martes, 19 de marzo de 2024
logo economy journal
< ver número completo: Robótica
Will Oremus

¿La innovación tecnológica daña la sociedad?

Escritor senior de tecnología



Se supone que la innovación es el remedio al marasmo económico. ¿Y, si por el contrario, fuera la causa? Más concretamente, ¿Sería posible que la creciente automatización que afecta a todos los sectores, desde las fábricas al comercio al detalle pasando por el periodismo, no destruye más empleos que los que crea?



010597608 prevstill



Es una pregunta que se plantean los economistas y los trabajadores al menos desde la Revolución industrial. Y en el pasado, la respuesta fue generalmente un “no” franco y directo.


Es cierto que la automatización convierte en obsoletos ciertos empleos poco cualificados pero también induce nuevas categorías de empleos que son el polo opuesto, como ingenieros o gestores de equipamientos, pasando por el sector de la banca o el blogging. Su efecto principal es aumentar la productividad, lo que se supone conlleva elevar el nivel de ingresos y estimular la demanda de nuevos productos y servicios.


¿Ha cambiado de naturaleza el progreso técnico?


En cualquier caso, la recuperación económica sin empleos que conocemos en este momento, así como una tendencia a más largo plazo hacia las desigualdades en los ingresos y la riqueza, llevan a algunos intelectuales a plantearse si la última oleada de automatización no es diferente de las anteriores. Andrew McAfee y Erik Brynjolfsson, investigadores del MIT, no son los únicos en ver un “gran desacoplamiento” entre la productividad y los salarios, sobre todo a partir del año 2000, a medida que la tecnología distancia la formación las aptitudes humanas. En otros términos, los asalariados están perdiendo la carrera entre educación y tecnología. Lo cual podría estar exacerbando una tendencia más antigua, en la que desde los años 70, el capital está adquiriendo ventaja sobre trabajo.


Substituir los trabajos manuales por las máquinas en las explotaciones agrícolas y las fábricas era diferente, se inquietan algunos. Estas máquinas estúpidas y extremadamente especializadas, necesitaban ser supervisadas por los humanos en todas sus etapas de funcionamiento. Pero el siglo XXI es testigo de la llegada de aparatos mucho más inteligentes, capaces de realizar tareas que, antes se pensaba, jamás podrían ser automatizadas.



Los asalariados están perdiendo la carrera entre educación y tecnología. Lo cual podría estar exacerbando una tendencia, en la que desde los años 70 el capital está adquiriendo ventaja sobre trabajo



Los ordenadores de hoy pueden responder a sus órdenes, organizar su agenda, venderle zapatos, recomendarles una película y dirigirle publicidad diana. Los de mañana diagnosticaran sus enfermedades, escribirán los artículos de sus periódicos e incluso conducirán sus coches ¿Cuándo hasta las profesiones intelectuales altamente cualificadas corren el riesgo de ser remplazadas por máquinas, que empleos humanos pueden aún pervivir? Los de la política quizá y naturalmente los del ámbito empresarial y la gestión. En otros términos, los ricos van a ser aún más ricos, y el resto se quedará atrás.


Todo esto ha llevado el concepto de “paro técnológico” a los discursos universitarios, ochenta años después de que John Maynard Keynes inventó la expresión. El pasado 6 de agosto, Pew Research y Elon University han publicado un informe titulado “Al, Robotics, and the Future of Jobs” (Inteligencia artificial, robótica y futuro de las profesiones). Este informe recoge y sintetiza los resultados de encuesta de opinión a 1.900 economistas especialistas en investigación operacional, analistas y otros teóricos a los que se les plantea una gran pregunta: ¿“Las aplicaciones de inteligencia artificial automatizadas e interconectadas y los aparatos robóticos harán desaparecer más puestos de trabajo de los que crean”? Los resultados de la encuesta son fascinantes. Cerca de la mitad de las personas encuestadas (48%) estima que los ordenadores inteligentes destruirán más empleos que los que pueden crear. La otra mitad predice exactamente lo contrario.


Las clases medias en peligro


Esta falta de consenso entre los expertos sobre una cuestión tan crucial y aparentemente tan simple es preocupante. Sobre todo porque la historia y los modelos económicos dominantes ponen muy claramente de manifiesto un aspecto de la cuestión: el que estima que la sociedad se adaptará, que aparecerán nuevos empleos y que la tecnología por hacer la economía más fuerte. Incluso Keynes aseguraba en 1930 que el desempleo tecnológico no sería más que una “fase temporal de adaptación”. Esta visión de las cosas ha sido aceptada desde hace tanto tiempo que sus detractores, se les etiqueta peyorativamente de “luditas”.


Los luditas eran tejedores ingleses que destruían y quemaban los telares mecánicos y las hilaturas partiendo del principio de que la tecnología representaba una amenaza fundamental para el bienestar del género humano ¿Quién hubiera pensado entonces que en el siglo XXI, la mitad de los grandes expertos americanos compartirían la visión primaria de los luditas sobre los efectos de la automatización sobre el mercado de trabajo?



14825163381372



“La automatización es como Voldemort: la fuerza terrible que nadie puede nombrar”, declara una de las personas encuestadas, citadas en el informe “Pew”. Los empleos bien pagados van a ser cada vez más raros”, sostiene Mark Nall, gestor de programas de la NASA. “No estoy seguro de que los empleos vayan a desaparecer completamente”, opina Justin Reich, del Berkman Center for Internet and Society, de Harvard, “pero los puestos que permanezcan estarán mucho peor pagados y serán más precarios de los que existen actualmente”.


¿Está justificada esta sombría perspectiva? He planteado la cuestión a Andrew McAfee, que ha contribuido a lanzar el debate actual sobre los efectos de la automatización con la aparición en 2011 del e-book Race Against the Machine y su continuación (The Second Age) en 2014, obras co-realizadas con su colega, investigador del MIT, Erik Brynjolfsson.


McAfee, especialista en efectos de las tecnologías de la información en las empresas, hace gala de un optimismo sin reservas sobre las consecuencias de la tecnología sobre el crecimiento económico. “Soy super-optimista sobre el tamaño del pastel”, afirma. Sin embargo, sus efectos sobre el empleo y sobre las clases medias en particular, crean en él una cierta inquietud.


“Está muy claro a este nivel que la clase media está siendo exprimida”, constata McAfee. “El equilibrio entre capital y trabajo está en trance de modificarse, y los mejores estudios analizan este cambiando identificando claramente las tecnologías de la información como su causante”.



El equilibrio entre capital y trabajo está en trance de modificarse, y los mejores estudios analizan este cambiando identificando claramente las tecnologías de la información como su causante



McAfee estima que el sistema educativo debe evolucionar para preparar a los jóvenes para un mundo en el cual la mayor parte de los empleos estarán automatizados. Lo que no está tan claro es que esto pueda suceder muy rápidamente.


“Cuanto más de cerca se mira, más parece que ciertas de estas transiciones han durado alrededor de dos o tres años, al final de los cuales todo el mundo acaba asumiéndolas. Han sido largas, son difíciles en ciertos aspectos y demandan reacciones políticas más consecuentes”, sostiene el economista de la Columbia University Joe Stiglitz, que cree que si la Gran Depresión fue tan larga pudo deberse a la mecanización de la agricultura.


Es muy posible que los temores actuales no sean más que fruto de una subestimación de la aptitud de las economías capitalistas a adaptarse y prosperar. No se les puede negar que de algún modo lo hicieron en el pasado. Y recuerden que la mitad de las personas encuestadas por Pew piensa aún que todo irá bien. Sin embargo, no tenemos ninguna garantía de que el futuro se parecerá al pasado. El hecho es que un gran número de personas inteligentes que estudian estos problemas, creen que esta vez las cosas podrían suceder de otro modo, cosa que resulta muy inquietante para los que se encuentran al volante de la vida pública. Y una última cosa, incluso si Keynes tuviera razón (los sufrimientos provocados por la automatización son temporales y que la economía termina adaptándose) merece la pena reservar en el espíritu otra célebre cita del mismo gran economista. “A largo plazo, todos nosotros estaremos muertos”.



Will Oremus es escritor y periodista. Escribe la columna de tecnología de Slate y contribuye al blog Future Tense, que cubre tecnología, medios sociales y automatización y su relación con la sociedad y la política.



Traducción castellano: Peru Erroteta
http://www.slate.fr/



Anterior
Siguiente

THE ECONOMY JOURNAL

Ronda Universitat 12, 7ª Planta -08007 Barcelona
Tlf (34) 93 301 05 12
Inscrita en el Registro Mercantil de Barcelona al tomo 39.480,
folio 12, hoja B347324, Inscripcion 1

THE ECONOMY JOURNAL ALL RIGHTS RESERVED

THE ECONOMY JOURNAL

THE ECONOMY JOURNAL ALL RIGHTS RESERVED

Aviso legal - Política de Cookies - Política de Privacidad - Configuración de cookies

CLABE