¿Es bueno lo público o es mejor lo privado? Lo público y lo privado son categorías que se utilizan constantemente y sin embargo, es difícil encontrar un análisis básico, psicológico, social y cultural, de las diferencias entre la vida pública y la vida privada. Y cuando se lo hace, con bastante velocidad uno toma conciencia de que no hay nada bueno ni nada malo en cada una de estas formas de experiencia humana ¿Es bueno lo público, es mejor lo privado? En realidad, ambas realidades son interdependientes y bastante dinámicas en la historia humana y también en un mismo momento histórico en diferentes sociedades.
La diferencia entre lo público y lo privado suele analizarse desde una perspectiva política o jurídica. Sin embargo, ambos "espacios" u "órdenes de interacción" tienen fundamentos psicológicos, sociales y culturales que son previos a la política y al derecho positivo. Ayudan a organizar experiencias humanas fundamentales. Por eso creo que debe haber un enfoque o tratamiento "pre-político" de ambos conceptos. Por eso, además, las dimensiones "público-privado" deberían ser incorporadas a las dimensiones básicas de las ciencias sociales: sujeto/estructura, persona/sociedad, individual/colectivo, cualitativo/cuantitativo, subjetivo/objetivo.
¿Qué significa público y qué significa privado?
Antes de definir los términos, es necesario decir que no es posible dar una definición por separada de cualquiera de los dos. "Público" y "privado" son dimensiones de una experiencia que es continua e interdependiente. No es posible decir "qué es público" sin decir "qué es privado". Esto es importante porque deja sin fundamento expresiones como "la cultura de los problemas públicos" de Joseph Gusfield (2014), que trata el problema del alcoholismo en los automovilistas, pero sin tratar la contraparte: la vida privada de los conductores que beben demasiado alcohol antes de conducir.
Además de esta interdependencia semántica entre los dos conceptos, tienen además dos significados, que se vienen desarrollando y evolucionando desde hace siglos, tanto en la filosofía del derecho como en la filosofía política.
El primer significado se orienta a definir la distribución de derechos y obligaciones que tienen las personas, los grupos sociales y las organizaciones sociales. Esto significa que lo "público" señala aquello es "común" o compartido por una "sociedad". Desde la perspectiva de la "propiedad", algo que sea "público por ser común" es "algo-que-no-es-de-nadie-y-es-de-todos". Lo público adquiere un significado de "impersonalidad", porque señala un sujeto colectivo, comunitario, grupal con un rol o papel determinado, con derechos y obligaciones en relación con algo. En este mismo campo semántico, "privado" significa "particular", "algo-que-es-de-alguien-y-que-no-es-de-todos". Esto significa que un cierto sujeto (individual, aunque personal u organizacional) tiene cierto derecho de decisión sobre cierta parte o sobre la totalidad de un objeto (físico o simbólico).
El otro campo semántico del tándem "público-privado" es el que atiende el problema de lo secreto y lo no secreto, lo oculto y lo exhibido. Mientras que lo público es lo que se expone, se exhibe, se muestra y lo que aparece, lo privado es lo secreto, lo que se esconde, se oculta y se hace desaparecer. Este significado es sinónimo de "externo"/"interno" como metáforas de lo que se retiene o se reprime, se contiene en la mente, y lo que se expresa, se dice con palabras o con gestos. Por esto es que Ronald D. Laing (1982) afirma que la posibilidad de ser definido como demente está supeditada, entre otras cosas, a que alguien no tenga capacidad de "gestionar" lo que le sucede en su "interior" de lo que le sucede en el "exterior".
¿Cómo se combinan estos espacios de experiencia?
En la vida social, estos dos significados se unen en situaciones y espacios de interacción produciendo verdaderas experiencias humanas. De esta manera, el "escenario público" podría ser esquematizado de la siguiente forma:
"común" 1 2
"particular" 3 4
"oculto" "exhibición"
La experiencia de lo "común-oculto" (1) ha sido usada por las sectas, religiones y por la política para actuar sobre intereses y objetos que deberían ser "de y para todos" pero que son decididos por unos pocos; lo que hacen los dirigentes desde hace siglos en este espacio es el secretismo: decidir en secreto sobre el destino de millones de personas.
