Ocho millones de "minijobs", con personas que trabajan por menos de 9,15 euros la hora y 1,4 millones reciben menos de 5 euros; sueldos de dos euros la hora por fregar platos y limpiar suelos, agencias empleo que demanda personal al que pagan menos de 60 céntimos la hora? Es la otra cara de la opulenta Alemania.
En las últimas elecciones, socialdemócratas y verdes coincidían an que si llegaban al poder implantarían por ley un salario mínimo de 8,50 euros, cosa que Die Linke (La Izquierda) aumentaba hasta 10 euros e incluso los liberales, para quienes obligar a las empresas a pagar un salario mínimo por ley es tabú, aceptaban negociar este sector por sector. Y no es para menos porque tras el 7% oficial de paro se esconden realidades muy poco edificantes.
En plena campaña electoral, se ha conocido el caso de un empresario que pagaba a sus repartidores de pizzas 1,59 euros la hora y que fue denunciado por la propia oficina de empleo de Brabdeburgo, que se veía obligada a completar el sueldo de personas que aunque trabajaban no llegaban al mínimo social de subsistencia. "He tenido algunas personas que ganan apenas 55 céntimos la hora", explica Peter Huefken, jefe de la agencia de empleo de Stralsund, la primera que ha demandado a las empresas por pagar sueldos muy bajos.
Los salarios bajos han crecido el triple que el resto
La reforma laboral promovida por el canciller Gerhard Schröder a principios de la pasada década contribuyó a crear puestos de trabajo, pero también fomentó la existencia de empleos temporales y mal pagados, incrementando la desigualdad salarial.Los datos de la oficina de empleo germana muestran cómo el grupo de empleados con salarios más bajos creció tres veces más rápido que el resto entre 2005 y 2010. La propia OIT (Organización Internacional del Trabajo) ha criticado recientemente la política alemana de competitividad salarial, considerándola como la "causa estructural" de la crisis en la zona euro.
La política de deflación salarial no solamente ha afectado al consumo. "También condujo a un aumento de la desigualdad de los ingresos a una velocidad jamás vista, ni siquiera durante el choque producido tras la reunificación", denuncia por su parte la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que subraya como "los demás países consideran cada vez más que una dura política de deflación salarial es la solución s u falta de competitividad".
Hoy, siete años más tarde de la reforma de Schoroeder -que se jactó en Davos de haber creado una de las estructuras salariales más bajas de Europa- los empresarios siguen alabando las reformas que condujeron a los "minijobs" y los empleos temporales. "Fueron particularmente populares entre las mujeres y los estudiantes para ganar algo de dinero extra", o "dieron más flexibilidad a las empresas y la posibilidad de contratar a más personas para empleos poco cualificados y de baja productividad", son los argumentos a favor que aún resuenan.