
Peru Erroteta. Periodista
Porque somos seres sociales, los humanos sabemos mucho de dependencia. Nacemos y nos criamos dependiendo de otros, nos organizamos en sistemas de dependencia y hasta morimos dependientes.
En ciertos momentos y circunstancias esta dependencia es aún mayor o absoluta. Es lo que ahora denominamos "dependencia" en sentido estricto. Atañe cada vez a más personas y constituye una de las principales preocupaciones de los ciudadanos a escala global. Hay, en fin, dependencia física, dependencia mental, dependencia psicológica, dependencia económica, dependencia social, dependencia cultural..., en diversos grados y formas.
Más allá de los tecnicismos y definiciones legales, se consideran dependientes aquellas personas que necesitan una ayuda externa para acciones vitales cotidianas. Requieren la prestación de un conjunto de cuidados permanentes, por falta de capacidad física, cognoscitiva o funcional. Sus necesidades van desde ayuda para la movilidad, hacer la compra, preparar la comida, o realizar las tareas del hogar y alimentarse y, en consecuencia, dependen de una la ayuda de una tercera persona en su vida diaria. Esta dependencia surge por razones médicas, un accidente, enfermedad laboral o, simplemente, debido a la edad.
Según el informe, Help Wanted? Providing and Paying for Long-Term Care, actualmente la mitad de las personas dependiente, el 4% de la población, tiene más de 80 años. Se calcula que en el año 2050, la proporción será del 10%. Japón, con un 17% y Alemania con un 15% encabezarán el ranking. Y, naturalmente, seguirá creciendo el gasto, que actualmente es del 1,5% del PIB en los países de la OCDE, aunque hay notorias diferencias de unos países a otros, desde el 3,6% de Holanda al 0,1% de Portugal. En España, el gasto en dependencia respecto al PIB, en el año 2005, era del 0,54%.