No lo habían logrado los informes, recomendaciones y denuncias de ACNUR, ni de las ONGs con experiencia y capacidad de propuesta como CEAR y ACCEM o Migreurop. Tampoco los informes y recomendaciones de la Agencia Europea de derechos fundamentales, ni la elocuente resolución 250/2015, -"The Thuman Tragedy in the Mediterranean: inmediate Action needed"- (*), de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, ni el propio Parlamento Europeo, pese a las valientes y documentadas tomas de posición de eurodiputados como Roberta Metsola y Cécile Kyenge para la Comisión de derechos y libertades del Europarlamento (**) o Ska Keller y Ernest Urtasun (***).
Como explica muy bien Jesús Maraña en su "política, refugiados y emociones" (****) lo ha conseguido la opinión pública convertida en ciudadanía, no sólo indignada sino activa, finalmente concienciada (y no sólo commovida) por una fotografía. Los ciudadanos han tomado las riendas de la política ante la indignante inanidad de sus gobernantes. Lo ha conseguido, pues, la presión ciudadana y también la de niveles sub-estatales de las administraciones de algunos Estados miembros, como la iniciativa de ciudades-refugio de buen número de Ayuntamientos españoles, que arranca del de Barcelona, o las declaraciones como Comunidades de Acogida por parte de los Gobiernos de Uxue Barkos en Navarra y Compromis en Valencia.
Sin duda, el papel de aquellos medios de comunicación que no han dejado de informar y han sacado a la luz documentos, tomas de posición y críticas de expertos y ONGs, ha sido decisivo. Pienso en diarios digitales como Infolibre, eldiario.es, Público, o en programas como Hora 25 y Hoy por Hoy, de la Cadena SER, o ARV en la Sexta por citar algunos.