Hace ya unos años, que no son pocos, la crisis hacía estragos en unos cuantos países de Europa y Norteamérica. Islandia, un país pequeño fue uno de ellos, ejemplo para algunos sobre de cómo fue capaz de salir de su crisis, su fórmula y los costes económicos, políticos y sociales que tuvieron que pagar.
Durante meses, bastantes, la crisis de Islandia estuvo presente en los medios de comunicación mundiales, dada su negativa a pagar la burbuja económica que se había creado en la isla.
La crisis fue tal que llegó a perder un tercio de su riqueza y tenía todos los números para encaminarse hacia la pobreza y la exclusión social. Mucha gente se preguntaba entonces por los verdaderos motivos del crac que algunos identificaban en la pirámide financiera, en la burbuja inmobiliaria, en el consumismo. Era su situación más que preocupante, sin visos de soluciones.
Los estragos de la crisis hicieron dimitir a un gobierno entero. Se nacionalizaron los principales bancos .Se decidió no pagar la deuda que estos habían generado con Gran Bretaña y Holanda por su infame política financiera. Se creó una asamblea popular para reescribir la constitución.
Todo ello se hizo de manera civilizada. Fue una revolución pacífica contra el poder político-financiero neoliberal que algunos acusaban de ser el causante de la crisis. Es importante recordar que Islandia ha sido utilizada como ejemplo de aplicación exitosa de las teorías de Hayek y Milton Friedman, donde su aplicación no había sido un fracaso "rotundo".
La presión de los ciudadanos hizo posible llevar a la cárcel a unos cuantos banqueros, situación no muy común en otros países.
¿Fue realmente la crisis en Islandia una revolución pacífica y ejemplarizante para Europa? Aunque cada país tiene su propia idiosincrasia y la formula que es buena para un país, para otro no resulta.
La salida de la crisis islandesa ha sido más fácil, en buena medida, gracias a sus particularidades económicas, ecológicas, culturales y sociales. El papel jugado por la sociedad ha sido muy importante y merece especial mención el desarrollado por las mujeres que han sido el motor de la revolución y el cambio del pequeño país, donde los bancos privados fracasaron, el sistema regulador fracasó, los políticos fracasaron, la administración fracasó, los medios fracasaron y la ideología de un mercado libre y desregulador fracasó por completo.
Con este número sobre los diez años de la crisis en Islandia, hemos querido dar a conocer los orígenes de la misma, las soluciones a tantos fracasos y como está ahora el pequeño país una década después.