martes, 19 de marzo de 2024
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Redacción

¿Hay futuro para los sindicatos?

Federico Durán López

Federico Durán López. Catedrático de Derecho del Trabajo. Garrigues Abogados.

Sin cambios drásticos, no. Si las organizaciones sindicales siguen instaladas en la dinámica reivindicativa y sindical de las décadas pasadas, el declinar será inevitable.

Pero en la nueva economía globalizada, unos renovados sindicatos tienen reservado un papel importante. Para poder desempeñarlo, sin embargo, el cambio en la estrategia sindical, que exige ante todo un cambio de mentalidad, y requiere por ello un riguroso proceso de conocimiento de la realidad económica y social y de reflexión sobre la misma, ha de ser drástico. Lo más importante en estos momentos, para garantizar la supervivencia del movimiento sindical, no es el aseguramiento de posiciones de poder, en las relaciones laborales o en la relación con los gobiernos, sino la reflexión, el estudio, el pensamiento, que lleven a una completa renovación de los planteamientos de la acción sindical.

¿Cuáles son, en la actual etapa histórica, los condicionantes más importantes de la acción sindical? En primer lugar, el cambio en la relación de fuerzas entre lo que, por simplificar, podemos denominar capital y trabajo. En la nueva economía globalizada, caracterizada por la apertura de las economías, el incremento exponencial de los intercambios económicos, los avances técnicos y sobre todo el progreso de las tecnologías de la información y su incidencia en los procesos productivos, y al acercamiento de las pautas de comportamiento de la población (sobre todo de las pautas de consumo) en los diversos territorios de un mundo cada vez más global, la relación de fuerzas entre capital y trabajo, en efecto, ha cambiado sustancialmente. En beneficio del capital y en perjuicio del trabajo.

La existencia de una oferta de mano de obra casi ilimitada (sobre todo de trabajo no cualificado, pero cada vez más, también de cierto trabajo cualificado) a nivel mundial, unida a las posibilidades de externalización, por una parte, y de deslocalización, por otra, de las actividades empresariales (que pueden, además, fragmentarse y ubicarse en distintas localizaciones, buscando las mejores condiciones salariales, regulatorias y de otro tipo, manteniendo sin embargo la unidad del proceso productivo global), hacen que la prevalencia, a medio y largo plazo,en los enfrentamientos laborales corresponda a las empresas. Por eso los sindicatos son mucho más débiles ante el conflicto laboral.

Inferioridad sindical a medio y largo plazo

Pero con un matiz: he dicho prevalencia en el medio y largo plazo, porque en el corto plazo las empresas, sobre todo las del sector industrial y las de los servicios avanzados, son mucho más vulnerables que antes. La capacidad de presión a corto plazo de los sindicatos, dada la organización de los intercambios empresariales y del comercio nacional y transnacional, es muy superior a la de antes. Muchas empresas, dada la organización de sus actividades productivas y los condicionamientos a que ven sometida su actividad comercial, no toleran conflictos de una cierta intensidad.

Un conflicto prolongado o particularmente intenso puede suponer la expulsión de la empresa del mercadoen realidad, no será desaparición sino traslado de la producción a otro territorio.

La acción sindical se vuelve así mucho más compleja: los sindicatos han de ser conscientes de su posición de inferioridad a medio y largo plazo, pero han de usar con moderación su capacidad de dañar en el corto plazo. Las victorias en el corto plazo suelen ser de los sindicatos, pero la prevalencia en el medio y largo plazo, como decía, es de las empresas. Como se ha dicho incisivamente, los sindicatos corren hoy el riesgo de ir de victoria en victoria hasta la derrota final. Los viejos esquemas reivindicativos de la acción sindical han dejado pues de ser de utilidad.

Y ello está relacionado con un segundo condicionante
de la acción sindical, y es que en un mundo cada vez más global, los sindicatos son instituciones cada vez más nacionales. El capital es transnacional; los sindicatos son cada vez más nacionales.

En muchas ocasiones, los
sindicatos no pueden plantear una acción eficaz frente a las empresas transnacionales, porque las posturas de las representaciones laborales de los distintos territorios en que tiene presencia la empresa no son coincidentes, cuando no son contrapuestas. Asistimos continuamente a procesos de inversión empresarial en los que un componente fundamental es el de las negociaciones llevadas a cabo en cada una de las factorías de la empresa, con una verdadera competición para ofrecer las condiciones laborales más ventajosas, capaces de atraer la inversión planteada. La voz única de la empresa se enfrenta a una pluralidad de voces sindicales que, lejos de tener un planteamiento común, compiten abiertamente entre sí.

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