martes, 23 de abril de 2024
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Ferrán Brunet

​Crisis catalana ¿Temporal o permanente?

Profesor de Economía Europea en la UAB

Al analizar el desafío de los separatistas catalanes tres aspectos aparecen con claridad. Primero: la secesión no tendrá lugar. Por tanto, no se producirá un crac económico, cifrable entre un -14,2% y un -23,4% del PIB, ni habrá los concatenados y graves efectos sobre el paro, las finanzas públicas, la banca y la renta de los catalanes y en menor medida del resto de españoles.


Crisis catalana temporal o permanente


Segundo: la confrontación separatista ha laminado la competitividad de Cataluña (hasta colocarla en la posición 153 sobre 261 regiones europeas, mientras Madrid está en el lugar 83) y ha reducido su PIB permanente en un -3,5%. Por tanto, el “procés” ha robado bienestar a los catalanes (además, sus líderes corruptos se llevaron otro pico importante) y les ha robado la convivencia.


Tercero: estas últimas semanas, se han desencadenado acontecimientos del mayor significado: "Ley de desconexión y transitoriedad" del 6 de septiembre, "referéndum" del 1 de octubre, fuga de depósitos y huida de todos los bancos y de empresas del 2 al 7 de octubre, "declaración de independencia" y su suspensión el 10 de octubre e inicio de la aplicación del art. 155 de la Constitución Española el 11 de octubre. Esta precipitación de lances importantes ha agudizado las consecuencias económicas del desafío separatista.


En síntesis: no habrá secesión ni crac; sí hay coste de la confrontación; y las consecuencias económicas de la crisis se han desencadenado. 


Antes de continuar con el análisis, y como catalán que ha sufrido esta lacerante destrucción de su país, permítaseme aseverar que la actual vicisitud política, social y económica no era ineluctable. Se ha llegado a una crisis de enorme calado merced a la esencial irresponsabilidad de la elite española o, si se prefiere, merced a una poderosa limitación institucional de la democracia española. No se quiso reconocer aquello que se conocía perfectamente: la deslealtad, ilegalidad e impunidad del Gobierno de la Generalitat de Cataluña y el ninguneo de la gran mayoría de los catalanes, repetidas durante tres décadas.


CATALUÑA ESTÁ GANGRENADA EN LO ECONÓMICO, LO POLÍTICO, LO SOCIAL Y LO PERSONAL


Obviamente, el poder absoluto corrompe absolutamente. Hoy Cataluña está gangrenada en lo económico, lo político, lo social y lo personal. Gradualmente, se llegó al fatídico trance actual. El pequeño precio que la democracia española no quiso pagar por corregir la disfuncionalidad del separatismo catalán se ha multiplicado astronómicamente, hasta convertirse en un acuciante riesgo sistémico para la democracia, la integridad de España, la Corona y, si lo anterior no fuese suficiente, también en un reto al resto de países de Europa y a su Unión.


Por fin, en este otoño catalán, ¡El viento ha girado! Tal es la profundidad de la crisis catalana que el domingo 8 de octubre más de un millón de catalanes salieron a las calles de Barcelona a pedir, implorar, reclamar, exigir o suplicar seny, sentido común. Éste, que sus líderes no han tenido, este sentido común que la democracia española no ha tenido con los catalanes.


En este punto de la dinámica catalana, la cuestión analítica es ¿En cuánto tiempo Cataluña, su sociedad, su economía y su política se estabilizarán? 


Subsecuentemente ¿Cuál va a ser el precio de las consecuencias económicas en forma de caída del PIB, del empleo y de la renta de esta crisis catalana? El FMI, el Ministerio de Economía de España y la Comisión Europea andan aquilatando el impacto sobre el crecimiento económico de la presente crisis política catalana y española. 


Dícese que el crecimiento de España en 2018 puede reducirse en un -0,5%. Esto serían 5.000 millones de euros, que se pagarán por la falta de cordura política y por el abandono de los catalanes. Cataluña puede perder un -2% de su PIB, por lo que en 2017 y 2018 su crecimiento sería nulo o negativo. Esto son 4.000 millones de euros, la mayor parte del importe total español. Esta caída del PIB se añade a la merma permanente del -3,5% que ha acumulado en la última década de guerrilla contra España. En cambio, Madrid, Aragón y Valencia verán su actividad incrementada y podrían ganar renta per cápita. De hecho, en este año Madrid ha superado por primera vez en PIB a Cataluña.


Habrá un efecto Montreal-Toronto: muchas de las empresas huidas no volverán a Cataluña. El coste de la crisis catalana puede ser mayor o menor y esto depende de la gestión política que se haga en los próximos meses. Inmediatamente, debe introducirse seguridad jurídica y estabilidad política, evitar una mayor degradación del tejido social y económico, de la actividad, de las marcas y del atractivo de Barcelona, Cataluña y España. Como es clásico: primero estabilidad, después reformas. Las reformas deben prevenir la repetición de otra crisis y su contagio al resto de regiones de España y de Europa.


LIMITAR EL IMPACTO DE LA CRISIS EXIGE ATAJARLA YA


La estrategia de minimización de la magnitud de la catástrofe catalana requiere abreviar su impacto transitorio y limitar su impacto permanente. Sin duda, una actuación efectiva, eficaz y eficiente de las instituciones españolas, singularmente del Gobierno de España y de un nuevo Gobierno de la Generalitat, requiere prontitud. Limitar el impacto y el precio de la crisis catalana requiere atajarla ya. Al achicar los costes temporales se reducirán también los costes permanentes. Debe sajarse el caos político y la incertidumbre económica actual con una actuación clara y firme. Debe actuarse prontamente para evitar que la crisis actual se convierta en una profunda recesión, en deslocalización masiva de actividades y en decadencia.


El desafío separatista lo es al Estado de derecho y social español, a la esencia de la democracia y al ser de España. 


Por ello, revertir la situación de descomposición actual de la sociedad catalana llevará alguna década. La democracia española superará la crisis catalana, y ganará en efectividad y solidez, acaso incluso en legitimidad.


Los españoles hemos descubierto el valor que tienen las instituciones democráticas, el interés efectivo de la democracia. En nuestro mundo libre y global, la calidad de las instituciones es la clave de la libertad y de la prosperidad, del progreso colectivo y del albedrío individual. La crisis catalana no se resolverá de modo inmediato, pero aviada estaría España y la democracia si se cronificara y convirtiera en permanente.

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