En los últimos años, los bancos centrales han logrado evitar que los mercados se inquieten tratando de adivinar el rumbo de sus políticas, proporcionándoles indicaciones que no han sido ni demasiado dramáticas ni excesivamente imprecisas.
Se suponía que 2016 iba a ser el año en el que la Reserva Federal “normalizaría” sus políticas. Hace dos años (después de años de tipo objetivo casi cero) la Fed prometía que empezaría a aumentar los tipos para volver a niveles “normales” y recortaría su balance. Eso nunca ocurrió.