Los recursos hídricos del mundo de agua dulce o "agua azul", entendiendo por tal el agua de ríos y lagos así como el agua subterránea, son 35 millones de km3 de los que 69/70% es hielo. De los 119.000 km3 de agua de precipitación anual, unos 45.000 km3 son "agua azul", el resto, un 62% es "agua verde" o agua del suelo que experimenta la evapotranspiración. Y los recursos hídricos renovables por habitante son muy variados según países y regiones. España se encuentra entre los que sufren "estrés hídrico ocasional o localizado" según AQUASTAT, que sólo tiene en cuenta el "agua azul".
En cuanto al recurso debemos ser conscientes de su irregular reparto geográfico, sus diferentes usos y el enorme peso del recurso en uso agrario para la producción de fibras y alimentos para combatir el hambre.
Geográficamente esos 45.000 km3 por años de "agua azul", se distribuyen territorialmente de modo muy variables: casi 6.000 m3/habitante/año en el conjunto mundial, pero solo 2.345 en África y 20.259 en América. En nuestra Europa Mediterránea tan solo 3.096 m2/habitante y año. La calificación de país o estado con "escasez absoluta", "escasez crónica", "estrés hídrico" o "estrés hídrico ocasional", afecta a grandes zonas del mundo.
De ese "agua azul", casi el 70% se destina a la agricultura para producir alimentos. El resto se aplica a usos urbanos (12%) o industriales (18%). En la Europa Mediterránea, la parte agraria absorbe menos, el 52%, extrayendo unos 91 km3/año de agua dulce para el total de necesidades. La extracción mundial de agua demuestra, pues, que el gran consumidor de la misma, muy por encima de los usos industriales o urbanos, es la agricultura.
Hoy, 324 millones de hectáreas del mundo son regadas, un 20,8% de la superficie cultivada, cifra que en Europa es de 25,7 millones de has (8,9%) y en Europa Mediterránea 10,4 millones (un 31,1%). Pero ese 20,8% de la superficie cultivada mundial produce más del 40% de la producción agraria. El agua es, en consecuencia, el recurso básico para asegurar la alimentación mundial. De esos 324 M hectáreas, un 25% se hallan en los países desarrollados. Pero, en estos países, la expansión del regadío está siendo frenada por el uso industrial, el crecimiento urbano y una mayor demanda de consumo en las grandes ciudades para el hábitat y el ocio. Y no olvidemos que el alto grado de concentración urbana hace que el consumo urbano, ciudadano, en el hogar, crezca exponencialmente (hoy es de unos 130/140 l/hab/día en España). Y la legislación más generalizada considera tales demandas como prioritarias frente a las agrarias.