martes, 19 de marzo de 2024
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Redacción

La clase "media" vuelve a ser clase obrera

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Roberto Laxe. Libre pensador

A lo largo de los años de la "burbuja", y como consecuencia ideológica de la restauración del capitalismo en los llamados estados "socialistas", parecía que las predicciones sobre la desaparición de la clase obrera eran reales. Todos éramos "clase media", menos el 1% más rico y los que, decían que por motivos ajenos el sistema, eran excluidos de él. Era la sociedad de las tres capas, los más ricos, las clases medias y los excluidos, donde no tenía sentido el concepto clase obrera.


Esta ideología se vio reforzada en el Estado Español por la desindustrialización forzada en los años 80 para la integración en la CEE (actual Unión Europea), que se llevó por delante grandes sectores de la industria, desde astilleros hasta siderurgias. Los gobiernos de F. González, Aznar y Zapatero, como la Xunta en Galicia, asumieron el papel del Estado Español que en la división internacional del trabajo imponían las grandes potencias, destrucción de la fabricación de bienes de equipo y de alto valor añadido, y dejarlo cómo exportador de bienes de consumo (automóvil que son deslocalizaciones de empresas multinacionales, textil, por donde entraron algunas multinacionales autóctonas, etc.),... y para variar, el turismo.

La crisis, como toda sacudida en la sociedad, está bajando del sueño del bien estar de la clase "media" a los que siempre fueron clase obrera, incluso en sus sectores más pudientes. Cuando el gobierno de ZP militarizó a los controladores aéreos, asalariados/as con muy buenos salarios, recordó lo que eran -simples asalariados frente al poder del capital- que quería la privatización del servicio sin los salarios y las condiciones que tenían entonces en AENA. Los pilotos de Iberia sufrieron uno "correctivo" semejante desde la empresa, que les recordó que el capital es el capital frente el trabajo, por mucho dinero que ganen.

La clase en sí nunca dejó de existir

En un rizar el rizo de la alienación, los años 90 y comienzos del siglo XXI vieron como los asalariados y las asalariadas se negaban a sí mismos. La inmensa mayoría de ellos negaba su condición de trabajadores asalariados, de obreros, repitiendo el tiempo que fichaban en la entrada de la empresa que no eran obreros/as, que eran "clase media".

Era una realidad inaudita ver la gente que vivía de su salario, que hipotecaba su vida para conseguir una vivienda, negar lo que eran.

Es más, para que el sistema consiguiera este colmo de la alienación -uno negándose a sí mismo- existía una gota de verdad, la burbuja permitió a muchos trabajadores y trabajadoras, a base de hacer horas extras, del endeudamiento masivo, etc., y la existencia de un estado del bien estar más o menos desarrollado, pensar que habían dejado de ser lo que eran, asalariados/as.

Como iban a ser obreros/as, si vivían como pequeño burgueses, si tenían acceso al dúplex, al adosado, a las vacaciones y, por encima, tenían una seguridad social de cierta calidad, sus hijos iban a la universidad pública, y sus mayores tenían pensiones "decentes" y centros de día. Eso no era ser obrero, asociado toda la vida a pobre; a los que se ven en los films o en las fotos de los años 30 o los 50. ¡No podía ser, ellos no eran obreros, eran "clase media"!.

Esta realidad, que era una combinación entre conquistas de la lucha de la clase obrera y concesiones del sistema sobre la base de un saqueo sistemático de los pueblos oprimidos, ocultaba el hecho ineludible de que seguían siendo asalariados/as, es decir, su nivel de vida dependía de vender su fuerza de trabajo, de tener un trabajo más o menos estable.

Eran clase en sí, es decir, clase obrera individualizada, no consciente de su situación en las relaciones sociales del sistema capitalista, que gracias a la combinación de factores objetivos y subjetivos ante dichos, se auto engañaba. El crédito barato, las horas extras, etc., no les permitía ver ni aceptar lo que algunos decíamos, que las rentas del capital estaban aumentando en el reparto de la renta nacional, a costa de la pérdida de las rentas del trabajo hasta llegar a la situación actual, donde la clase trabajadora sólo aporta el 42% de la renta nacional que ella genera. Por cierto la Hacienda Pública es más "marxista" que muchos que se dicen marxistas, pues reconoce abiertamente que existe una contradicción entre rentas de Capital y rentas de Trabajo.

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