martes, 19 de marzo de 2024
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< ver número completo: EE.UU.-China, la guerra fría del siglo XXI
Matilde Mas

​Europa se queda en la cuneta en la carrera tecnológica

Catedrática de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad de Valencia

Durante muchos años las relaciones entre China y Estados Unidos fueron fluidas. En sus comienzos todo parecían ventajas. Para EE.UU., se abría un mercado inmenso que ofrecía enormes posibilidades de beneficio. Para China, el acceso a la tecnología norteamericana acortaba un camino muy largo y muy costoso hacia el progreso y el desarrollo de una economía muy atrasada. El problema es que las expectativas se cumplieron. El crecimiento de la economía china fue exponencial, y ahora se ve a China como una amenaza real que pone en cuestión el liderazgo tecnológico de Estados Unidos y, por ende, su liderazgo económico mundial.


Hong Kong


El informe World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional indicaba, en su número de abril de 2015, que el PIB de China ya había superado en 2014 al de Estados Unidos, desplazando el centro de gravedad de la economía mundial hacia los países asiáticos. Desde entonces, el ritmo de crecimiento de China no ha dejado de superar al de Estados Unidos. Los informes anuales de la Comisión Europea (CE) Análisis del sector TIC y su I+D en la UE y otros países ha venido confirmando –a partir de la información contenida en la base de datos Predict– los continuos avances del gigante asiático en un terreno muy sensible, el de las industrias productoras de nuevas tecnologías (TIC), y la I+D que en ellos se realiza.


El último informe, recientemente publicado, pone en evidencia el espectacular avance de las economías asiáticas emergentes en general, y China en particular, en un proceso que parece imparable.


China era en el último año para el que se dispone de información, 2016, el primer productor mundial de TICsy había superado ya el valor de la producción de Estados Unidos.


Para hacernos idea del avance baste con recordar que, en 1995, el valor añadido generado por el sector TIC en China era el 16,7% del de EE UU. En 2016 ya lo había superado, alcanzando el 102,8% ¡86 puntos porcentuales de aumento en 21 años! Sin embargo, hay que tener en cuenta que en la producción TIC china está incluida la fabricación de hardware diseñado en EEUU que se ha deslocalizado a China. Esta circunstancia reduciría la dimensión del avancepero, aun así, el crecimiento entre 1995 y 2016 sigue siendo impresionante.


En el mismo periodo de tiempo, la producción del sector TIC en la UE también aumentó, pero a un ritmo muy inferior: pasó del 69,1% de EEUU en 1995 al 79,6% en 2016, tan solo 10,5 puntos porcentuales. Esta es la otra parte del problema. En esta guerra entre los EEUU y China, la gran perdedora es la UE. Como ejemplo de su posición de atraso baste con constatar que entre las diez grandes empresas tecnológicas no hay ninguna europea, y hay cuatro asiáticas.


China, y también India, han hecho el recorrido desde el atraso económico hasta aproximarse a los estándares de los países desarrollados en un periodo muy corto de tiempo.


Es un crecimiento basado en la ventaja competitiva en costes, intensivo en mano de obra y con bajos salarios y, por tanto, también baja productividad. Es por ello por lo que suele argumentarse que su fuerza radica en haberse convertido en la gran fábrica del mundo. Sin embargo, este modelo de crecimiento parece estar cambiando a marchas forzadas. La muestra más evidente es la importancia que, sobre todo China, está otorgando a la inversión en I+D. Ya no se trata de copiar, sino de apropiarse de la parte grande del pastel y no solo de las migajas que dejan las actividades puramente manufactureras de ensamblaje de piezas, o la manufactura de los componentes con menor contenido tecnológico.


En EE UU, la ratio entre el gasto en I+D (BERD) y el Valor Añadido del sector TIC –lo que se denomina intensidad de la I+D– era el 11,9% en 2016, en la UE era menos de la mitad, el 5,2%. El problema es que mientras en la UE este porcentaje se encuentra prácticamente estancado desde comienzos de siglo, en China ha seguido una trayectoria espectacular. En el año 2006, primer año para el que se dispone de información, ascendía al 3,9% y en 2016 a 5,7%. Es decir, en tan solo diez años ha aumentado 1,8 puntos porcentuales, seis décimas más que la ratio española en 2017 (1,2%) y prácticamente el 2%, que es el objetivo (inalcanzable) para España.


Sin embargo, la ciencia en China presenta una debilidad que solo la democracia cura: su carácter jerárquico. Este dirigismo puede conducir a éxitos como el de poner un hombre en la luna, o la tecnología 5G antes que otro, pero a costa de dejara dos tercios del país en el siglo XVI hasta que les llegue su turno. A la larga, está demostrado que esla libertad del científico la que conduce a los descubrimientos disruptivos de largo alcance.


El líder indiscutible en términos de productividad en el sector TIC (y en prácticamente todos los sectores) es Estados Unidos.


En el año 2000, la productividad por hora trabajada en China era el 16% de la de EE UU. Tan solo 16 años después, había aumentado al 21%. Es cierto que las diferencias con respecto al líder son todavía notables, pero la importancia de su dinamismo queda patente al constatar que en este mismo periodo de tiempo la UE perdió posiciones al pasar del 85% al 69% de la productividad en EE.UU.


Ha sido esta trayectoria exponencial el detonante de la guerra que afloró con toda su crudeza con la Declaración de Emergencia de Trump, el 15 de mayo de este año, que prohíbe a las compañías estadounidenses hacer negocios con empresas extranjeras que pongan en riesgo la seguridad del país. Lo que Estados Unidos realmente quiere parar es lo que se conoce como “first-mover advantage”, o la ventaja del que toma la iniciativa. En el campo de las nuevas tecnologías no es infrecuente que el que primero mueve, sean países o empresas, no solo recibe enormes retornos, sino que sobre todo tiene la capacidad de fijar los estándares que los seguidores se verán obligados a aceptar. Esto ocurrió con la tecnología 4G, liderada por EEUU, y ahora se teme que ocurra lo mismo con la 5G que lidera China. El dominio inicial de la tecnología 4G fue la que permitió el liderazgo mundial de Apple, Google y otros gigantes norteamericanos.


China se ha aprendido la lección y ha invertido ingentes cantidades de dinero para desplegar las redes 5G en el mayor número de países posible.


España ha sido uno de los primeros. Vodafone ha anunciado la oferta de la tecnología 5G desde el 15 de junio. La red de Huaweiserá la encargada del suministro en 15 ciudades. Esto hecho plantea problemas de diverso recorrido. En primer lugar, constata que Huawei está disfrutando ya de las ventajas del “first mover” con lo que ello implica, especialmente en lo que respecta a las previsibles represalias de Trump. En segundo lugar, permitirá comprobar los riesgos que supone para la seguridad nacional que las comunicaciones estén en manos de empresas chinas, uno de los principales argumentos esgrimidos para aprobar la Declaración de Emergencia. En ambos casos la ausencia de una respuesta común consensuada en la Unión Europea nos deja en una posición bastante vulnerable. En tercer lugar, y pese a que los cambios llevarán tiempo, podremos conocer las maravillas que se asocian a esta tecnología, desde las intervenciones quirúrgicas realizadas por un robot dirigido a distancia, el transporte urbano teledirigido, y en general el control remoto de dispositivos, sin que apenas se perciba el tiempo que tarda entre que un dispositivo cualquiera envía una información, y esa información es recibida por otro dispositivo.


Desde la perspectiva económica, seguramente la consecuencia de más largo recorrido sea la avanzada por Richard Baldwin en su conocido libro The Globotics Upheaval, en la que el término Globotics es el resultado de la simbiosis entre Globalización y Robótica. Baldwin concibe un mundo en que precisamente la tecnología 5G y la drástica reducción del tiempo de respuesta al enviar o recibir datos, la denominada latencia, pondrá en serio peligro a los trabajos y profesiones en los sectores de servicios que hasta ahora se suponían protegidos de la competencia. Anticipa un mundo en el que los trabajos que requieren presencia personal, como los abogados, se verán sometidos a la competencia de profesionales residentes en otros países menos desarrollados. Estos cuasi-migrantes operarán en pie de igualdad con los locales gracias a dos tipos de avances: los logrados por la inteligencia artificial en los programas de traducción simultánea; y la latencia que proporciona la tecnología 5G. El mundo que describe de, por ejemplo, abogados de cualquier lugar del mundo participando en reuniones de trabajo a través de la realidad virtual en cualquier oficina del mundo no es más que una muestra de las amenazas que se ciernen sobre los trabajadores cualificados de los países desarrollados. No es pues sorprendente que tanto China como EEUU compitan ferozmente por hacerse con el “first move”.


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