jueves, 28 de marzo de 2024
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Enrique Cabrera Marcet

El foro de iWater: un think tank necesario para avanzar hacia una gestión sostenible del agua

Profesor de Mecánica de Fluidos. ITA. Universidad Politécnica de Valencia

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Enrique Cabrera Marcet. Profesor de Mecánica de Fluidos. ITA. Universidad Politécnica de Valencia

A día de hoy nadie discute que uno de los mayores desafíos que la humanidad afronta en este siglo XXI es la gestión sostenible del agua. Y hasta puede que sea el mayor. Tal es, de hecho, el parecer del Foro Económico Mundial que ha calificado las crisis del agua como el riesgo de mayor impacto social. Y por si no bastara, lo corrobora Naciones Unidas que, al establecer los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) ha situado en primer plano al agua y al saneamiento. Es, de hecho, el sexto ODS cuando hace quince años, definiendo los retos del milenio que acababa de nacer, sólo alcanzó a ocupa run segundo nivel (el 7C),dentro del séptimo reto Garantizar la Sostenibilidad del Medio Ambiente. Y en los próximos quince años mucho deberá mejorar la situación para que ,cuando en el 2030 se revise el estado de los ODS, el protagonismo indeseado que a las crisis del agua hoy le corresponde no suba otro peldaño. Porque pese a los indudables avances, los problemas crecen a mayor ritmo que las soluciones, por lo que el balance global sigue en negativo.

Vivimos, arrastrados por la globalización que nos preside, un mundo de grandes cambios tecnológicos. Por fortuna, el mundo del agua no escapa a ellos. Tan profundos son que hasta es posible beber, cumpliendo los más exigentes estándares de calidad, agua residual depurada. Unos avances que debieran hacernos ver con optimismo el futuro. Pero en la realidad la milenaria cultura del agua, bien anclada en el pasado, lastra muchas soluciones. Tanto la ha consolidado el paso de los siglos que en muy pocos lugares se ha adecuado a los tiempos que corren. Prevalecen derechos históricos milenarios (establecidos en un contexto que nada tiene que ver con el actual) y siguen vigentes leyes centenarias cuya adecuación a la realidad de hoy es extremadamente compleja. De otra parte las estructuras de gestión creadas hace décadas, concebidas para lo que entonces convenía, promover obras, tampoco se han adecuado para hacer lo que ahora importa más, gestionar mejor. Por ejemplo son incapaces de controlar la sobreexplotación y contaminación de acuíferos. Y en fin, la gran mayoría de ciudadanos desconoce que gestionar el agua de manera sostenible requiere importantes inversiones con un coste importante que el usuario debe asumir. Sencillamente por ser la solución que, por económica y eficiente, conviene al interés general. Por ello la Directiva Marco del Agua lo exige. El agua es un bien social, pero también ambiental y económico.

En conclusión, para resolver el problema del agua es condición necesaria (aunque no suficiente) educar a la ciudadanía para que facilite cambios que propicien su gestión sostenible. Y educar también a los responsables de tomar las decisiones en cualquiera de los ejes que enmarcan su gestión: político, gerencial y técnico. Tanto que sólo saldremos del embrollo educando a usuarios y decisores. Para poder llegar a decisiones equilibradas y consensuadas en un problema tan transversal, cada parte debe conocer y comprender los puntos de vista alternativos. Fácil de decir y difícil de hacer, tanto por la enorme inercia de este complejo mundo, como por los intereses que el tiempo ha ido creando.

Inmersos en un marco complejo, los problemas se multiplican. Las áreas geográficas con escasez de agua son las que, poblacionalmente, más crecen y también donde la amenaza del cambio climático es mayor mientras la contaminación, sobre todo en los países en desarrollo, no está controlada. Problemas de escasez y de calidad cuyas soluciones (nuevas fuentes de agua, como la desalación, depuración, transporte del agua desde donde está hasta donde se necesita,?) son energéticamente exigentes, propiciando la emisión de gases de efecto invernadero que, a su vez, aceleran el cambio climático lo que, a la postre, se traduce en una reducción de los recursos disponibles. Es como la pescadilla mordiéndose la cola. Faltan también infraestructuras, pero si las que existen no se mantienen, las carencias aumentan. Con graves problemas de financiación (los más de los gobiernos no tienen capacidad para promover obras), el capital privado, aunque atraído por el escaso riesgo de la actividad, sigue indeciso dadas las permanentes turbulencias que envuelven este mundo complejo.

El resultado final es bien conocido. Mil niños mueren a diario por enfermedades diarreicas relacionadas con el agua, mil millones de personas carecen de agua de calidad y dos mil quinientos millones no tienen saneamiento. Cifras que impresionan y que, probablemente, sean mayores porque estos números son la síntesis de datos oficiales, siempre maquillados. Y en cualquier caso es la punta del iceberg, porque el catálogo no listado de problemas menores es incontable.

En síntesis, complejos problemas sin una solución única (desde cada óptica de análisis se suelen proponer respuestas diferentes) en un marco milenario de dificultad máxima. Pero existen sólidos puntos de apoyo. Como la tecnología, capaz de resolver problemas y de aumentar la eficiencia para hacer más con menos aunque, conviene no olvidarlo, la tecnología es un medio, no el fin. Otro punto de apoyo fundamental debe ser el sentido común que, para laminar su componente subjetiva, debe fundamentarse en casos de éxito. Y recurrir siempre a las recetas que no admiten discusión. Como ahorrar agua (exige recuperar los costes), gestionar mejor la demanda, reutilizar el agua (la mejor fuente alternativa) y hasta fomentar el comercio del agua virtual. Pero ello exige derribar barreras culturales y suprimir(o, cuanto menos, laminar) privilegios. Dicho de otro modo, flexibilizar el marco en el que este partido se juega.

En este complejo escenario acaba de aterrizar iWater. Y lo ha hecho con dos objetivos. El primero, mostrar las herramientas con las que atacar con garantías de éxito los problemas, la razón de ser de una Feria que, para acercar más las novedades tecnológicas a los interesados, cuanta con el respaldo del Tech Hub. El segundo, es la misión del Foro, identificar soluciones razonables que, ya se ha dicho, no son únicas y, al tiempo, reflexionar sobre cómo transformar el rígido marco actual en otro adecuado al siglo XXI.

El Foro es, pues, un pilar clave de iWater. En su edición de 2016 ha debatido tres asuntos, resiliencia, gobernanza y financiación, perfectamente alineados con la problemática actual. Para facilitar la lectura de este documento de síntesis, se detallan por separado los contenidos (ideas y discusiones) de cada día. En un último apartado, síntesis de las síntesis, se resumen las principales conclusiones que, de algún modo, permitirán avanzarlos asuntos que convendrá analizaren ediciones venideras. Todo encaminado a dejar constancia del primer paso de una andadura, larga y fascinante, que debe seguir.

Primer día

En un mundo que evoluciona a gran velocidad, los cambios relacionados con el medio natural van a peor. Más necesidades, menos disponibilidad de agua y un cambio climático que propicia la frecuente aparición de eventos extremos, sequías e inundaciones. Por ello es vital adecuarlas ciudades que habitamos y las estructuras productivas, agrícolas e industriales, a las nuevas condiciones de contorno que, por lo dicho, serán mucho menos amables. Una mayor capacidad de resistencia que se ha dado en llamar resiliencia y que, en síntesis, es adecuar nuestros modos de vida a las nuevas circunstancias. Precisamente la resiliencia (fundamentalmente desde la óptica de los usos del agua) es el asunto que presidió la primera jornada del Foro de iWater. No es un término propio sino importado. El diccionario de la RAE lo aplica a seres vivos (capacidad de adaptación a agentes perturbadores) y a materiales mecánicos (capacidad de recuperar su estado inicial cuando la perturbación ha cesado). Así pues, el término se ha generalizado a sistemas complejos (las ciudades) que, como los seres vivos y los materiales, deben prepararse para convivir en las mejores condiciones posibles con lluvias intensas y sequías prolongadas.

Pues bien, con el hilo conductor de la resiliencia, la Jornada se organizó en diez ponencias y dos mesas redondas. Tras la apertura del Forum, con la presencia de representantes de las administraciones y de entidades profesionales, el primer ponente Peter Gleick repasó la evolución de la gestión del agua a largo de los tiempos y delineó las directrices del futuro. Seguidamente Carolina Rodríguez presentó el programa europeo PRIMA, centrado en el Mediterráneo, una de las áreas geográficas del mundo más expuesta a eventos extremos y a la que, cual se verá, iWater dedicó el tercer día un bloque completo. A estas dos ponencias siguieron los análisis de cómo adecuar las estructuras productivas (la agrícola, Jaime Lamo y la industrial Josep Molas, Xavier Cardoso y Dirk van der Stede) al nuevo marco. La mañana se cerró con una mesa redonda, moderada por Montserrat Termes, que debatió el papel de la economía del agua en el nuevo contexto de escasez.

Más específica fue la jornada de tarde centrada en cómo aumentar la resiliencia de las ciudades (por los graves daños asociados son las estructuras más vulnerables) ante futuros eventos indeseables. Se estructuró en tres fases. En primer lugar se presentaron las actuaciones que tres ciudades europeas (París, Youseff Diab; Lisboa, Rafaela Matos y Barcelona, Gustavo Ramón) están realizando. En el segundo se abordó de modo específico el riesgo natural con mayor impacto en las ciudades, las inundaciones. Javier Sánchez revisó la adecuación de la normativa europea al futuro marco climático, y su transposición a España. La Jornada se cerró con una mesa redonda que analizó diferentes estrategias para aumentar la resiliencia de los servicios urbanos de agua. Estuvo dirigida por Francisco Cubillo.

Tras el precedente resumen del programa del primer día, sigue una síntesis de los contenidos expuestos. En la apertura participaron Ger Bergkamp, representando a la IWA, International Water Association, Joanna Drake a la Unión Europea y Lluis Ridau y Liana Ardiles a la Generalitat Catalana y al Gobierno de España respectivamente. Los representantes políticos detallaron actuaciones y delinearon directrices de sus instituciones. Ger Berkgkamp habló de la gran inversión a realizar en los próximos quince años para, en el 2030, alcanzar el sexto ODS. Por su parte Joanna Drakke subrayo la importancia de la trasparencia y de la eficiencia en la gestión del agua, destacando que siendo la sostenibilidad objetivo innegociable, la recuperación de costes también lo es.

La conferencia inaugural (Peter Gleick, Pacific Institute) comenzó con una breve descripción de la gestión del agua a lo largo de los tiempos. Llegado a nuestros días, detalló los mayores problemas que a su parecer tenemos pendientes. Entre otros, recuperar la calidad del agua, producir los alimentos necesarios, resolver los conflictos hídricos, garantizar el derecho humano al agua y, en fin, afrontar con éxito el reto del cambio climático. Asimismo esbozó el camino a recorrer para resolverlos, en buena sintonía con los asuntos/soluciones a debatir en este Foro. Y lo hizo enfatizando en la importancia de reformar las instituciones para adecuarlas al marco actual (gobernanza), apostando por la tecnología que permite beber agua depurada con absoluta garantía (reutilización) y por mejorar la eficiencia (el objetivo de la Feria de iWater). Como ejemplo de eficiencia sostenida, comparó el actual gasto de agua en los USA con el habido en 1970. En estos 35 años la economía (medida con el Producto Interior Bruto) se ha multiplicado por 2.5, mientras el consumo de agua se ha reducido un 10%. Hasta 1970, consumo de agua y economía, habían crecido al compás. Una mayor eficiencia los ha desacoplado.

En la segunda presentación, muy tecnocrática (Carolina Rodríguez, Unión Europea), describió las características del programa PRIMA (Partnership for Research and Innovation in the Mediterranean Area, Unión Europea, Octubre de 2016), concebido para desarrollar e implementar estrategias que propicien una gestión más sostenible del agua, en especial la agricultura. Participan en PRIMA unos 20 países (los mediterráneos de la UE y del norte de África), tendrá un largo recorrido en el tiempo (2018 a 2027) y un presupuesto total asignado de 400 millones de euros (financiados al 50% por la UE y los países participantes).

A estas contribuciones de carácter general siguieron cuatro presentaciones y una mesa redonda en las que se reflexionó sobre la adecuación de la agricultura y la industria a un marco de creciente escasez de agua. En su intervención, el profesor Lamo de Espinosa sintetizó su reciente libro (El agua en un mundo global y bajo el cambio climático) en el que analiza el regadío desde una perspectiva general. Defendió una administración más racional y compacta (recordó que para conseguirlo es necesario un pacto de estado), seguir modernizando el regadío para mejorar la eficiencia, la progresiva implantación de una agricultura "climáticamente inteligente" que incluya los nuevos conceptos de agua virtual y huella hídrica y, en fin, potenciar la tecnología para hacer más con menos.

En ello abundaron los ponentes representantes de la industria. El primero (Josep Molas, Coca Cola) articulo su discurso en torno a tres ideas. El agua de calidad es ingrediente esencial de la industria alimentaria (de ahí su compromiso, y hasta obligación, por preservarla), la necesidad de minimizar su consumo en el proceso productivo (tanto potenciando la eficiencia como reciclando) y ya, en un plano más corporativo, su compromiso por devolver al medio natural una cantidad de agua igual a la detraída. El segundo ponente (Xavier Cardoso, Nalco) que, en sintonía con el perfil de su empresa, enmarcó el uso industrial del agua en un contexto mucho más amplio, transmitió a la audiencia un mensaje similar. Hay que mejorar la eficiencia potenciando los tres principios ambientales clave (reducir, recircular y reutilizar), reflexión que completó con dos comentarios ligados al agua como bien económico. Que con demasiada frecuencia el agua es más barata donde más escasea y que conviene conocer su valor real calculando las pérdidas derivadas de su carencia. Su empresa ha desarrollado una herramienta "waterriskmonetizer" que facilita este cálculo. El tercer ponente (Dirk Van der Stede, Vlakwa) valoró la importancia socioeconómica del agua basándose en dos estudios notables. El primero, de amplio alcance, Agua y empleo, publicado en 2016 por Naciones Unidas. Entre otras valoraciones notables, concluye que el 42 % del empleo mundial es agua-dependiente. El segundo, más local, un análisis del papel del agua en la economía de Flandes. Alcanza, bien que debidamente cuantificada, una conclusión obvia: no importa tanto su coste (apenas impactaría en la cuenta de resultados) como su disponibilidad. Su falta compromete la sostenibilidad de la mayoría de las empresas.

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