De los 17 objetivos para el desarrollo sostenible que la ONU se plantea para el 2030, los 16 primeros son en sí mismos propósitos mesurables sobre temas concretos -eliminar la pobreza, proporcionar agua y saneamiento?..-, pero el 17 es la única estrategia convertida en objetivo para la consecución del desarrollo sostenible: el desarrollo de las alianzas multidireccionales. La confluencia de los que representan a los ciudadanos, no siempre democráticamente, con las organizaciones e individuos públicos o privados que pueden ayudar a desarrollar capacidades, tecnologías, y procesos de financiación, entre otras cosas, para el logro de todos y cada uno de los objetivos para el desarrollo sostenible, y esa confluencia, esa alianza general entre todos los actores de la sociedad humana, como fundamento y como piedra de clave de la cooperación como condición primera y última de un progreso auténticamente humano y de la paz.
Frente a este planteamiento del pensamiento y las estrategias globales para avanzar en la solución de los problemas del mundo y en la construcción de una civilización humana justa, robusta y transcendente en el tiempo y, por qué no, en el espacio, se da entre nosotros una suerte de regresión milenarista según la cual todo lo público, es decir, en última instancia la encarnación del poder y sus administradores, es beatífico y salvífico, y todo lo privado, es decir, en última instancia la encarnación de lo que se sitúa suficientemente al margen como para poder cambiar, descubrir e innovar, es demoníaco y perverso y no pretende otra cosa más que el acceso al poder en cualquiera de sus formas, preferentemente la económica.
Incluso como cuento gótico resultaría simplista y ridículo si no fuera porque tiene Savonarola que lo escriba e Inquisición que lo convierta en artículo de fe. Así la Iniciativa Legislativa Europea para la gestión pública del agua, que no es otra cosa que una iniciativa corporativa del lobby de los trabajadores alemanes de empresas públicas de gestión del agua para no tener que competir para dar un servicio mejor y más eficiente a los ciudadanos. De esa iniciativa, soportada en un 75% por firmas alemanas y en un 25% por las de todos los demás países de la Unión, se deriva una tendencia que puede acabar perjudicando gravemente la prestación del servicio de abastecimiento, y retrasando la evolución de nuestras ciudades hacia el modelo de ciudad inteligente que se perfila en el futuro como la que más ofrece a sus habitantes, porque es la más productiva y la que genera más oportunidades económicas y personales. Y esto es así porque esa reacción que se quiere asimismo anticapitalista, es fundamentalmente anacrónica y anti-progreso. Se puede llamar pues a ese movimiento La Reacción, en su significado clásico de contra-progresismo.
La innovación necesita mecanismos de transparencia
Los días 6 y 7 de junio se celebró en Nueva York, en la sede central de las NNUU un Foro de Alto Nivel sobre como la ciencia, la tecnología y la innovación eran los motores básicos para alcanzar los Objetivos para el
