viernes, 19 de abril de 2024
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Redacción

Los Objetivos del Milenio y el agua

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Redacción.- Los objetivos de Desarrollo del Milenio, también conocidos como Objetivos del Milenio, son ocho propósitos de desarrollo humano fijados en el año 2000, que los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015.

Entre ellos, ocupa un lugar relevante el agua, porque incluyen de manera explícita la meta de reducir la proporción de personas sin acceso al agua y el saneamiento y porque, implícitamente, el agua está muy presente en la mayoría de los procesos de desarrollo que contempla el programa.

Doce años después de arrancar con los Objetivos, el mundo está en camino de cumplir con la meta sobre el agua potable, aunque hay zonas en queda todavía mucho por hacer. Se requieren, por ejemplo esfuerzos acelerados y específicos para llevar el agua potable a todos los hogares rurales. El suministro de agua potable sigue siendo un desafío en muchas partes del mundo.

Sin embargo, las diferencias en la disponibilidad de instalaciones sanitarias entre zonas urbanas y rurales siguen siendo abismales. La mitad de la población en países en vías de desarrollo carece de servicios sanitarios. Todo lo cual hace prever que la meta del 2015 en este ámbito no parece alcanzable.

Sin agua no hay desarrollo


Tras la caída del muro de Berlín, el fin de la confrontación Este-Oeste y el recrudecimiento de las contradicciones entre Norte y Sur, el por entonces Secretario General de las Naciones Unidas ButrosButros-Ghali propuso la celebración de una serie de cumbres internacionales para afrontar y poner remedio a los grandes problemas que aquejaban a la humanidad.

Producción agraria, abastecimiento energético y mercados de trabajo constituyen los grandes retos para la humanidad. Lo globalización ha mejorado los estándares de vida de millones de personas, pero la escasez de recursos puede hacernos víctimas del éxito. El rendimiento medio de los cultivos ha caído un 50% desde 1960. Habrá que producir más con menos, lo cual hará que las zonas deprimidas se conviertan en escenarios de competencia por el control de la tierra y el agua.

En el ámbito energético, se prevé un incremento de más de un tercio de la demanda para 2035, debido en gran medida al crecimiento de los países emergente y, en paralelo, será necesario limitar las emisiones de CO2.Contar con un abastecimiento energético estable y ecológico exige un doble esfuerzo de ahorro y eficiencia. En este terreno, el agua constituye un vector fundamenta, tanto para la producción de energía hidráulica, como en los consumos que acarrea la producción y abastecimiento de otras formas de energía.

Un canadiense utiliza cuatro veces más recursos que un hindú

Así, será necesario desvincularse de los modelos de desarrollo y crecimiento que conllevan un uso intensivo de recursos como el agua y la energía, garantizando una distribución más justa de las cuotas de consumo. Un canadiense medio utiliza cuatro veces más recursos que un hindú. El consumo habitual de carne exige doce veces más agua y genera veintes veces más emisiones de CO2 que la producción vegetal.

Los más jóvenes se concentran en los países pobres y la gente más mayor en los países desarrollados. La respuesta a la superpoblación pasa por el desarrollo y la cooperación, única vía capaz de garantizar la sostenibilidad social y ecológica del planeta, la prosperidad económica de la humanidad, el desarrollo educativo y el acceso a mejores estándares de vida. Estándares que, en buena medida, pasan por una gestión integrada y avanzada de los recursos hídricos.

Existe una tendencia al incremento de las catástrofes naturales, en frecuencia e intensidad. En 2008, hubo 20 millones de personas desplazadas por desastres ecológicos y dentro de cuarenta años habrá 200 millones de desplazados por el cambio climático. En los próximos cincuenta años, la mayoría de las migraciones se producirán dentro de los propios países afectados por desastres naturales.En 2009 hubo 17 millones de damnificados por inundaciones en África y Asia, al año siguiente fueron 42 millones y en 2060 podría alcanzar los 192 millones de personas. Así, los movimientos migratorios no se explican exclusivamente por motivos bélicos o laborales, sino también por el clima y los desastres naturales, cosa impensable en los países desarrollados. También el agua es aquí protagonista. Su escasez, como consecuencia del cambio climático, o su descontrolada abundancia en espacios carentes de infraestructuras de almacenaje y canalización adecuadas, constituyen una de las claves para hacer frente al cambio climático y sus consecuencias.

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