viernes, 19 de abril de 2024
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< ver número completo: Cambio climático e infraestructuras en América Latina
Jessica López

​Las empresarias sanitarias y su contribución para enfrentar el cambio climático en Chile

Presidenta Ejecutiva de Asociación Gremial de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile (ANDESS AG.)

Los efectos del calentamiento global sobre la disponibilidad de agua se han hecho sentir en Chile con particular intensidad. Experimentamos una "mega sequía" que se prolonga por casi 10 años y las cifras preliminares del balance hídrico nacional indican que desde 1985 a la fecha, la disponibilidad ha disminuido hasta en un 37% en algunas zonas.


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A su vez, los modelos muestran que los eventos de escasez de agua serán más frecuentes y recurrentes en el futuro próximo, conjuntamente con el aumento del riesgo de desastres por eventos de precipitación extrema y altas temperaturas. Es cada vez más visible el impacto del cambio climático sobre los recursos hídricos en Chile, lo que nos pone como principal desafío, el de la adaptación a condiciones de menor disponibilidad del recurso hídrico y de un cambio en sus patrones de distribución temporal.


El ciclo urbano del agua en Chile presenta distintas realidades, atendiendo a la gran diversidad geográfica y climática de nuestro territorio y a las condicionantes estructurales (como la corriente de Humboldt, los movimientos anticiclonales y la orografía). Todos esos factores determinan una alta variabilidad geográfica en la disponibilidad del recurso. Por su parte, constatamos que en Chile es una realidad el acceso universal a los servicios de agua y saneamiento. En otras partes del mundo ello aún no se logra, lo que pone en peligro uno de los objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU hacia el 2030.


En el Chile de hoy, el 95,7% de los clientes de la industria del agua urbana es atendido por operadoras privadas, mientras que el 4,3% restante corresponde a usuarios de concesionarias del Estado, de municipalidades o cooperativas. Para abastecer de agua potable a los más de 17 millones de personas que habitan en las ciudades de Chile -y que constituyen el 100% de la población urbana- , la industria del agua urbana chilena utiliza sólo el 11% del total del agua que se consume en nuestro país. Sin embargo, esta distribución varía a nivel regional, precisamente producto de su acentuada diversidad geográfica. Hoy, considerando la capacidad instalada de producción de agua potable, el 52% corresponde a fuentes subterráneas y el 47% a fuentes superficiales. Un porcentaje menor (1%) proviene del mar y es desalinizada. 


En la actualidad, operan dos plantas desaladoras en el norte del país –Antofagasta y Taltal- que abastecen el consumo de agua potable de los habitantes de ambas ciudades y de Mejillones.


Emisiones de gases de efecto invernadero. Si bien es conocida que la relación entre agua, energía y GEI es indiscutible -pues la intensidad en el uso de energía para las operaciones y procesos productivos conllevará una mayor o menor huella de carbono- de un primer análisis se puede concluir que las emisiones de GEI de este sector corresponderán mayoritariamente a emisiones indirectas asociadas al consumo de energía. En efecto, es posible identificar diversas operaciones que emiten GEI , como por ejemplo, la extracción de agua subterránea, que requiere aproximadamente un 30% más de energía eléctrica que la producción de fuentes superficiales.


En el caso de la distribución de agua potable, si bien se propende a que los sistemas se diseñen para aprovechar el movimiento gravitacional de las aguas, la mayoría de las grandes ciudades requieren de sistemas de bombeo para mantener la presión de servicio en la red. Lo anterior es aún más válido para la elevación de aguas servidas hacia sus plantas de tratamiento. En este último caso, los sistemas de tratamiento de aguas servidas basados en la tecnología de lodos activados requieren de importante cantidad de energía para la depuración de las aguas residuales. No obstante, existen experiencias que permiten usar el biogás generado de los procesos de digestión de lodos para la generación de calor y energía.


CONTRIBUCIONES EN EL ÁMBITO DE LA MITIGACIÓN


Depuración de las aguas servidas tratadas. La principal contribución de la industria del agua urbana a la adaptación al cambio climático se expresa en que la cobertura de tratamiento de aguas servidas alcanza prácticamente al 100% de las aguas servidas recolectadas. De esta forma, mientras a nivel mundial se estima que el 80% de las aguas residuales se vierten directamente en los cuerpos de agua sin tratamiento alguno, lo que provoca graves impactos en los ecosistemas y la salud humana, en Chile contamos con más de 294 sistemas de tratamiento de aguas servidas distribuidos en todo el territorio. Ellos son sometidos a periódicos controles, mediante los cuales se certifica el cumplimiento en la calidad de sus descargas al medio ambiente, contribuyendo así a la recuperación de los ecosistemas acuáticos a proveer de servicios ambientales. Por ejemplo, análisis en terreno de reconocidos centros de investigación como el EULA (ciencias ambientales) de la Universidad de Concepción, han constatado la recuperación de la calidad del agua de importantes ríos de la región del Maule y del Biobio, como el Mataquito, el Biobío y el Cruces.


Como resultados de los procesos de tratamiento de las aguas servidas de la población urbana, ellas quedan libres de contaminantes y disponibles para restituirlas al medio ambiente en óptimas condiciones o para diferentes usos.


Actualmente, nos encontramos estudiando nuevos usos para estas aguas, que van desde la recarga de acuíferos (infiltración en napas subterráneas), pasando por usos ambientales -como el riego de áreas verdes en ciudades-, hasta incluso llegar a ser una alternativa futura para suplir la falta de agua en zonas de severo estrés hídrico.


Generación energías renovables no convencionales (ERNC). En diversas plantas en Chile se aprovecha la energía de los procesos de digestión anaerobia de lodos provenientes de las estaciones depuradoras de empresas, tales como Aguas Andinas (Biofactorías del Gran Santiago y Talagante), ESSBIO (Gran Concepción), Aguas Araucanía (Temuco), ESSAL (Osorno), con lo que es posible transformar los residuos en energía por medio de la generación de biogás. Lo anterior, junto con capturar metano (CH4) que es uno de los gases GEI, su combustión controlada permite el aprovechamiento de la capacidad calorífica y, con ello, generar energía.


La producción de biogás del sector sanitario en el año 2016 correspondió a 63 millones de metros cúbicos, un 3,3% por sobre lo producido en el año 2015 por estas plantas de tratamiento de aguas servidas.


Otra innovación destinada a la generaciónde ERNC es la empresa Enernuevas, filial del grupo Aguas Nuevas, la que ha sido reconocida por su proyecto de central mini-hidro que aprovecha la diferencia de altura geográfica para usar el agua que baja por su conducción desde Alto Hospicio a Iquique, gestionada por la empresa Aguas del Altiplano, para la generación de energía eléctrica.


Cada año nuestra industria gestiona cerca de 600.000 toneladas de lodos estabilizados (inertes) que se recuperan desde las aguas servidas, los que son dispuestos de una manera limpia y segura para la población, sin posibilidad de emanar olores desagradables. La industria del agua urbana ha hecho importantes esfuerzos en materia de innovación, abriendo así otras posibilidades para la disposición final delos biosólidos, y contribuyendo también a reducir los impactos sobre las comunidades.


Como resultado de esos esfuerzos, casi la mitad de los pasivos ambientales tratados son reutilizados como abono en cierto tipo de cultivos o recuperador de estos debido a su alta concentración de nutrientes. Su mayor empleo en la agricultura puede acarrear beneficios adicionales, al reducir el uso indiscriminado de productos químicos, lo que hoy constituye un potencial foco de contaminación en los diferentes acuíferos del país.


Demanda de nuevas inversiones. La magnitud del desafío de adaptación para Chile, demanda una política pública que asegure las inversiones para disponer de agua potable para toda la población, hoy y para las futuras generaciones. Fundada en una visión de largo plazo para el sector sanitario, que incluya el nivel de servicios sanitarios urbanos que la sociedad chilena desea tener a futuro, se requerirá un perfeccionamiento del marco regulatorio, que incluya los incentivos necesarios adecuados y reglas del juego estables, para promover la inversión requerida.


Uno de los elementos más relevantes es el plan de inversiones que -para un horizonte de los próximos 20 años- permite la adaptación a esta nueva realidad y la mitigación de los impactos que enfrentaremos. 


Será imprescindible aumentar el nivel y ritmo de las inversiones para asegurar el abastecimiento, mantener la calidad, continuidad y disponibilidad de agua; y también para transformar a la industria sanitaria en una que protege y contribuye a la preservación de los ecosistemas hídricos y el medio ambiente y, donde, entre otras funciones, se reusen las aguas servidas tratadas para diversos fines.


Igualmente importante es la urgencia para avanzar decididamente en disminuir las brechas entre las zonas urbanas y rurales de nuestro país, mejorando la calidad de vida de cerca de 2 millones de habitantes de estas últimas.


Según las proyecciones realizadas por la Asociación de Empresas de Servicios Sanitarios, Andess A.G., y tomando como referencia la población estimada por el INE (una población nacional que superará los 21 millones de habitantes), se ha estimado que se requerirá invertir en infraestructura sanitaria en Chile, por alrededor de U$10 mil millones en los próximos 20 años, para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos. 


Esta es, probablemente, una de las grandes tareas que Chile debe abordar. La industria dispone del conocimiento y la experiencia, las capacidades técnicas y financieras, y la disposición para realizar esta tarea, en el marco de una política de colaboración público-privada fundada en una ambición común: la adaptación al cambio climático.


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https://www.latercera.com/que-pasa/noticia/informe-senala-que-en-algunas-zonas-del-pais-hay-hasta-37-menos-disponibilidad-de-agua-que-hace-30-anos/533512/


A diciembre de 2017, la cobertura de agua potable en los territorios urbanos y concesionados a nivel nacional esde 99,97% y la de alcantarillado, de 97,15%; mientras que lacobertura de tratamiento de las aguas servidas recolectadas mediante sistemas de alcantarillado es de 99,97%. Superintendencia de Servicios Sanitarios. (2017). Informe de Gestión del Sector Santiario 2016. Obtenido de http://www.siss.gob.cl/586/articles-16848_recurso_1.pdf


Bakhshi, A. A., &Demonsabert, S. M. (2012). Estimating the carbon footprint of the municipal water cycle. Journal - American Water Works Association, E337 - E347.


Empresas Eléctricas A.G. (11 de noviembre de 2016). Proyecto Centrales MinihidroEnernuevas gana Premio Avonni Energía Empresas Eléctricas 2016. Obtenido de https://www.electricas.cl/proyecto-centrales-minihidro-enernuevas-gana-premio-avonni-energia-empresas-electricas-2016/


ANDESS Reporte de la Industria del Agua Urbana en Chile 2017. Disponible en: https://www.andess.cl/wp-content/uploads/2018/08/Reporte-Andess-2017.pdf


Jessica López. Ingeniero Comercial, mención Economía, Universidad de Chile. Presidenta Ejecutiva
Francisco Donoso. Sociólogo, Universidad Católica de Chile. Asesor Recursos Hídricos.
Asociación Gremial de Empresas de Servicios Sanitarios de Chile.
Santiago, Chile, octubre 2019



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