jueves, 28 de marzo de 2024
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Peru Erroteta

Peru Erroteta. Periodista

Hubo un momento en que Europa se nos aparecía como un sueño realizable, un experimento de concordia y prosperidad. Aquélla percepción, que en el fondo nunca se correspondió con la realidad, ha saltado hecha añicos con la crisis.

Con Franco, España no estaba en Europa. Para los españoles de la época, Europa era un territorio casi utópico, libre, lejano pleno de oportunidades, en el que se vivía mucho mejor y a donde, en consecuencia,se iba a trabajar. El Plan Marshall o el Mercado Común eran cosas que sucedían allí, en Europa, y que nada tenían que ver con nosotros, que no sabíamos bien ni qué lugar ocupábamos en el espacio. Y a pesar de la amistaddel franquismo con el amigo americano y sus aliados, las cosas siguieron así hasta la caída de la dictadura. Hubo que esperar, en fin, hasta 1985, 28 años después del Tratado de Roma, para que la CEE abriera sus puertas a España.

Y a partir de ahí, con una democracia recién estrenada, optimistas e ilusionados, nos embarcamos en la aventura europea con afán constructivo, creyendo en el proyecto, a pesar de que tal cosa conllevaba peajes como la entrada en la OTAN o el desmantelamiento de buena parte del tejido industrial. Pero las cosas eran así y al final del camino parecía esperarnos algo más de felicidad. Un ámbito con más justicia social, servicios públicos de calidad garantizados, ascensores sociales por doquier y consumo sin fin., entre otras cosas buenas.

Se nos vendió Europa como un camino de rosas

Maastrich, Lisboa, Niza, Amsterdam? A golpe de tratado, parecía ir esculpiéndose una Europa sin fisuras, cada vez más perfecta y próxima al ensueño. La verdad es que no era fácil entender el tinglado de competencias, reparto de poderes y procesos de toma de decisiones en aquél novedoso espacio. Se detectaba, eso sí, un déficit inmenso de democracia, primaba el interés económico, parecía haber socios de primera, segunda y hasta tercera, el famoso eje franco-alemán partía el bacalao? Pero, bueno, seguíamos creyendo en un proyecto que se reclamaba de paz, libertades y equidad social. Y Europa, es verdad, nos había ayudado a los españoles a salir de la charca de atraso, aislamiento y complejos en que nos metió el franquismo, y eso contaba mucho.

Entretanto, estalló Mayo del 68, que reivindicaba una vida diferente. En Alemania, Italia, y otros lugares hubo revueltas, en Portugal estalló la Revolución de los claveles y en España se murió Franco y con él su régimen; la guerra de Vietnam movilizó a la juventud progresista de EE.UU. y catalizó los deseos de cambio de toda una generación.

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