sábado, 20 de abril de 2024
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Jorge Canals

​Adaptación y Mitigación de los Servicios de Infraestructura al Cambio Climático. El caso de Chile

Abogado y Magister en Derecho

Probablemente, como para la generalidad de los países de la región, el cambio climático no estaba en la agenda inicial de infraestructura de Chile, en los años recientes.


Santiago de Chile



En términos generales, los programas de infraestructura estaban determinados por las líneas tradicionales que han imperado en el país desde finales de los años 90, con un énfasis en una aceleración de las obras, centrándose en inversiones vinculadas a la capacidad productiva y al aumento de las inversiones, con programas de concesiones cercanos a los 6.700 millones de dólares para el período 2014-2018, licitaciones de grandes embalses, y obras importantes proyectadas para la conexión productiva de Chile, como los corredores bioceánicos y el túnel de Agua Negra, para modernizar el tránsito entre Argentina y nuestro país.


Y aunque el cambio climático no se encontraba en la agenda, al menos directamente (por cuanto las mismas licitaciones de embalses, o las modificaciones propuestas al Código de Agua, cuyo modelo privado de gestión del recurso hídrico es prácticamente único en el mundo, miraban a la gestión del agua, muy impactada por el fenómeno) sucesivas catástrofes naturales supusieron la centralidad del tema al tiempo de planificar la infraestructura considerando la mitigación y la adaptación.


Por Ley, el Ministerio de Obras Públicas, con competencia sobre el tema, debe presentar cada 5 años una planificación a largo plazo en infraestructura, proceso que concluyó recientemente con la presentación del Programa “Plan Chile 30/30”. En el marco de dicha planificación, y siendo Chile un país acostumbrado a que su infraestructura sea golpeada por periódicos terremotos, eventos climáticos extremos obligaron a poner el foco en adaptarse a los impactos del cambio climático.


Principalmente el fenómeno denominado “Mega sequía” inédita por su duración y por sus características – extensa, prolongada y cálida- y por sus implicancias; se extiende desde la Región de Coquimbo a la Región de la Araucanía (la zona más poblada del país) y se ha traducido, entre el 2010 y el 2017 en un déficit de un 30%, considerando el promedio anual de precipitaciones en Santiago, la capital de Chile. Para el 2019, en palabras del Ministerio de Agricultura, existe un déficit de precipitaciones de un 72%, lo que supone el invierno más seco en los últimos 60 años. Se constata, igualmente, un déficit de un 70% en caudales de ríos en las regiones de Coquimbo y Valparaíso.


El impacto en las actividades silvícolas y en la agricultura de subsistencia, entre otras, ha sido devastador.


Progresivamente, en consecuencia, el foco de la agenda de infraestructura, desde el punto de vista de sus impactos (sequía, aluviones, incendios forestales, desbordes de ríos e inundaciones) se fue centrando en el cambio climático, migrando desde acciones concretas hacia una política pública integral.


De aquello dio cuenta el Plan de Adaptación y Mitigación de los Servicios de Infraestructura al Cambio Climático para los años 2017-2022. Dicho plan, que involucra al Ministerio de Obras Públicas y al Ministerio de Medio Ambiente, deriva del Plan de Acción Nacional de Cambio Climático 2017-2022, principal instrumento público de la gobernanza del Cambio Climático de que se ha dotado el país, a la espera del ingreso al Congreso del proyecto de Ley Marco de Cambio Climático, cuyo ante proyecto ha sido sometido recientemente a un proceso de consulta pública.


El Plan de Adaptación y Mitigación de los Servicios de Infraestructura al Cambio Climático para los años señalados, fue construido técnicamente y con espacios de participación ciudadana, y aprobado por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad, de acuerdo a los requerimientos de la Ley 19.300, de Bases Generales del Medio Ambiente.


Teniendo en consideración los antecedentes generales de Cambio Climático en Chile, como el cambio del patrón de precipitaciones, de intensidad y frecuencia en las sequías, de la intensidad de inundaciones, aluviones y desplazamientos de masas producto de lluvias con isotermas altas, y del aumento de la intensidad de las inundaciones costeras y de las olas de calor, y la vinculación de éstos con la infraestructura, el plan tiene por objetivo declarado incorporar el Cambio Climático en la planificación, construcción y gestión de la infraestructura del país.


De esta forma, identifica el impacto de los fenómenos climáticos extremos y su vinculación con la infraestructura, como por ejemplo, los cambios significativos en las alturas de las olas (teniendo Chile 4 mil kilómetros de costa), su incidencia en las obras portuarias y viales (socavación de muros verticales, inundación, paseos costeros y rampas) y la afectación en las actividades productivas que se realizan en torno al borde costero, a la calidad de vida de las personas, al acceso a los bienes y servicios, y la pérdida de conectividad.


La gobernanza del cambio climático en los servicios de infraestructura, está estructurada con base a los principios que en atraviesan hoy prácticamente todas las instituciones ambientales comparadas en la materia (Precautorio, Flexibilidad, Resiliencia, Gradualidad, Sustentabilidad) y su alcance se extiende al ámbito completo de los sectores con competencia en la materia: Vialidad, Obras Hidráulicas, Agua Potable, Aeropuertos, Obras Portuarias, Edificación Pública y Concesiones.


Como aspectos principales que pueden destacarse de la planificación en la adaptación al cambio climático en infraestructura, y que se encuentran en plena implementación se encuentran cambios metodológicos en evaluación, diseño y planificación (obras nuevas, infraestructura actual) el monitoreo de amenazas y vulnerabilidades, y la incorporación central del fenómeno climático a la planificación del Ministerio de Obras Públicas.


En cuanto a la mitigación, considera la reducción de gases efecto invernadero en construcción y edificación, mediante el establecimiento de sistemas de cuentas, y de verificación, monitoreo y reporte.


Finalmente, lo interesante es que se establecen objetivos para gestionar el conocimiento, para la promoción de la inversión tecnológica en los servicios de infraestructura.


Chile es uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático, de acuerdo a las variables consideradas por el panel intergubernamental de expertos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático.


El país se está dotando de una gobernanza para enfrentar dichos impactos, donde resulta insustituible la participación ciudadana y democrática, y la incorporación de los criterios resultantes en planificaciones a largo plazo, especialmente en infraestructura, sustancial para el desarrollo de un país con características geográficas tan particulares.


El plan, que brevemente hemos descrito en estas líneas, es un piso razonable para levantar dicha deliberación.

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