
Javier Castro
"La educación es la puerta a los demás derechos", afirma Katarina Tomasevski, relatora especial de la ONU para el derecho a la educación. "Cuando hay educación es más fácil ejercer y conquistar el derecho al trabajo, al voto... La educación es la solución de fondo a la mayoría de los problemas que vive el mundo", agrega.
Pero, como sucede con otros derechos universales, una cosa son las declaraciones y otra las realidades. De hecho, a escala global se está registrando un retroceso en los niveles de escolarización respecto a los años 60, sobre todo en el este de Europa y Asia Central. Entre otros agentes, el Banco Mundial, que no habla de derecho sino de "acceso a la educación", está contribuyendo a este deterioro de la educación al tratar de introducir tasas académicas y con ellas las leyes del mercado en el sector, con la complicidad y el beneplácito de parte de las Naciones Unidas.
Numerosos jóvenes de todo el mundo abandonan la escuela sin las competencias necesarias para salir adelante en la sociedad y encontrar un trabajo decoroso. Además de frustrar las esperanzas de los jóvenes, estas fallas de la educación comprometen el crecimiento económico equitativo y la cohesión social, e impiden a muchos países cosechar los posibles frutos que aportan sus crecientes poblaciones de jóvenes.
La recesión económica está engendrando en muchos países una "generación perdida" de niños cuyas perspectivas vitales habrán sufrido un daño irreparable por la incapacidad de proteger su derecho a la educación. Los conflictos están privando de educación a 28 millones de niños y exponiéndolos a muy frecuentes actos de violencia sexual, ataques dirigidos contra escuelas y otras agresiones. Más de 120 millones de niños no disponen de acceso a la educación en el mundo.