viernes, 29 de marzo de 2024
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Denis Kessler

La empresa entre la transparencia y el secreto

Economista, investigador y profesor universitario


Históricamente y hasta una época relativamente reciente, el mundo de la empresa se ha caracterizado sobre todo por el secreto y una cierta opacidad, más que por la transparencia. Cosa que puede ser consecuencia de que los propios instrumentos del capitalismo francés resultan más bien opacos.


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La ficción de la forma empresarial, cuya encarnación más importante es la sociedad fundada en la opacidad, crea una pantalla entre terceros y asociados, al menos en ciertas formas de sociedad. La forma más extendida de empresa en Francia es la sociedad anónima. Es decir, una sociedad en la que los accionistas no son conocidos a priori por terceros. Los títulos al portador están mucho más extendidos que los nominativos y el funcionamiento de las sociedades (Consejos de Administración o Asambleas Generales) es tradicionalmente muy poco transparente. La figura de los dirigentes y su remuneración están situadas bajo el signo de la discreción. Las informaciones financieras sobre la actividad y la solidez de las empresas están limitadas a las obligaciones legales.


La regla implícita que durante mucho tiempo ha prevalecido en el mundo empresarial ha sido el secreto, el filtrado de las informaciones, el carácter silencioso de los órganos de decisión. La excepción a esta regla era la publicidad indispensable de los actos de gestión social de la empresa, publicados en los boletines de anuncios legales. En cualquier caso, una cierta transparencia, se quiera o no, es absolutamente necesaria para el funcionamiento de los mercados y la economía en general. Y hemos llegado a un punto en que la regla y la excepción se están invirtiendo ¿Las empresas deberán informar de todo, salvo algunas de algunas cuestiones reservadas, estrictamente limitadas?


Entre los factores que explican la necesidad de la transparencia en las empresas, prima la tecnología. Asistimos a un desarrollo sin precedentes de la comunicación y es evidente que los flujos y los stocks de información interna de las empresas se desarrollan en todos los ámbitos y el acceso a estas informaciones se difunde más que en el pasado. Como existe una incontestable porosidad entre lo que pasa en la empresa y fuera de ella, la aceleración de los flujos de información internos conlleva un aumento tanto cuantitativo como cualitativo de las informaciones externas. La velocidad de difusión de la información también se ha acelerado considerablemente. Muchas informaciones están ahora disponibles en tiempo real y otras circulan de cualquier modo más rápidamente que antes. Dicho de otro modo, el tiempo que separa el instante en que la información reviste un carácter privado o secreto y el instante en el que esta misma información se hace semipública y luego pública disminuye cada día.



La regla implícita que durante mucho tiempo ha prevalecido en el mundo empresarial ha sido el secreto, el filtrado de las informaciones, el carácter silencioso de los órganos de decisión



La información ha sido vertical y descendente


El segundo factor relevante es la evolución de las propias organizaciones. La circulación de la información en el interior de las empresas ha sido durante mucho tiempo vertical y descendente. Antes, el poder (y también la información) en la empresa estaba muy concentrado. En este modelo piramidal tradicional, la información, cuando iba más allá del círculo dirigente, descendía en cascada jerárquica, diluida y fragmentada. Inversamente, pocas informaciones remontaban y debían hacerlo igualmente por la vía jerárquica (…) El paso a las empresas a un modelo en red o a un esquema de organización matricial es ya una realidad. En estos casos, la información circula en todos los sentidos, vertical, horizontal y oblicuamente. Y circula igualmente entre las unidades de producción, los departamentos, las filiales, las redes… y hasta en el seno del grupo. En el mismo sentido, asistimos al enriquecimiento de la naturaleza de las informaciones, de carácter financiero e también comercial, técnico, estratégico…


Además, asistimos en todos los países industrializados a un desarrollo sin precedentes de la comunicación vis a vis de los asalariados en general y de las instancias representativas del personal en particular. Evolución que es consecuencia de cambios en el comportamiento y, asimismo, de modificaciones legislativas. La información a los asalariados está justamente considerada como uno de los medios claves en la movilización de todos los actores de la empresa.


El tercer factor se encuentra en la evolución del accionariado de las empresas. Cuando la empresa es familiar, las informaciones públicas son parsimoniosas. Se refieren simplemente a obligaciones legales. Cuando la empresa recurre ampliamente al endeudamiento está obligada a dar información a sus banqueros. Informaciones que, en general, siguen siendo confidenciales. El secreto bancario no es de ningún modo una palabra vana. El diálogo entre el banquero y el gestor de la empresa es singular, privado, confidencial, ubicado en el doble espacio de la confianza y el secreto.


La presión para hacer pública la información se acrecienta cuando se pasa del estadio de accionariado individual al institucional: fondos de pensiones, fondos de inversión, bancos de inversión, aseguradoras. Estos inversores institucionales, que actúan como intermediarios invirtiendo dinero de otros, son infinitamente más exigentes frente a la empresa, que el accionariado individual (…) En este ámbito, la transparencia inglesa y americana ha sido tradicionalmente mayor que en Europa continental. La razón de esta diferencia es que los mercados financieros han jugado un papel más importante en la financiación de las empresas de el Reino Unido y EE.UU.


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La empresa ha sido considerada una organización opaca


Durante mucho tiempo, la empresa ha sido considerada en Francia como una organización a priori opaca. El derecho, por su parte, ha consagrado esta relativa opacidad. La empresa estaba también sometida a una nueva forma de intervencionismo del Estado o de los jueces que querían imponer un cierto igualitarismo y una ética moral delos tiempos actuales. Si no es natural, la transparencia es a menudo una coacción derivada de la ley, como lo recuerda el decano Carbonnier, lo que se traduce en nuevas obligaciones de información.


La transparencia no constituye una noción jurídica en sí, y más si se tiene en cuenta que no figura entre los principios del Tratados de la Unión europea. Pero suscita un acalorado debate entre los que la califican de principio diabólico y de falso valor, como Alain Etchegoyen, y quienes la adornan de toda clase de virtudes. Sea lo que sea, el asunto está sobre el tapete.


Un problema bien conocido por economistas y juristas es el que atañe a la propiedad industrial. Sin duda, es Schumpeter quien mejor lo ha identificado. Empecemos por la teoría de la concurrencia. En este modo cada empresa debe poder concurrir con otra, y las virtudes de la concurrencia no se manifiestan plenamente hasta que no es total y evite situaciones de monopolio, duopolio, oligopolio, etc.


Esto se debe a que cada fabricante siempre puede ser expulsado del mercado si es ineficiente y no alcanza un óptimo económico ¿Quid de la innovación? Si un fabricante puede copiar la innovación de otro sin vergüenza, se comprende perfectamente que se produzca un efecto perverso. La incitación a innovar, a financiar proyectos de investigación y desarrollo desaparece, dado que quien realiza estas inversiones no puede beneficiarse de sus resultados. Es precisamente por esto que se considera que la propiedad industrial debe ser protegida, al menos de forma transitoria (…) Tarde o temprano, todo acaba desembocando en el dominio público y el derecho no hace sino apuntalar el razonamiento económico.


La exigencia de transparencia en el mundo económico también puede ser aprovechada de manera delictiva. En muchos negocios bien conocidos, la venganza de un ex-empleado despechado o las ambiciones frustradas de un responsable han llevado a sustraer documentos confidenciales y estratégicos. Enviados a la justicia o a los medios, tratan de minar la reputación de la empresa afectada, aunque no beneficie directamente a la competencia. Esta es también una de las trampas de la "inteligencia económica", que está detrás del sencillo espionaje al que se libran algunas empresas. La transparencia no es infinitamente flexible. Debe respetar los principios de la competencia, que no puede existir sin un mínimo de confidencialidad. El principio de eficacia no conduce a hacerlo todo público, a riesgo de perder precisamente su eficacia. De manera muy legítima, la empresa puede mantener en secreto gran número de aspectos de su negocio, sin que se le pueda reprochar.



La presión para hacer pública la información se acrecienta cuando se pasa del estadio de accionariado individual al institucional: fondos de pensiones, fondos de inversión, bancos de inversión, aseguradoras



La transparencia generalizada no está exenta de riesgos


Si la transparencia total no es realizable, ni posible, ni deseable, una cierta transparencia resulta necesaria. Sí a la mayor transparencia pero no seamos naifs. La transparencia generalizada no está exenta de riesgos. El exceso de transparencia puede conducir a una “sobreinformación” o “mala información”, generar frustración respecto a lo que se intenta proteger y puede fragilizar a las empresas que la desarrollan si sus competidores no hacen lo mismo. O sea que es necesario ser transparentes, pero no más que la competencia.


Los poderes públicos utilizan la transparencia a la vez para proteger a los que se consideran en situación de debilidad, dándoles acceso a la información, y para moralizar la economía o luchar contra los comportamientos ilícitos, lo cual permite desvelar los secretos. Por su parte, los consumidores reclaman mayor transparencia. La crisis de las vacas locas fue un ejemplo. Hay que reconocer que esta demanda es muy legítima, particularmente en lo que concierne a los riesgos ligados a algún producto o servicio.


En cualquier caso, las empresas francesas introducen cada vez más la transparencia en su gestión. La transparencia es a la vez para las empresas un elemento de seducción de cara a los consumidores y los inversores y un medio de protegerse del exterior. La comunicación está muy valorada y la información es percibida muy positivamente. Demostrar que se promueve la información, la comunicación y el principio de transparencia promueve la empresa a ojos de sus accionistas, empleados, clientes y proveedores. Esto conduce por ejemplo a que las empresas implementen las recomendaciones sobre buen gobierno, que tienen como finalidad mejorar su funcionamiento con mayor transparencia.


Continuando con la transparencia como herramienta de protección de la empresa, resaltan la situaciones de crisis (accidentes, catástrofes...) que toda empresa está llamada a afrontar. La transparencia permite una gestión inteligente de las crisis. El público debe conocer las causas y las consecuencias del accidente.


Conclusión



Si la transparencia total no es realizable, ni posible, ni deseable, una cierta transparencia resulta necesaria. Sí a la mayor transparencia pero no seamos naifs



La contracción de la esfera del secreto parece ineluctable, lo cual significa que en el dominio de la empresa lo público se irá expandiendo. Esto es resultante a la vez de los desarrollos tecnológicos, de la presión de los mercados, de la evolución de las mentalidades y de los avances legislativos. El sentido de la historia parece ir resueltamente en esta dirección. Pero hay que vigilar para que esto no se haga en detrimento de la empresa. Siempre habrá una parte secreta en la empresa, en el ámbito de las negociaciones comerciales o financieras, y los trabajos preparatorios a la toma de decisiones. Siempre habrá entrelos accionistas y los gestores zonas en las que el secreto es la regla. Habrá entre los dirigentes y los asalariados informaciones que no serán difundidas o divulgadas. Y habrá entre el consumidor y el fabricante una asimetría irreductible de información. Pero todo esto se gestiona. Corresponde a cada empresa definir con la mayor precisión las reglas que se deben respetar estrictamente en este ámbito de la producción y la difusión de informaciones. De este control de la transparencia y el secreto dependerá en buena medida su reputación, su atractivo y su eficacia.


Extractos del libro "L'entreprise entre transparence et secret", Pouvoirs, 2/2001 (n° 97), p. 33-46 http://www.cairn.info/revue-pouvoirs-2001-2-page-33.htm



Denis Kessler es miembro del "Institut" (Académie des sciences morales et politiques), desde enero de 2016



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