miércoles, 17 de abril de 2024
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Eliana Scialabba

Criptomonedas, ¿el "dinero" del futuro?

Maestría en Economía Aplicada. Pontificia Universidad Católica Argentina


Existen numerosos estudios sobre el dinero. Este bien tan preciado por la sociedad, ha sido uno de los mayores inventos de la humanidad desde el momento en el que los antiguos pueblos decidieron dejar de ser nómadas para convertirse en sedentarios: ya no era posible satisfacer las necesidades en base al intercambio de bienes, sino que se hizo necesario establecer uno que actúe como unidad de medida, medio de cambio y reserva de valor.


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Con el paso del tiempo, el dinero adquirió formas diversas formas, hasta llegar al actual dinero fiduciario, emitido por los respectivos bancos centrales de los países, cuyo valor se sustenta en la credibilidad del público demandante del mismo en la autoridad monetaria.


Es debido a la necesidad de confianza por parte del público que los bancos centrales deben realizar políticas monetarias en línea con el objetivo de mantener estable el valor de la moneda, ya que, en caso contrario, el dinero comienza a perder su valor (o visto desde el punto de vista de los bienes, estos comienzan a incrementar la cantidad de moneda doméstica que debe entregarse a cambio de ellos, fenómeno conocido como inflación).


Cuando el valor del dinero se torna inestable (sobre todo si pérdida es continua) hace que los billetes y monedas y los depósitos considerados dinero transaccional comiencen a perder sus funciones básicas: la primera que se abandona es la de actuar como reserva de valor, ya que una unidad monetaria hoy vale más que una mañana, por lo que no es posible trasladar el valor del dinero en el tiempo. Con altas tasas de inflación, además pierde las restantes funciones, ya que algunos precios comienzan a fijarse en otras monedas y se deja de aceptar la moneda doméstica impresa por el correspondiente banco central.


Con una economía globalizada como la actual, los movimientos de capitales comenzaron a introducir fuertes inestabilidades en la demanda de dinero, por lo que a los bancos centrales se les complicó continuar realizando política monetaria basada en agregados monetarios, por lo que se migró a la fijación de tasas de interés de referencia, en numerosos casos en base a la regla de Taylor (1993) (1). En la misma plantea que la tasa de interés nominal debe responder a las brechas de las tasas de inflación reales del objetivo de inflación y del actual PIB del potencial del PIB efectivo.



Las criptomonedas son una especie de dinero "privado", cuyo stock no es controlado por ningún banco central, y su cotización depende de la oferta y la demanda de mercado



Afortunadamente, la mayoría de los países ha logrado comprender el flagelo del fenómeno inflacionario, logrando una sanidad en el manejo de su política monetaria, asentada en la credibilidad e independencia de sus bancos centrales - son excepciones a la regla países como Venezuela, Sudan del Sur, Siria, Argentina y Surinam, que se ubicaron en el "top 5" de economías más inflacionarias del mundo durante 2016, alcanzando +700%, 371%, 47,7%, 42,8% y 39%, respectivamente.


No obstante, en la actualidad nos encontramos en una -lenta pero sostenida- transición del dinero fiduciario a las criptomonedas, las cuales surgieron como respuesta a las crisis monetarias financieras producidas por la aceleración de la producción de dinero por parte de los bancos centrales, lo cual puede ser considerada una creación ilimitada de deuda que se multiplica a través de los bancos comerciales y el sistema de encaje fraccionario.


Las criptomonedas y su evolución


Las criptomonedas -sustitutas (aunque imperfectas) del dinero emitido por la autoridad monetaria- son una especie de dinero "privado", cuyo stock no es controlado por ningún banco central, y su cotización depende de la oferta y la demanda de mercado. Si bien la idea de esta nueva moneda descentralizada que utiliza la criptografía como medio de control fue planteada por Wei Dai en 1998, recién en 2009 se creó la primera criptomoneda, el Bitcoin.


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Dentro de esta categoría, Bitcoin no sólo es la primera que comenzó a operar, sino también la más famosa. También existen Litecoin, Ripple o Dogecoin, entre otras, y las mismas se centran en la idea de que su sistema de encriptado de la moneda es superior al de la banca tradicional.


La superioridad de este "nuevo dinero" se sustenta en la independencia del sistema económico en el que se desenvuelve: sólo tiene valor en la medida que el mercado la respalda, el cual se encuentra conformado por una comunidad que la demanda y una escasez en la oferta, dado que la cantidad de moneda programable es limitada, y se estima que se fabricarán hasta 2033, año que se espera que alcancen el límite máximo e inamovible de 21 millones de bitcoins en circulación.


Debe destacarse, que si bien las mismas se encuentran en el mercado desde hace ocho años, estas han comenzado a despertar interés desde 2011, especialmente desde abril de 2013, mes en el que Bitcoin presentó en vigoroso ascenso. El 24 de mayo de este año, el Bitcoin alcanzó su máxima cotización histórica, a 2.387 USD, y tal como se aprecia en el siguiente gráfico, la suba de la misma presenta una tendencia exponencial.


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Esta tendencia al alza explica que en la actualidad es una de las formas más rentables de ahorro, ya que el dinero fiduciario pierde valor día a día en todos los países, mientras que este "nuevo dinero" no sólo no reduce su valor sino que la tasa de crecimiento de los últimos años ha sido abismal: mientras que una onza de oro tardó 37 años en alcanzar su valor actual, el Bitcoin sólo tardó tres años y ronda los $S2.400, el doble de lo que el oro cotiza hoy en día.


Consideraciones finales


Si bien parece que las criptomonedas han llegado para quedarse, aún hay pocos establecimientos que actualmente la aceptan como medio de pago (se pueden utilizar a través de medios electrónicos o tarjetas de débito).


No obstante, a lo largo del espectro global podemos observar distintas decisiones de los gobiernos respecto a este instrumento financiero. Mientras que Alemania fue el primer país en reconocer el Bitcoin como "unidad monetaria" y "dinero privado" en agosto de 2013, y desde el 1 de abril de este año Japón legalizó la criptomoneda como método de pago, Tailandia y China fueron los primeros países en prohibir el uso de la moneda virtual a nivel estatal y bancario, para poder seguir controlando las operaciones y el flujo de capital (aunque los privados pueden utilizarla bajo su propio riesgo).


Asimismo, de acuerdo a los preceptos del FMI no es considerada una divisa debido a que no cuenta con respaldo de los bancos centrales de otros países. De esta forma, el sistema financiero internacional se deslinda de la responsabilidad del uso de las criptomonedas, trasladando todo su riesgo en su usuario. Sin embargo, es importante destacar que en el caso de las divisas, aunque el FMI y los bancos centrales tienen margen para intervenir en el mercado, también el riesgo final es asumido por el usuario.


Por otra parte, dado que se trata de "dinero electrónico", los usuarios de esta moneda podrían sufrir pérdidas patrimoniales por shocks de confianza (en el protocolo de seguridad o la moneda), por la volatilidad del tipo de cambio, o por cuestiones relacionadas a la seguridad informática, tales como errores de software y virus informáticos, entre otros.



Si las criptomonedas han llegado para quedarse, aún hay pocos establecimientos que actualmente la aceptan como medio de pago (se pueden utilizar a través de medios electrónicos o tarjetas de débito)



Por último, el anonimato del uso de las criptomonedas puede simplificar la compra-venta de mercancías ilegales, el lavado de dinero y la evasión de impuestos.


Sin embargo, cuando analizamos los países que las consideran legales o ilegales, notamos la estrecha relación entre el nivel de desarrollo de cada uno de estos con la aceptación del dinero privado como método de pago: mientras en los países desarrollados las mencionadas operaciones se encuentran más controladas, y por ende las criptomonedas son aceptadas; en los países de menor desarrollo y con una economía en negro e ilegal de mayor tamaño, las mismas han sido prohibidas. Por lo tanto, estas cuestiones institucionales que definen la legalidad o no del dinero electrónico exceden al uso del mismo, y tiene que ver con cuestiones más de fondo que los países se deben encargar de resolver, independientemente del dinero que utilicen. 


(1) Taylor, John B. (1993) "Discretion versus Policy Rules in Practice," Carnegie-Rochester Conference Series on Public Policy, 39, pp.195-214. 


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