Ramón Ramos Peña. Profesor de Economía en el IES Puerto del Rosario
Pero me parece más importante formularnos otra pregunta: ¿Por qué nos estamos cargando el Estado de Bienestar? Y, todavía mejor, ¿Cuál sería la solución para que esto no ocurriera?
Vayamos por partes
En cualquier empresa, grande o pequeña, si las cuentas no cuadran y tengo pérdidas, porque repetidamente los gastos superan a los ingresos, vale más cerrar; de esta forma, al menos no tendré que hacer frente a una serie de costes fijos (alquileres, energía, suministros, etc.) necesarios para que el negocio funcione. Pues bien, creo que algo similar ha ocurrido con nuestro Estado de bienestar: en época de "vacas gordas" (bonanza económica) ha habido una relajación excesiva en el necesario control de las cuentas públicas, esto es, mala administración de los recursos públicos. Consecuencia: las cuentas no cuadran. Culpable: la Administración Pública.
Pero ¡ojo!, no es el único culpable. Otros han hecho también mal las cosas, ¿Quiénes?, aquí entrarían los otros dos agentes económicos (aparte del sector público al que ya me he referido) que existen en toda economía: las familias y las empresas (en especial las empresas bancarias). Como diría mi madre: "nadie debe echarse a la boca más de lo que puede revolver (masticar)". Y justamente eso es lo que ha ocurrido, nos hemos dejado llevar por la euforia excesiva y desenfrenada dominante que, entre otras cosas, nos ha impedido calibrar la magnitud de los riesgos que hemos tomado. Y como estamos en una sociedad cada vez más especializada y con un alto grado de interdependencia, muchas veces olvidamos que hay variables (y acciones concretas de determinadas personas y/o empresas) que no podemos controlar y cuyas consecuencias, directa o indirectamente, alcanzan a casi todos.