El populismo, el nacionalismo y la ultraderecha han resurgido de nuevo en buena parte del llamado mundo civilizado. Aunque estos movimientos políticos nieguen su relación entre ellos, Lenin, a principios del siglo pasado, había dicho en más de una ocasión que “los extremos se tocan". Él hacía alusión a que las posiciones más radicales, al ser extremas, al final terminan coincidiendo en sus propuestas.
“El nacionalismo es la guerra” decía François Mitterrand. Hace solo unos meses, el presidente de la Comisión Europeo, Jean-Claude Junker había declarado “el nacionalismo es veneno”, al reconocer que los populismos ya no se ocultan, están ahí y hay que combatirlos ante el riesgo que significa para la Europa democrática.
Capitalizar el eurocabreo, la frustración ante una situación cambiante e imprevisible, el rechazo al extranjero y a todo lo que venga de fuera. Los acontecimientos que se están viviendo desde hace unos pocos años; la crisis de refugiados, los ataques terroristas, la crisis griega, han causado cambios profundos en la manera de pensar y actuar de los europeos... Lo demuestran el aumento de los partidos populistas, de ultraderecha en Europa.
Los analistas están preocupados con este fenómeno que está avanzado, con la presencia cada vez mayor en las instituciones de la ultraderecha, y los llamados partidos nacionalistas.
El exprimer ministro francés Manuel Valls explicaba en una conferencia en Barcelona que el nacionalismo catalán comparte el antieuropeismo de los populismos de derechas o extrema derecha y pone en peligro el futuro de la Unión Europea , porque abre la puerta a movimientos similares en el resto del continente.
Considera Valls que hay que acabar con el discurso del odio del independentismo. Para el exprimer ministro, el auge del populismo y el nacionalismo se debe a la falta de autocritica en los diferentes gobiernos europeos. Por ello, reclama a la comunidad europea que debata sobre valores para combatir el populismo que nace del miedo y del hecho de que los políticos no han estado al nivel de los retos europeos.
El populismo-nacionalismo, que se califica como pacifico, pero sin ningún respeto a la ley, el historiador Loris Zanatta lo coloca más allá del “imperio de la ley”, y lo ilustra con ejemplos como Mussolini, Berlusconi, Beppe Grillo, Falange, Franco, y el nacionalismo catalán.
Todos ellos tienen un denominador común, que no es otro que el rechazo a la democracia liberal, basada en la legalidad, que parece una descripción de los últimos acontecimientos viviendo en Catalunya.
Para Fernando Savater, el nacionalismo es una incomprensión del Estado moderno. Pretenden volver a un homo uniformador parecido al que tantos males ha causado en Europa a lo largo del último siglo.
Nacionalismos, populismos, ultraderecha, dicen que no deja de ser lo mismo. De las consecuencias hay ejemplos. En este número de TEJ, personas m muy conocedoras del tema van a poner sus conocimientos al servicio de los lectores que quieren tener más información de ello.