El turismo en Barcelona es sin duda uno de los ámbitos que genera más debate en nuestra ciudad, por el éxito y los beneficios que reporta al conjunto de la ciudadanía pero también por los problemas de convivencia que genera en algunos barrios y distritos de la ciudad.
Barcelona es una destinación líder a nivel europeo y mundial en turismo de negocios y número de congresos internacionales que acoge, solo superada por París y Viena, con el consiguiente beneficio para el ecosistema innovador y emprendedor de la ciudad y su potencial desarrollo futuro.
Esta realidad, sin embargo, no nos puede distraer ni un momento de todo el trabajo que tenemos por delante si queremos evitar imágenes y realidades como, por ejemplo, las vividas recientemente en el barrio de La Barceloneta que ponían de relieve la difícil convivencia entre turistas y residentes en una de las zonas con más presión turística.
Barcelona cuenta ya con muchos ejemplos de procesos de participación y de medidas de gobierno que tenían como objetivo con
sensuar el modelo para mantener y mejorar el retorno que supone el turismo para Barcelona y, al mismo tiempo, reducir los impactos negativos.
Los planes de usos de Ciutat Vella de 2005 y de 2010, así como el proceso participativo que supuso la elaboración del Plan estratégico de turismo de Barcelona 2010-2015, todos ellos impulsados por Gobiernos liderados por el PSC e ICV, son buenos ejemplos de esta tradición de debate y consenso sobre el modelo turístico de la ciudad.
Un modelo que se tiene ahora que actualizar y repensar para dar respuesta a nuevos retos a partir también de nuevos consensos que garanticen la sostenibilidad de la actividad turística en Barcelona.