martes, 19 de marzo de 2024
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Ramón Górriz

¿Los robots quitarán el trabajo a las personas?

Secretario de Acción Sindical de CCOO



No parece. Desde la crisis de 2008 hasta 2014 se han creado 212 millones de puestos de trabajo netos en el mundo, según datos de la OIT. Cada año se crean cerca de 40 millones de empleos en el conjunto del planeta. Hay 823 millones de trabajadores más que hace veinte años. Hoy hay un total de 3.190 millones de trabajadores en el mundo. Esas cifras parecen indicar que no estamos en un proceso irreversible de fin del trabajo.



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Un primer error cuando se analiza la evolución del trabajo en el mundo son las equivocadas perspectivas que, con mucha habitualidad, eligen los analistas. A menudo se hacen consideraciones globales en base a lo que ven en su entorno inmediato, como mucho a lo que ocurre en su país.


El debate sobre los posibles efectos de una segunda ola de robotización en el empleo vinculando esta nueva robotización a innovaciones tecnológicas como la Revolución del Big Data, el Internet de las cosas y el desarrollo de sensores avanzados, los robots autónomos y la robótica inteligente, la impresión en 3D, etc… se ha revitalizado en los medios de comunicación a partir del trabajo de Carl B. Frey y Michael A. Osborne del centro de investigación Martin School de la Universidad de Oxford presentado en 2013: "El futuro del empleo: ¿Cómo son de susceptibles los puestos de trabajo a la automatización?".


Sin embargo, ese trabajo ha sido tan cuestionado por los especialistas del ramo como difundido por los medios de comunicación generalistas.



La evidencia empírica, pone de manifiesto que los países más robotizados del mundo, los más desarrollados, son los que menos desempleo tienen



Un reciente estudio de la OCDE de tres economistas alemanes (Arntz, Gregory y Zierahn): "El riesgo de la automatización del trabajo en los países de la OCDE, un análisis comparativo" -que no ha tenido el mismo eco mediático que el estudio británico-, cuestiona la metodología de los británicos. Tan solo estudiaron con detalle el riesgo de automatización de 70 ocupaciones, y luego de forma mimética imputaron los ratios obtenidos a otras 630, sin analizarlas en profundidad.


El riesgo de automatización es mayor en los países emergentes


Incluso un análisis pormenorizado del trabajo de Frey y Osborne, nos lleva a la conclusión que el riesgo de automatización es mayor en los países emergentes. Una conclusión evidente ya que han sido a estos países donde se han deslocalizado la mayor parte de los procesos productivos fordistas de las cadenas de valor global, y los trabajos rutinarios y mecánicos "robotizables", debido al menor coste de su mano de obra por la inexistencia de sindicatos libres.


No podemos olvidar que China, el país que actualmente es la fábrica del mundo, no permite la existencia de sindicatos libres. Los más de 200 millones de trabajadores que están afiliados a los sindicatos chinos no tienen derecho a una negociación colectiva libre. Ahí tenemos el gran agujero negro de la globalización en términos de derechos laborales.



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La evidencia empírica, esto es, la realidad pone de manifiesto que los países más robotizados del mundo, los más desarrollados, son los que menos desempleo tienen.


¿Algunos países desarrollados tienen un problema de creación de empleo, y sobre todo de creación de empleo de calidad según los estándares laborales a los que estamos acostumbrados? Sí. Pero ese ya es otro problema, ya no es un problema global, sino local y de las políticas que en ellos se han tomado. Ahí deberemos enfocar el problema en las políticas de austeridad fiscal y devaluación salarial. La incorporación de nuevas tecnologías no es la principal causa de la creciente desigualdad laboral y social.


Dean Baker cuestiona que sea la revolución digital la causa principal de la pérdida de empleo en EE UU. Según este economista -codirector del Center for Economic and Policy Research (CEPR) de Washington DC- la excesiva atención que se presta a la digitalización como causa de la pérdida de puestos de trabajo tiene como objetivo evitar que se analicen las causas reales del deterioro de las condiciones de vida de millones de trabajadores que no son tecnológicas, sino políticas, derivadas de las medidas tomadas desde los años ochenta para debilitar a los sindicatos. No es la revolución digital, sino la contrarrevolución neoliberal, según Baker, la causante de la creciente precariedad y de los altos índices de desempleo actuales en algunos países.


La tecnología digital tiene menos impacto en el empleo que otras


En este sentido también se expresa Dani Rodrik, de la Universidad de Harvard, cuando indica que la tecnología digital tiene menos impacto en el mercado de trabajo que otras tecnologías introducidas en el pasado, como la electricidad, el automóvil, el avión, etc.., los incrementos de productividad han sido muy inferiores a los del pasado. Los sectores que en EEUU están demandando más empleo son los relacionados con las aéreas sociales y con la economía verde, sectores que en España están infra-desarrollados por diferentes motivos: políticas de austeridad fiscal y recorte del gasto público, el oligopolio eléctrico existente en nuestro país y la falta de una política industrial inteligente.



La digitalización es un proceso que debe servir para empoderar a las trabajadoras y trabajadores y a la ciudadanía, y aumentar la cohesión e inclusión en un modelo social



Una de las principales claves para lograr que la innovación sea un claro valor competitivo es que la organización empresarial sea capaz de incentivar la implicación de sus trabajadores en los procesos de innovación. La participación de los trabajadores en las empresas es uno de los principales elementos que favorece el liderazgo tecnológico de éstas y permite un incremento de su capacidad exportadora. En gran medida, las dificultades de innovación de las empresas tienen que ver fundamentalmente con estructuras organizativas rígidas que conciben al trabajador como una mera herramienta de fácil sustitución.


Una mayor participación de los trabajadores en la organización del trabajo, y en la definición de los grandes objetivos de la empresa, es un factor que impulsa claramente la innovación permitiendo obtener ganancias de productividad de las que también tienen que beneficiarse los trabajadores. La implicación de los trabajadores es un elemento determinante en la generación de riqueza, algo que reconocen las propias empresas.


La digitalización es un proceso que debe servir para empoderar a las trabajadoras y trabajadores y a la ciudadanía, y aumentar la cohesión e inclusión en un modelo social.


En este sentido, el proceso debe ir acompañado de derechos y protecciones tan importantes, como la participación. La organización del trabajo, la negociación colectiva, el derecho a la protección de los trabajadores y trabajadoras, de una formación que las empresas y los Gobiernos deben impulsar para aumentar la inversión en educación y formación. Estamos convencidos que los robots pueden brindar empleo de mayor calidad y promover mayor justicia social.



Ramón Górriz es trabajador de General Motors (GM) desde 1981, fue secretario del Comité de empresa y secretario general de la sección sindical de CC.OO en GM de 1988 a 1993. En la década de los 80 fue además miembro de la Ejecutiva Regional de CC.OO de Aragón, y de 1987 a 2008 fue miembro de la Comisión Ejecutiva de la Federación Minerometalúrgica de CC.OO. Desde 2008 es miembro de la Comisión Ejecutiva confederal de CC.OO, con la responsabilidad de la secretario de Acción Sindical. Desde 2009 forma parte del Comité Ejecutivo de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

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