Les hablaba yo en el artículo anterior sobre la interesante acción conjunta entre empresa privada y ente público colaborando juntos en pos de luchar contra la degradación social y la delincuencia en una de las ciudades más peligrosa de EE.UU.: Camden (Nueva Jersey). Y lo mencionaba porque en España adolecemos de un prejuicio en torno al concepto "privado" en contraposición a lo "público", identificando a lo privado como "malo", perjudicial y caro, mientras que lo público se asocia como "bueno", beneficioso y gratis.
De hecho esto es en parte equívoco. Recordemos que lo público no es gratis (lo pagamos todos) y que en ocasiones quienes lo gestionan no son lo eficaces que deberían ser en sus actos y resultados, causando grandes perjuicios al ciudadano en cuanto a correcto uso de los bienes y servicios públicos. La ausencia de despilfarro a través del control del presupuesto actuando con diligencia en el gasto y evitando el mal uso de recursos materiales y humanos conlleva a una mayor eficacia en la prestación de servicios públicos cuando estas son gestionadas por empresas, incluso sumándole el beneficio que deben intentar lograr, entre otros, para mantener puestos de trabajo, pagar salarios, cotizaciones para la jubilación, prestaciones por bajas, enfermedad, etc.
Es falsa la dicotomía donde lo público siempre gestiona y ofrece mejor servicio para el ciudadano y las iniciativas privadas siempre buscan lucrarse a base de la explotación laboral y el recorte inhumano de servicios y medios. La titularidad de servicios esenciales debe ser pública, pero su gestión debería ser llevada por quienes trabajan con mayor eficacia para el ciudadano, que es quien lo sustenta con sus impuestos. Y ahí la iniciativa privada puede mejorar los resultados de la gestión realizada por el funcionariado. Eso sí, nunca permitiendo que sea en base a acciones que perjudiquen a los empleados, las infraestructuras y medios o los ciudadanos destinatarios de tales servicios.