El 16 de diciembre de 2011, seis días antes de que Alberto Ruiz-Gallardón renunciara a la alcaldía de Madrid para asumir el cargo como ministro de Justicia, el Banco de España hacía pública la información de la deuda de los ayuntamientos españoles. En la información difundida por este organismo, el consistorio madrileño se llevaba todas las medallas con una deuda astronómica de 6.891 millones de euros. Ruiz-Gallardón, que había asumido la alcaldía en 2003 con una deuda de 1.440 millones, en tan sólo ocho años de gobierno había quintuplicado esta cantidad.
De los proyectos faraónicos al cierre de centros sociales
Durante su mandato el ex-alcalde de Madrid mostró una especial predilección por los megaproyectos, los que financió a base de créditos con diversas entidades financieras. Obras como el soterramiento de la M-30, la construcción de Madrid Río o la remodelación del Palacio de Cibeles fueron algunas de las "joyas" impulsadas por Gallarón, las que provocaron un agujero en el ayuntamiento de Madrid equivalente al 25% del total de la deuda que mantienen los 8.144 consistorios españoles.
El resultado de este "megaendeudamiento" (que no se terminará de saldar hasta 2036), lo están pagando todos los madrileños. Entre otras cosas, el ayuntamiento ha subido el precio del aparcamiento en las calles de la ciudad y ha impuesto nuevas zonas de parquímetros en barrios antes liberados, con la oposición de diversas asociaciones de vecinos y comerciantes. También se ha eliminado parte del programa de drogodependencias, se ha dejado sin presupuesto al programa de ciclovías y se ha subido la tasa de servicios públicos como las piscinas, los polideportivos y los centros culturales.