lunes, 29 de abril de 2024
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< ver número completo: EE.UU.-China, la guerra fría del siglo XXI
Ismael de la Cruz

​Todas las repercusiones de la guerra comercial entre Estados Unidos y China

Analista mercados financieros

Trump avisó, amenazó y cumplió. Consideraba que tenía que poner punto y final a lo que ha denominado "trasvase no justo de tecnología hacia China" en perjuicio de la producción norteamericana. China reaccionó y amenazó diciendo que no se quedarían de brazos cruzados e implementarían aranceles análogos en intensidad y fuerza.


Wall street


Pero todo esto tiene su origen en marzo del pasado año cuando USA aplicó un gravamen extra sobre las importaciones de aluminio y acero. Esta decisión hizo estragos en la UE y reaccionó denunciando a Estados Unidos y a China ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Trump rectificó y dio marcha atrás suspendiendo los aranceles sobre importaciones que viniesen de Europa. A finales de marzo, Trump solicitó a la Oficina del Representante Comercial de USA que presentara una propuesta de aranceles sobre los productos chinos, hecho que como es lógico no gustó al gigante asiático que tomó reprimendas enseguida aplicando aranceles sobre 128 productos estadounidenses (aparte de demandar a los norteamericanos ante la OMC).


El tema es que a Trump le preocupa mucho que las empresas chinas adquieran un liderazgo tecnológico y pretende frenar a China en el tema del 5G y el gigante asiático necesita de empresas estadounidenses de semiconductores y componentes. Si a todo ello le añadimos que China está en camino de convertirse en la mayor economía del mundo y que este año superará a la zona euro en términos del PIB y que en los próximos dos años podría representar casi el 30% del crecimiento económico mundial, no es de extrañar la preocupación de Estados Unidos. Hay que ser consciente de que, si finalmente asistimos a una guerra total con represalias, las consecuencias serían tremendas, pero a nivel de comercio internacional. 


Tendremos que acostumbrarnos a la idea de que las posibilidades de un buen acuerdo comercial han disminuido significativamente y posiblemente ni siquiera se logrará.


La realidad es que imponer aranceles supone incrementar los precios de los bienes importados a Estados Unidos, pero claro, si a ello le sumamos que habrá reacciones con aranceles de China, Canadá y la UE, pues pasará más de lo mismo con los bienes exportados. Ello produciría unas sinergias delicadas que afectarían de lleno al comercio global y asistiríamos a una evidente pérdida de poder adquisitivo por parte de los consumidores. Se puede decir abiertamente que serían los trabajadores y los consumidores quienes se llevarían la peor parte. Así pues, los aranceles sobre las importaciones reducen y limitan el poder de compra de las familias porque el encarecimiento de los bienes comprados al exterior recorta su renta disponible, repercutiendo para mal en el consumo. Y no olvidemos que toda esta situación de incertidumbre originaría que las familias y las empresas ahorren más e inviertan menos, con lo que la economía caería. Un tema que Trump no suele comentar es que el proteccionismo también tendría otra consecuencia negativa para los norteamericanos, el aumento de la inflación, y si los aranceles se prolongan años o décadas, las inversiones se desplazarían a otras zonas geográficas. Además, hay que tener en cuenta el daño que se provocaría a la confianza del sector privado y la caída de las Bolsas que probablemente forzaría a los Bancos Centrales a realizar recortes de tasas de interés y otras medidas.


En Europa, saldrían perjudicados Irlanda, Reino Unido y Alemania. Respecto a España, decir que prácticamente el 7% de las exportaciones estarían expuestas a la guerra comercial. 


Sí, es cierto que somos de los países menos expuestos porque nuestras ventas al exterior se dirigen sobre todo a la eurozona, pero también es cierto que exportamos unos 18.000 millones de euros anuales a la zona "delicada", es decir, de nuestras ventas, el 4,8% van a USA (12.500 millones de euros) y el 2,3% a China (5.500 millones de euros).


Oxford Economics elaboró un informe muy interesante. Básicamente estima aranceles del 25% a todas las importaciones de China (y éstos toman represalias) el PIB de USA tendrá un impacto de alrededor del 0,5% y el crecimiento del PIB de China se reduciría en torno al 1,3% en el 2020, reduciéndose a un ritmo anual sin precedentes del 5%, mientras que el PIB mundial sufriría una pérdida significativa del 0,5%.


En el peor de los casos y que Trump con alcance un acuerdo comercial con China, el dinero saldrá de la renta variable y buscará protección en refugios como el yen japonés, el oro, la deuda pública, el dólar americano.

Pero no olvidemos que otro tema que también preocupa es la desaceleración de China, su actividad manufacturera se contrajo más de lo esperado en mayo (49,4 por debajo de 50 que es la zona que delimita contracción/expansión). Es un hecho que la cuestión de los aranceles desempeñó un papel importante en la reducción de los pedidos, la demanda de China y en la confianza de los consumidores y las empresas.

En el peor de los casos y que Trump no alcance un acuerdo comercial con China, el dinero saldrá de la renta variable y buscará protección en refugios como el yen japonés, el oro, la deuda pública, el dólar americano.


Los efectos no se han hecho esperar:


La deuda española bajó a mínimo histórico y la alemana también, el bono de USA a 10 años podría caer por debajo del 2% por primera vez desde finales de 2016. Es una tónica general, los rendimientos de vencimiento similar en Australia y Nueva Zelanda cayeron a niveles récord, mientras que los rendimientos a 10 años en Japón igualaron un mínimo de tres años de -0.1%.


El índice MSCI Emerging Markets entró en una corrección en el mes de mayo con un descenso del 10% desde mediados de abril. Y es que los mercados emergentes, especialmente en Asia, se encuentran bajo presión en múltiples frentes con la guerra comercial entre Estados Unidos y China que afecta a las cadenas de suministro en toda la región, mientras que un fortalecimiento del dólar presiona las exportaciones.


Es probable que el yen japonés se beneficie más aún si cabe de las tensiones comerciales, de hecho, ha ganado en el mes de mayo un +2% frente al dólar y es de las mejores divisas del G10. Podríamos seguir viendo al yen fortalecerse frente al euro y frente al dólar y si no se suaviza el enfrentamiento, asistir a más caídas en eur/jpy y en usd/jpy (concretamente en este último no se descarta que pudiéramos ver en el peor de los escenarios la zona de 105).


Hay una serie de compañías en Europa, Estados Unidos y Asia que se ven afectadas plenamente por este tema, de manera que es mejor evitarlas. La lista es amplia, de manera que la resumiré un poco:


Europa: la ítalo-francesa STMicroelectronics una de las principales empresas en el mundo en el desarrollo de semiconductores, la alemana Infineon, una de las mayores fabricantes de chips de Europa y la austríaca AMS.


Wall Street: Intel, Qualcomm, Xilix, Broadcom, Skyworks Solutions, Qorvo, Analog Devices, Apple depende de China tanto para fabricar como para vender los iPhone y una guerra tecnológica le puede golpear con intensidad, NeoPhotonics.


Asia: Sunny Optical Technology y Q Tech.


China tiene un as en la manga para hacer daño en su ofensiva, las denominadas «tierras raras», elementos imprescindibles para la fabricación de productos tecnológicos, y la clave aquí radica en que USA importa de China el 80% de estos materiales. Para matizar, se trata de 17 materiales presentes en cada dispositivo electrónico del mundo, fundamentales para el desarrollo de las energías renovables, utilizados en motores diésel y coches híbridos, en la fibra óptica, en los discos duros de los ordenadores, en los sistemas de armamento utilizados por el ejército norteamericano. 


La clave es que China tiene el 47% de las reservas naturales de tierras raras (44 millones de toneladas) y controla el 90% de su producción y comercialización. 


Es por ello que hace 27 años el presidente chino soltó una frase lapidaria: "Oriente Medio tiene petróleo, nosotros tenemos tierras raras". Recientemente un miembro del Partido Comunista Chino (PCC) dio en el clavo con otra frase: "la producción de tierra raras nos ayudará a controlar la sangre vital del sector de alta tecnología de los Estados Unidos".


¿Todo esto podría llevarnos a una guerra de divisas? Si China decidiese dar el primer paso y comenzar una guerra de divisas, lo que haría sería dejar caer el valor del yuan, pero eso podría tener un impacto deflacionario en todo el mundo, ya que un dólar más fuerte restringiría la liquidez global. De momento, el Banco Popular de China dice que no piensa en ello (al menos ese es el mensaje oficial de cara al público). El problema es que Trump es de gatillo fácil. De todas maneras, tampoco sería algo insólito en Estados Unidos, hace 19 años intervino vendiendo dólares junto con otros países del G7 en favor del euro. Y hace 8 años fue al revés, intervino comprando dólares para que el yen japonés no se fortaleciese demasiado tras el tsunami que asoló al país nipón.

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