
Salvador Faus Verdú. Periodista
Un paro incontrolado que afecta a 720.000 ciudadanos, el gobierno autonómico más endeudado y en bancarrota, la sanidad y la educación públicas amenazadas por los recortes indiscriminados, los índices de pobreza en niveles más que preocupantes, los grupos sociales más vulnerables abandonados por los poderes públicos...
La radiografía del estado del bienestar social del País Valencià, en donde unas 178.000 familias carecen de ingresos, no puede ser más preocupante. Y todo ello "gracias" en gran medida a unos gobernantes que han hecho del despilfarro en megaproyectos su "leitmotiv" político en las dos últimas décadas.
Noviembre de 2009. La crisis ha estallado ya con toda su crudeza y el circuito de Cheste se engalana para la presentación oficial de los pilotos de Ferrari para la próxima temporada de la Fórmula 1. Ajenos a la imagen que al día siguiente será portada en los diarios, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, se exhibe al volante de un Ferrari azul con la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, a su lado. En el asiento trasero, como pasajeros de lujo, los pilotos Fernando Alonso y Felipe Masa.
Minutos después y mientras aparenta levitar sobre la tierra que lo vio nacer, Camps destaca que la escudería italiana ha convertido Valencia "en la capital mundial de la Fórmula 1". El entonces jefe del gobierno valenciano asegura que proyectos como el de la Fórmula 1 se traducen en "generador de empleo y prosperidad" y explica que lo que ese día estaba ocurriendo en la Comunidad Valenciana no era más que "recoger una excepcional cosecha".