Nacionalismo y Populismo son dos cuestiones que han cobrado interés general en esta etapa de la historia, caracterizada por la globalización.
La política en las poliarquías parece pivotar hoy alrededor de dos grandes tendencias: de un lado, los partidos del establishment, y de otro, los antisistema.
Cataluña, como viene siendo ya habitual en los últimos años, ha protagonizado estos trescientos sesenta y cinco días.
Los Estados se presentaban como fortalezas cerradas, protegidas por el principio de no injerencia.
El nacionalismo como fenómeno político de masas es algo muy reciente.
Una modificación territorial, como la separación de parte del territorio nacional para constituir un nuevo Estado, conlleva consecuencias en la Unión Europea.
La institución de la euroorden de detención y procedimientos de entrega se creó en 2002 por una Decisión marco del Consejo de la Unión Europea.
El 21 de marzo de 2018, la justicia española emitió una orden de arresto europea contra el presidente del gobierno regional catalán, Carles Puigdemont.
Con toda la tensión que se está viviendo por el tema de Cataluña, se esperaba con especial atención el discurso del presidente del del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Lesmes.
La política, como la propiedad y el dinero, sacralizados, gozan de un trato de favor legal que, solo ahora, comienza a agrietarse.
El Espacio de Libertad, Seguridad y Justicia consagra las reglas de confianza mutua, de reconocimiento mutuo de resoluciones judiciales entre los Estados miembros.
Hay razones para seguir manteniendo el optimismo europeísta pero no debe ignorarse una realidad no exenta de dificultades.
"Ubisocietas, ibiius”, reza un conocido aforismo latino: allí donde hay vida en sociedad existe el derecho.
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