido hacer cualquier cosa. El verdadero objetivo del gobierno es, siempre y en cualquier parte, permitir a algunos explotar a la mayoría.


Es una vuelta atrás, una reliquia de una época desde hace tiempo superada, el vestigio de una cola prensil. 


El mundo moderno de la industria, del comercio y de las inversiones funciona con una lógica diferente: los acuerdos ganar-ganar. Sólo el gobierno -con sus batallas, guerras, tasas, tarifas, sus órdenes de hacer esto y sus prohibiciones de hacer aquello- continúan funcionando con un programa pre-civilización.


Una guerra comercial es un buen ejemplo de algo tan falso como una guerra contra la droga, una guerra contra el crimen o una guerra contra el terror. Ninguna merece la pena ser librada. Y ninguna puede ser ganada.


Una guerra comercial está concebida para recompensar a las élites a costa de los otros.


Se estima que no llegan a 200.000 el número de empleos en los sectores de producción de acero y aluminio de los EE.UU. Se les pueden añadir algunos miles de propietarios importantes. Y, lo que es todavía más importante, algunos centenares de compadres serios. Ahí es donde se encuentran los ganadores.


UN ELEVADO PRECIO A PAGAR


Como todas las actuaciones del gobierno no se trata de un acuerdo ganar-ganar. Es un acuerdo ganar-perder. Hay mucha más gente que utiliza el acero y el aluminio que gente que los produce. Ellos son los perdedores de primer nivel, los más visibles. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, utilizan una media de 1.500 kilos de acero en cada coche. El coste adicional forzará a aumentar los precios. Y es aquí donde están los perdedores de segundo nivel: los empleos bien pagados en la industria del automóvil.


El efecto sería el mismo si Donald hubiera impuesto una tasa sobre el petróleo. Prácticamente toda la actividad industrial de los EE.UU. depende de la energía y los metales básicos. Aumentan los costos del acero, del aluminio o de la energía y reducirán la competitividad. Huelga decir que un mayor daño a la industria estadounidense no hará más grande Estados Unidos.


Y no olvidemos los perdedores de tercer nivel: la totalidad o casi de la población USA, que pagará todo más caro, desde sus cañas de cerveza hasta sus herramientas de jardín. Un precio elevado a pagar simplemente para enriquecer a algunos compadres…



Matt Johnson. Contrepoints 
https://www.contrepoints.org

Anterior
Siguiente

THE ECONOMY JOURNAL

Ronda Universitat 12, 7ª Planta -08007 Barcelona
Tlf (34) 93 301 05 12
Inscrita en el Registro Mercantil de Barcelona al tomo 39.480,
folio 12, hoja B347324, Inscripcion 1

THE ECONOMY JOURNAL ALL RIGHTS RESERVED

THE ECONOMY JOURNAL

THE ECONOMY JOURNAL ALL RIGHTS RESERVED

Aviso legal - Política de Cookies - Política de Privacidad - Configuración de cookies

CLABE