viernes, 19 de abril de 2024
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Redacción

La revolución mediática y el debate público

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Peru Erroteta. Periodista 

A partir de un análisis del rol político de la prensa, Charles Giraud se pregunta sobre la renovación del oficio de periodistas y sobre los modos de deliberación democrática.

La prensa es la institución no gubernamental más indispensable y más temible para la democracia. Indispensable porque solo ella puede asegurar la generación y la circulación de la información, así como la difusión y la confrontación de opiniones. En una palabra, la conformación del debate público necesario para la creación de las voluntades individuales de los ciudadanos. Temible porque deformando, seleccionando o escamoteando estas informaciones y opiniones, ejerce una influencia nefasta en la formación de la opinión. Esta doble certeza se agrava hoy por el declive de los periódicos tradicionales, los fallos atribuidos a los órganos periodísticos y la aparición de nuevos medios para facilitar el acceso de todos a las comunicaciones, sin pasar por mediaciones hasta ahora inevitables.

El papel democrático de la prensa

Los fundadores de los regímenes parlamentarios en el siglo XVIII y los teóricos de las democracias representativas en el XIX tenían aguda conciencia de la centralidad y la peligrosidad de la prensa para el régimen de autogobierno. Si Jefferson afirmaba preferir sin duda una prensa sin gobierno a un gobierno sin prensa, Tocqueville sostenía que una no puede existir sin la otra. La democracia supone, en efecto, no solo otorgar el derecho de voto a los ciudadanos sino igualmente crear el contexto político que les permita expresar, en el momento de votar, su opción de manera clara. Debe garantizar asimismo la existencia y la independencia de una institución cuya primera función es hacer públicos hechos y opiniones: la prensa. "Es ella con sus ojos bien abiertos quien desvela los resortes secretos de la política y fuerza a los personajes públicos a comparecer ante el tribunal de la opinión. Es ella quien genera interés en torno a diferentes doctrinas y formula la simbología de los partidos. Es a través de ella que nos comunicamos sin vernos y nos entendemos sin ponernos en contacto.

Esta función le confiere a la prensa un poder del que puede abusar o usar de mal modo. Si cada periodista u órgano de prensa no ejerce, individualmente, más que una pequeña influencia sobre el discurso público, su impacto combinado es considerable. Además, el rol de la prensa no se reduce a estructurar el debate público. Instrumentos comerciales y fuentes de entretenimiento, soportes publicitarios y herramientas de propaganda, lugares de producción cultural y puntos de encuentro o de escisión identitaria, los mass media, no son solo ni en primer término ámbito de discusión política. La especialización de una prensa de información que establece una clara diferencia entre hechos y opinión es una invención relativamente reciente, lo mismo que la profesionalización de un colectivo específicamente dedicado a informar.

En cualquier caso, la idea de que el papel de la prensa es crear condiciones para el debate público es una constante del discurso democrático contemporáneo. Pero esa visión clásica, encarnada en las cláusulas constitucionales de la libertad de prensa, cartas deontológicas e incluso en los discursos sociales que denuncian la deriva de los medios se enfrenta actualmente a una mutación radical de la opinión pública. La brecha entre el ideal de una prensa garante del debate público y las formas tecnológicas, económicas y culturales de la comunicación de masas viene siendo debatida desde hace tiempo. Jürge Habermas ya denunciaba hace medio siglo la corrupción del principio de publicidad. "Como consecuencia de presiones cada vez más fuertes -decía-, los periódicos independientes de la Europa de las Luces han cedido el espacio a una industria de las relaciones públicas que ponen la influencia de los mass media al servicio de intereses privados". Y la última "revolución mediática" supone aún más una ruptura radical en la evolución de la comunicación pública, en la medida en que cuestiona tanto la concepción clásica del rol democrático de la prensa como la propia evaluación crítica de las prácticas periodísticas.

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