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< ver número completo: Reajuste o crisis económica para este 2019
Víctor Echevarría Icaza

​La economía española en 2019: desaceleración con riesgos más prominentes​

Doctor en Economía, Econometría, Estadística y Análisis

Las principales economías del mundo llevan un largo periodo de crecimiento desde la crisis financiera global: mientras EEUU ha crecido de manera ininterrumpida desde 2009, el área euro lleva 7 años de crecimiento y la economía española se ha expandido desde 2013. Sin embargo, se ha observado recientemente un aumento de los riesgos en el panorama de crecimiento tanto a nivel global como de España, generando dudas sobre la evolución de la actividad económica a futuro.


Zona euro


Estos riesgos están presentes en distintos ámbitos. Por un lado, se han producido anuncios de aumentos de los aranceles por parte de las principales economías del mundo, como EEUU, China o la UE. A pesar de que los bienes afectados por las medidas anunciadas hasta la fecha suponen un porcentaje limitado del total del comercio, estos anuncios podrían haber afectado al comercio negativamente: se ha observado una desaceleración sustancial del comercio internacional desde finales de 2017.


Adicionalmente, el aumento de la retórica proteccionista puede incidir sobre la actividad económica por canales indirectos. En particular, la confianza de los agentes económicos se puede deteriorar ante la expectativa de un entorno político de menor cooperación a nivel internacional. Una menor confianza por parte de los agentes provocaría un retraso de las decisiones de consumo y de inversión, afectando negativamente al crecimiento. En segundo lugar, el aumento de la incertidumbre puede provocar que los inversores prefieran reducir las posiciones más arriesgadas de sus carteras. La consecuencia puede ser un peor desempeño de los activos de riesgo en los mercados financieros, provocando un endurecimiento de las condiciones financieras, que a su vez provocaría un menor crecimiento económico.


Al efecto negativo del proteccionismo deben sumarse los focos de riesgo observados desde el punto de vista la cooperación política a nivel global. Entre estos para el caso europeo tiene una especial incidencia la eventual salida del Reino Unido de la Unión Europea. 


Si se produce una salida desordenada, sin un acuerdo entre la UE y el Reino Unido, cabe esperar un efecto disruptivo sobre la actividad económica tanto en el Reino Unido como en la UE.


Los últimos acontecimientos sugieren que la salida desordenada no es descartable. Consecuentemente, el curso que tomen las negociaciones entre las partes tiene una gran incidencia sobre las perspectivas, manteniéndose el riesgo de una salida no acordada, que tendría una incidencia negativa sobre el crecimiento.


Además, el aumento de los riesgos a nivel global se deriva del deterioro de las perspectivas económicas de algunas de las principales economías. En particular, se observan señales de una desaceleración que podría ser más intensa de lo previsto en China. La creciente importancia de esta economía a nivel global implica que esta desaceleración supone un riesgo para el conjunto de los países.


Asimismo, los últimos datos apuntan a una desaceleración en el área euro en 2019. Esta desaceleración se produciría tras una recuperación en la que el crecimiento del área euro más elevado ha sido el 2,5% alcanzado en 2017, una tasa baja cuando se compara con el ritmo de crecimiento alcanzado antes de la crisis. El persistente bajo crecimiento de la región los últimos años sugiere que el crecimiento potencial de la economía europea es bajo.


La ausencia de reformas de calado que aumenten el crecimiento potencial dificulta que se puedan alcanzar tasas de crecimiento más elevadas.


Además de los factores de riesgo a nivel internacional, se deben tener en cuenta algunos específicos a nivel español.


En primer lugar, algunos rasgos de nuestro mercado laboral pueden tener un efecto pernicioso sobre el crecimiento en adelante. En este sentido, destaca el escaso crecimiento de la productividad a lo largo de la recuperación. Si bien en los primeros compases de la recuperación el crecimiento de la productividad y de los salarios eran similarmente bajos, se ha observado un desacoplamiento de estas dos variables en 2018: los salarios se han acelerado mientras la productividad se mantiene estancada. Este desacoplamiento significa que el valor de la producción por empleado aumenta menos que su salario y puede reducir los incentivos a la contratación.


En segundo lugar, España debe continuar el proceso de consolidación fiscal. Desde 2015 apenas se ha observado una mejora del déficit fiscal estructural, que se sitúa en torno al 3%. El elevado déficit estructural dificulta la reducción de la deuda pública, que se sitúa en el 97% del PIB y supone una vulnerabilidad ante un eventual deterioro del contexto internacional. Dadas las condiciones benévolas a nivel económico de los últimos años y los bajos costes de financiación de la deuda soberana, la ausencia una reducción del déficit estructural en este periodo supone una oportunidad perdida para mejorar la sostenibilidad de la deuda española.


La ausencia de un crecimiento sostenido de la productividad y la dinámica poblacional desfavorable dificultan que el crecimiento de la economía a largo plazo se acelere. 


En ausencia de reformas que impulsen el crecimiento a largo plazo de la economía, todo apunta a que la recuperación de España ha tenido, en gran parte, un elemento cíclico, sin que se hayan sentado las bases para un mayor crecimiento de manera estructural. De esta manera, la economía es vulnerable ante el aumento de los riesgos en torno al crecimiento global y dispone de escaso margen para hacer frente a los mismos.


Sin embargo, el escenario para la economía española es de desaceleración más que de recesión. A corto plazo, los indicadores que se han conocido a finales de 2018 y comienzos de 2019 sugieren que la economía evoluciona de forma favorable. Por ejemplo, para 2019 las previsiones de crecimiento de BBVA son del 2,4% para España y 2% en 2020. Este ritmo de crecimiento contrasta con el previsto para el área euro, donde se espera un crecimiento del 1,4% tanto en 2019 como en 2020. Este diferencial de crecimiento positivo viene produciéndose desde 2015 y los datos de coyuntura apuntan a que no se reducirá a corto plazo.


Adicionalmente, a pesar de las dificultades para mantener las tasas de crecimiento actuales, algunos rasgos del crecimiento de España son más positivos que lo observado en la fase de crecimiento anterior a la crisis. 


A pesar del diferencial de crecimiento positivo de España frente a nuestros socios europeos, se mantiene un superávit por cuenta corriente. 


Si bien este superávit se ve beneficiado por factores como el bajo precio del petróleo, el comportamiento positivo de las exportaciones españolas desde 2013 en un entorno de crecimiento lento de nuestros socios comerciales es en cualquier caso un rasgo favorable de esta recuperación.


En segundo lugar, la comparativa del patrón de crecimiento de España y del área euro sugiere que esta vez no se están generando desequilibrios particulares en España. Contrastando con lo observado en la fase anterior a la crisis, no se detecta ni un diferencial de inflación sustancial ni una expansión del crédito particularmente elevada en el caso de España. Ello sugiere que esta vez es menos probable que se produzca un shock específico a España dentro de la unión monetaria. En la medida que la desaceleración afecte al conjunto de la unión, es de esperar que el mix de política económica de los países de nuestro entorno sea más adecuado para el caso español.


Por tanto, el escenario para España es de una desaceleración continuada hacia unas tasas de crecimiento más coherentes con el crecimiento potencial de la economía. Si algo ha cambiado en los últimos meses, es que, manteniéndose a grandes rasgos el escenario, los riesgos a la baja son ahora más prominentes y merecen una vigilancia cercana. Dado el escaso margen fiscal y de política monetaria, la materialización de alguno de estos riesgos tendría un impacto negativo sobre la economía española. Es por ello que las reformas encaminadas a aumentar el crecimiento de la economía a largo plazo serían particularmente necesarias en el entorno actual.

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