Aunque Marx no desarrolló una teoría formal de las clases sociales -estaba trabajando en ella a su muerte-, en toda su obra está presente la tesis de que la relación entre las clases es la que determina el curso de la historia. Toda la historia de la sociedad humana, hasta el día de hoy, es una historia de luchas de clases"; afirma el Manifiesto Comunista.
"En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia", escribía en 1859 Marx, en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política.
Forman parte de la clase media quienes tienen algo de propiedad
Así, en la teoría marxista, las clases no se definen por su posición en escalas lineales de poder, prestigio o riqueza, sino por su función estructural en las relaciones de producción. Las relaciones sociales de producción, que constituyen la estructura básica de la sociedad, están definidas por el uso y la posesión de los medios de producción, es decir, de aquellos bienes que no están destinados al consumo directo, sino que se utilizan para producir otros bienes.
Marx sostiene que la estructura capitalista está conformada fundamentalmente por los trabajadores -personas cuya única posesión es su propia fuerza de trabajo- y los capitalistas -propietarios de los medios de producción- que usan su riqueza para seguir incrementándola, mediante la explotación de la fuerza de trabajo de los trabajadores.
Para Marx, la clase media estaba formada por quienes poseen algo de propiedad, pero no la suficiente como para poder dedicarse a la explotación de la clase trabajadora. La relación de los pequeñoburgueses -sinónimo, en Marx, de la clase media- con el trabajo es ambivalente. Defiende por un lado la propiedad privada de los medios de producción, pero se opone a los principios políticos de la gran burguesía, partidaria de la liberalización irrestricta, al ser consciente de que es incapaz de competir con aquella. Esta ambigüedad, que se refleja en conflictos internos, reduce el papel de esta clase como actor político.