jueves, 25 de abril de 2024
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El pensamiento conservador siempre ha cuestionado (y sigue haciéndolo), que las crisis económicas son inherentes al capitalismo. Sin embargo, los hechos, tercos, demuestran lo contrario.


Marx llegó a la conclusión de que el enorme poder inherente al ‘factory system’ y su dependencia de los mercados, necesariamente lleva a un incremento de la producción que los satura, disminuyendo los precios y produciendo la paralización de la producción; en una repetición de periodos de actividad moderada, prosperidad, superproducción, crisis y estancamiento. La última causa de las crisis, para Marx, siempre es la pobreza y el consumo restringido (subconsumo) de las masas”. Así de claro resume la Wikipedia el mecanismo de las crisis cíclicas



El ciclo aproximadamente de 8 a 22 se conoce como Ciclo de Juglar, por el médico francés Clement Juglar que lo propuso. Posteriormente se ha comprobado que estos ciclos "medios" son fracciones de ciclos más largos, de 40 a 50 años, también conocidos como "ondas largas", que tienen una fase de expansión en que los auges son más fuertes y prolongados y una de descenso con crisis fuertes y depresiones prolongadas. Además, pueden detectarse oscilaciones de cuarenta meses o ciclos cortos, a las que se denominan ciclo de Kitchin, por su descubridor. 


¿En qué punto del ciclo nos encontramos ahora? No sabe, no contesta. El sistema, autista, solo puede seguir deslizándose por la pendiente, preguntándose, por ejemplo, si la última crisis sigue, si estamos entrando en otra nueva sin abandonar aquélla o si la crisis. En definitiva, está dejando de ser coyuntural para convertirse en algo estructural, en la super-crisis con altos y bajos, que solo certifica la agonía del capitalismo. Para nada, responde el liberalismo: el capitalismo, como las flores en primavera, después de cada crisis renace renovado y más competitivo que antes.


LA ECONOMÍA DE EEUU PIERDE COMPETITIVIDAD 


Algunas crisis han sido de ámbito regional y otras más extensas e incluso globales. Según C. Kindleberger, desde 1615 (crisis de los tulipanes en los Países Bajos) hasta la crisis de las puntocom, en el año 2000, en casi 400 años, se han registrado 40 grandes crisis, o sea una cada casi cada 10 años, de promedio. Quizá la próxima crisis, si así se da en denominarla, no será la última del capitalismo. 

Pero esto no no implica que los países que han estado liderando la economía global no decaigan con ellas, como ya antes le pasó al Reino Unido, cuna del capitalismo. Y por lo que estamos viendo en Europa y EEUU por ahí van los tiros.

En este sentido, Sención Villalona (2010) explica que “la economía de Estados Unidos pierde competitividad a escala planetaria y tiene crisis de sobreproducción cada vez más frecuentes. Retrocede en el PIB y el comercio mundial, su moneda tiende a ser desplazada por otras divisas fuertes, se le cierran los mercados y carece de las materias primas estratégicas, cuyo agotamiento se acelera por el crecimiento de otras economías y por la propia acumulación de capital a escala mundial".


“En el razonamiento de Greenspan y otros teóricos neoliberales, los mercados financieros y bursátiles supuestamente cumplen el papel de absorber y redistribuir entre sus inversionistas los altibajos y riesgos ocasionales de la economía, con lo cual se debería lograr la auto-regulación y la estabilidad general del sistema. 


Pero la evidencia de las últimas décadas demuestra que, por el contrario, la tendencia del capitalismo a las crisis es tan fuerte que ningún mecanismo es capaz de contenerla indefinidamente”, dice Fernando Arribas García, Director del Instituto de Estudios Políticos y Sociales “Bolívar-Marx”.


“En cualquier caso, el mundo no volverá a ser para Occidente el de antes de la crisis del 2008 pero, debido a su enorme peso económico y militar y a la tradición de haber regido el mundo desde hace más de dos siglos, proseguirá por años lastrando el necesario cambio hacia una nueva estructura económica mundial de beneficios comunes entre países desarrollados y en desarrollo, y de una nueva política de paz fundamentada no en el equilibrio armamentístico sino en la confianza entre naciones y el desarme”, sostiene Javier Colomo Ugarte, Doctor en Geografía e Historia.

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