La crisis económica que comenzó en el 2007 ha afectado, en mayor o menor grado, a todos los sectores empresariales, pero a ninguno como a la prensa escrita que ya hace pocos años había sufrido un grave quebranto que obligó a los grandes editores a adoptar medidas muy dolorosas en su cuenta de explotación de la que salieron muy mal parados los periodistas de redacciones tan emblemáticas como La Vanguardia, El País o El Mundo.
La irrupción del periodismo digital, con costes menores y la posibilidad para el lector de obtener la información al instante, ha hecho que las nuevas generaciones abandonen la prensa de papel a su suerte y dejen esa función casi en exclusiva a sus padres y abuelos que todavía no han comprendido, las ventajas de Internet. Los adeptos a los suplementos, son el otro pequeño grupo que hacen posible que lo impreso siga vivo, sin que los expertos se atrevan a vaticinar por cuánto tiempo. Eso está por ver, porque opiniones las hay, como las "meigas", y para todos los gustos.
Alguien ha escrito estos días que "vivimos la mejor época para el periodismo y la peor para los medios de comunicación". Es cierto, porque con las nuevas tecnologías puedes obtener datos, informaciones, y un larguísima lista de prestaciones que facilita mucho el trabajo de los periodistas y además con tu opinión puedes traspasar cualquier frontera.