martes, 19 de marzo de 2024
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Jaime Ensignia

China-EE.UU.: Guerra fría siglo XXI

Sociólogo. Doctor en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Libre de Berlín

CONTEXTO


En el cumplimiento de las promesas electorales de Trump y con su eslogan America First se podría señalar sucintamente lo siguiente: ha sacado a los EE.UU. del Acuerdo Climático de París y del TPP; ha rebajado los impuestos a la "clase" media y a los empresarios, favoreciendo por cierto a estos últimos; ha establecido barreras más drásticas para la entrada de migrantes, llegando a violar los DDHH, al separar a los padres de sus hijos; ha reconocido Jerusalén como la capital de Israel; ha estrechado sus relaciones con Putin y al mismo tiempo se ha alejado de sus aliados tradicionales de la Unión Europea; ha denostado y debilitado la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e inició el camino tendiente a la protección de la industria nacional con la elevación de aranceles a los productos chinos y de otros países; le resta finalmente, construir definitivamente el prometido Muro en la frontera con México con el objetivo de impedir la inmigración de los países centroamericanos. Recientemente, Trump toma medidas arancelarias contra México como represalia a que las autoridades mexicanas permiten el libre tránsito de los inmigrantes. Todas estas políticas desafían el orden internacional, basado en reglas e introducen medidas proteccionistas de grueso calibre en lo económico.


Huawei



AHORA SÍ: LA "GUERRA COMERCIAL" EN MARCHA 


En el plano global, la agenda internacional se ha visto tensionada por las medidas de la administración de Trump en relación al tema de los aranceles a los productos chinos particularmente, pero también a productos europeos y de otros países del llamado primer mundo en lo que se ha denominado la "guerra comercia". En este sentido, Trump fiel a su política proteccionista ha agudizado su ofensiva arancelaria en contra de las grandes potencias exportadoras. 


China ha reaccionado poniendo aranceles elevados a los productos norteamericanos pero al mismo tiempo ha buscado alianzas económicas y políticas con la Unión Europea. 


El 9 de julio del pasado año, Angela Merkel y Li Keqiang, primer ministro de China suscribieron en Berlín 22 acuerdos, los cuales fortalecen las relaciones políticas y comerciales. Al mismo tiempo declararon, que Alemania y China se rigen por las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC), recociendo ambos países el multilateralismo como forma de encarar las relaciones comerciales (www.dw.com de 9 de julio 2018). En su columna: Chile y la guerra comercial, (www.emol.com,18 de julio 2018), el economista Osvaldo Rosales señala lo siguiente: "La guerra comercial de Trump ha comenzado. No es solo contra China. Está afectado a la UE, a sus socios del NAFTA, India, Rusia, y todo ellos han respondido con medidas de retaliación. En el corto plazo, esto le restará medio punto al crecimiento de la economía mundial y algo más al comercio internacional"… "El escenario a medio plazo se ve más preocupante. Trump postula a un unilateralismo del siglo XVI, cuando el poderío económico se asociaba al superávit comercial”. Una visión no contradictoria a la denominación de “guerra comercial”, es la analizada por Alexis Guardia en www.elmostrador.cl , 4 de agosto de 2018, en su artículo: “¿Una batalla tecnológica detrás de una guerra comercial”, en donde éste explicita “….parece que el conflicto entre Estados Unidos y China no está centrado exclusivamente sobre el comercio sino en la amenaza que muestra China sobre la dominación tecnológica americana: ello aparece muy claro en reciente declaración del representante del comercio americano (R. Lihhthizer) cuando afirma “Nosotros debemos tomar acciones defensivas fuertes para proteger el liderazgo americano en materias de tecnologías e innovación frente a la amenaza sin precedente que representa el robo por China de nuestra propiedad intelectual, la transferencia forzada”. Guardia señala finamente que: “Desde el ángulo económico la administración Trump ha dado claras muestras de bloquear la inversión de las empresas chinas en particular en las empresas americanas relacionadas con nuevos sectores tecnológicos de la robótica o la inteligencia artificial aduciendo incluso razones de seguridad propias de la guerra fría”. Efectos colaterales de esta “guerra comercial” que para algunos analistas es la mayor guerra comercial de la historia fue el caso en julio de 2018 del buque de carga de EE.UU., que transportaba soja por un valor de US$ 20 millones que llevó un mes navegando sin rumbo en el océano pacifico. 


Al aplicarse los gravámenes a productos chinos por parte de Trump, el gobierno chino respondió con una oleada de tarifas a bienes estadounidense, especialmente a productos agrícolas y, en concreto la soja. 


Centros e Institutos de investigación y de análisis de la coyuntura internacional, como el Instituto Internacional de Estudios para la Paz (SIPRI) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) constatan que las exportaciones de China a EE.UU. (2017) son del orden de 506.000 millones de dólares, mientras que las exportaciones de EE.UU. a China alcanzan la suma de 130.000 millones de dólares. 


Ambas potencias ya rivalizaban desde hace un tiempo en áreas que van desde la tecnología al control del mar del sur de China. 


La desconfianza mutua va en ascenso. La administración de Trump ha calificado de “rival estratégico” al país asiático en una de sus últimas evaluaciones de seguridad nacional. Ha aprobado legislación para vetar las inversiones chinas en el sector tecnológico y ha intensificado sus gestos a Taiwan, que China considera parte de su territorio. En la última Asamblea General de Naciones Unidas, asamblea anual, que congrega a las máximas autoridades el mundo, la representación china liderada por el canciller Wang Yi, crítico abiertamente las medidas unilaterales de los EE.UU., manifestando su apoyo a las organizaciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC). En su discurso de más de 20 minutos, Wang se refirió a China como “un defensor del multilateralismo, y que China siempre ha defendido el orden internacional” (ver: www.emol.cl, sábado 29 de septiembre de 2018: “China y Rusia denuncia el proteccionismo de Trump como un “chantaje” político”, pág. A6.). En su artículo: “Guerra comercial entre EE.UU. y China. ¿Qué está pasando?”, el Director del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago, Fernando Estensoro Saavedra, constata lo siguiente: “Trump sueña con regresar a esa era dorada de los 30 primeros años pos-Segunda Guerra Mundial. Por esto motivos, ha desatado una política proteccionista que amenaza directamente el propio orden económico neo liberal global, dibujado con esfuerzo y paciencia por sus antecesores. Sin embargo, ese pasado glorioso no va a regresar. El orden mundial está cambiando ineluctablemente, marcado por el declive estructural del poder económico estadounidense”, (ver: www:lemondediplomatique.cl, agosto 2018, pág. 9).


LAS SOLUCIONES AL CONFLICTO CHINO-EE.UU. NO PROSPERAN


Las tratativas para atenuar la “guerra comercial”, iniciada por los EE.UU. en contra de la República Popular China, no han dado los resultados que se esperaban. Ha habido numerosos encuentros entre altas autoridades de ambos países con el objetivo de distender elementos cruciales de este “explosivo” conflicto. En el momento presente, las conversaciones están detenidas. Los medios de comunicación y la prensa internacional se ha focalizado en lo referente a las sanciones económicas comerciales por parte de los EE.UU. a los productos chinos, elevación de aranceles y boicot a las exportaciones chinas en el mercado interno norteamericano y la presión del gobierno norteamericano para que los países europeos y latinoamericanos tomen distancia de China en lo económico, comercial y tecnológico. 


China al respecto ha respondido con calma y paciencia a los embates del gobierno de Trump, pero también con firmeza, elevando los arancelesa las exportaciones de los EE.UU.


Sin embargo, en opinión de los expertos el meollo de la controversia iniciada por los EE.UU. en contra de China, está en lo que podría llamarse la “guerra tecnológica”, no en lo comercial meramente. En efecto, en un muy esclarecedor artículo de Manuel Castells, titulado “La revolución 5G” (ver: www.lavanguardia.es, 30/03/2019), éste, a propósito de la presentación del nuevo modelo Mate X de Huawei de la principal empresa tecnológica china, privada y no estatal, señala que con esto “se ha desatado una violenta reacción del gobierno estadounidense contra la participación de Huawei en el diseño y construcción de la red. Y es que resulta que, en opinión de la mayoría de los expertos, Huawei posee la tecnología de diseño y fabricación más avanzada del mundo en las redes de comunicación 5G”. En concreto, con este nuevo modelo chino, se trata de una profunda transformación tecnológica con importantes consecuencias empresariales, sociales y geopolíticas, puesto, que tal como lo argumenta Castells, “la construcción y gestión de la(s) red(es) 5G se convierte en un campo esencial de la lucha por el poder y el dinero, porque vivimos en la época del capitalismo de los datos y los datos sirven cuando pueden ser procesados y conectados”.


En este escenario, y tal como lo señalan analistas y medios de comunicación expertos en política internacional: “mientras se incrementa el poder económico y político de China, el temor de los Estados Unidos a perder su liderazgo mundial se intensifica. Pero las medidas geopolíticas y económicas que aplica para evitarlo son ineficaces y podrían perjudicar profundamente los intereses y el bienestar de sus propios ciudadanos” (ver:  www.eldiplo.org edición 238/abril 2019, pág.16).


CHINA-EE.UU. Y AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE


Sucintamente, los países en ALyC, no pueden estar al margen del conflicto chino-americano. Las tensiones en la economía internacional entre estos dos colosos planetarios afectan y afectarán, de no mediar solución a esta controversia, al desarrollo económico y crecimiento de las naciones de este continente. EE.UU., históricamente, como en las últimas décadas, China, tienen una importante gravitación en la región. China ha aumentado considerablemente -en lo que va corrido del siglo XXI- su influencia en países neurálgicos de América del Sur, en Argentina, en Brasil, Uruguay y Chile, por nombrar algunos. 


En Centroamérica, las inversiones chinas son cada vez más profundas y no dejan de crecer. 


En el caso chileno, el país no estará inmune a los efectos de la confrontación entre estas dos grandes potencias comerciales. Chile, un país con una de las economías más abiertas en el mundo, con 26 Acuerdos Comerciales con 64 mercados, que representan el 64,2% de la población mundial y el 85,3% del PIB global se verá seriamente afectado por el aumento del proteccionismo. En 2018, las exportaciones chilenas a China superaron el 30%, mientras que a los EE.UU. alcanzaban el 17%. China, es por lejos el primer socio comercial de Chile. Para Chile, el mejor escenario -en esta guerra comercial- "es uno donde el comercio y las inversiones respondan a un conjunto de reglas concordadas multilateralmente". Por ello, "el deterioro del multilateralismo y la politización del comercio y de las inversiones, a propósito de las disputas EE.UU.-China, amenazan con traer la guerra fría del siglo XXI a nuestra región. América Latina no debiera permitirlo” (Ver: www.emol.com América Latina y la nueva guerra fría, 11 de abril 2019, pág.A2). 

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