sábado, 27 de abril de 2024
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Antonio-Carlos Pereira Menaut 

Catedrático acreditado de Derecho Constitucional, Universidad Santiago de Compostela. Catedrático "Jean Monnet" de Derecho Constitucional de la UE. Algunas publicaciones: "Lecciones de Teoría Constitucional" (diez ediciones en cuatro países), "El Ejemplo Constitucional de Inglaterra", "Doce Tesis sobre la Política", "Política, Estado y Derecho", "Resetting the EU Constitutional Engine" (coautor).

 

A esa pregunta, el supermercado constitucional ofrece respuestas varias, desde Puerto Rico y las colonias autogobernadas británicas hasta los estados unitarios centralizados, pasando por federalismos, autonomías, las regiones francesas o las islas Feroe. Así, lo esencial ya está inventado (aunque no todas sus combinaciones), y la historia es magistra vitae (aunque no dictadora de soluciones).

Dicho esto, en la realidad, como en el supermercado real, las opciones razonables no son tantas. Si descartamos la completa independencia (abandonar incluso la UE) y el completo centralismo (Portugal continental), sólo queda independencia en la UE, confederación, federación, autonomía y estado unitario light.
¿Cuál es mejor? El Derecho, ciencia de la realidad que dice si la vaca es de AuloAgerio o NumerioNegidio, no gusta de juicios abstractos ni en el vacío ('el mejor sistema del mundo es X'; 'la Constitución de 1812 era buena en teoría'). Con todo, en principio, el federalismo es más liberal (mayor división del poder), más constitucional (más sumisión a reglas) y más democrático (más gobierno del pueblo); sería la democracia de los territorios (de ahí que el Bundesrat sea el parlamento de los Länder). Incluso sin problemas territoriales, el federalismo apodera a los pequeños y acerca el gobierno a la gente.
Reconocemos, por tanto, una inicial preferencia federalista, pero con sentido común y sin dogmatismos. Irlanda -pequeña, monocéfala, culturalmente homogénea- no debe federalizarse porque nosotros lo digamos, pues, como dice el refrán americano, "si algo no está roto, ¿Por qué arreglarlo?". En cambio, en España, 'algo está roto' desde va a hacer 200 años, y la solución con menos inconvenientes podría ser el federalismo, en particular el norteamericano.
¿Federalismo o centralismo?
Ciertamente, el federalismo tiene problemas, pero su balance global es superior al del estado unitario. Incluso como mera forma de organización, serviría para cualquier territorio, mientras que el centralismo, no: en 1776 las Trece Colonias norteamericanas eran homogéneas y con poca población; incluso en Escocia o Galicia podría haber federalismo si lo desearan; bastaría aplicar autogobierno, subsidiariedad y pacto a todos los niveles.
Algunas objeciones al federalismo hoy corrientes en España se descartan solas: ¿Que es antieconómico? Compárese la lista del G8 con la de los PIGS. ¿Fractura las comunidades políticas? USA o Alemania tienen más cohesión que España ¿Es sólo para donde los estados miembros son grandes? Véanse Connecticut, Vermont o Rhode Island ¿Produce demasiados funcionarios? No más que Francia, Portugal o Grecia. Los no pocos centralistas magnifican primero los fallos (no escasos, sin duda) de las autonomías, y le oponen a continuación un inmaculado centralismo inexistente, sin parentesco alguno con el que España experimentó de primera mano.
No faltan argumentos en favor del centralismo, pero el hecho de que el estado unitario puro se bata en retirada, ya indica algo. Incluso Francia tiene sus modestas regiones no legislativas. Tampoco es que federalizarse sea eo ipso desarrollarse, pero muchos federalismos son ricos y muchos centralismos, pobres (aunque Chile es centralista y próspero, y no es el único). Muchos federalismos son económicamente competitivos y potentes culturalmente, pues liberan energías y crean 'nichos' que generan desde economía hasta música.
En nuestras actuales discusiones, a veces el rechazo al federalismo ignora la realidad. El proceso de integración europea demuestra que el federalismo abunda en principios e instituciones centrípetos: primacía, efecto directo, efecto útil, preclusión, flexibilidad de las competencias, cláusula de mercado único... La experiencia europea, como la de USA, Australia y otros, muestra que lo difícil es no centralizarse, pues, al revés que la confederación, la federación opta por la unidad y tiende a reforzarla, aunque, huelga decirlo, más despacio que el centralismo.

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