martes, 19 de marzo de 2024
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Gotzone Totorica. Periodista

Sostener que algunos de los territorios que integran lo que ahora se denomina España funcionaron según una especie de federalismo que, de hecho, elevaron a política de Estado los Habsburgo y que cambió radicalmente con el acceso al trono de los Borbones, es como menos una "ucronía" (especulación sobre realidades alternativas ficticias en las cuales los hechos se han desarrollado de diferente forma de como los conocemos) como afirma Jaume Reixach en un estupendo artículo en El Triangle

En 1700, a la muerte sin descendencia directa de Carlos II -último monarca de los Habsburgo en España- algunas potencias de la época, como Inglaterra y Austria, no aceptaron que el inmenso imperio español pasara a manos de la misma dinastía que gobernaba en Francia y, junto a Prusia, Holanda y otros Estados menores, acabaron declarando la guerra a Luis XIV de Francia y Felipe V de España. En ella, los ingleses obtuvieron el apoyo de la corona de Aragón, con lo cual el conflicto pasó a denominarse en España "Guerra de Sucesión". Así, más que sujeto, España fue en aquel episodio objeto de una lucha por el poder entre las dos grandes monarquías europeas.
Con la promulgación por Felipe V de los decretos de nueva planta, en 1715, España adoptó un sistema similar al francés, basado en el absolutismo monárquico, en el que la figura de los Reyes quedaba reforzada. Las reformas afectaron a todos los campos de la administración, tanto central como provincial y municipal. Se centralizó la toma de decisiones y la Administración se hizo más dinámica y efectiva. El reforzamiento de la autoridad del Rey conllevó también un enfrentamiento con la Iglesia, no en materia de fe, sino por el control social y la administración de las cosas.
Cuando se anunciaba la victoria de los aliados, los austriacos perdieron el apoyo de Inglaterra y la cosa acabó en 1713 con la paz de Utrech, en la cual Felipe V era reconocido como rey de España a cambio, entre otras cosas, de ceder a Austria territorios como los Países Bajos e Italia y de conceder a Inglaterra ventajas en el comercio con América
¿Que perdimos en 1714?, se pregunta a este propósito Reixach, refiriéndose a Cataluña, donde el nacionalismo ha sacralizado la efeméride. "En síntesis -se responde-, unos fueros medievales que consagraban una sociedad estamental profundamente rígida e injusta. Mitificar a los Austrias como paradigma de una supuesta España confederal, en contraposición a unos Borbones unitaristas y centralistas es una sandez y una estafa. Recordemos que fue un monarca de la casa de Austria, Felipe IV, el que reprimió a sangre y fuego la población de Cataluña en la Guerra de los Segadores y, además, negoció con Francia el infausto Tratado de los Pirineos que supuso la amputación de las comarcas catalanas al norte de la Albera".

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