jueves, 28 de marzo de 2024
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Redacción

Esa deuda que Alemania tiene aún con Grecia

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Albrecht Ritschl. Profesor de historia económica de la London School of Economics

En una entrevista realizada en noviembre de 2014 por Michael Nevradakis para Okeanws, Albrecht Ritschl explica las deudas de guerra de Alemania y las reparaciones a Grecia tras la segunda guerra mundial. Según él, Alemania es el país mayor defraudador de deuda del siglo XX.

Michael Nevradakis: Mucha gente ignora todo del préstamo que el régimen nazi impuso a Grecia durante la Segunda Guerra mundial. Háganos un resumen del problema.

Albrecht Ritschl: Los elementos esenciales son los siguientes: durante la ocupación, la Alemania forzó a la Banca de Grecia a prestarle dinero, este préstamo forzoso no ha sido reembolsado nunca y es probable que nadie haya tenido nunca la intención de hacerlo. Nos encontramos ante una tentativa de disfrazar, de camuflar, podríamos decir, los costos de la ocupación con el préstamo, que tuvo graves consecuencias. Alimentó la hiperinflación griega, que se desencadenó como consecuencia de la ocupación italiana y, sobre todo, afectó a recursos vitales. Todo lo cual provocó una baja catastrófica de la actividad económica, fortaleció la resistencia griega y desembocó en un conjunto de acontecimientos trágicos y nefastos.

Michael Nevradakis: ¿Los nazis forzaron a otros países ocupados a hacerles préstamos?

Albrecht Ritschl: Sí. Era una forma de actuar muy utilizada. Los nazis instauraron un sistema monetario a interés fijo en los países ocupados, alineando los intereses de cambio con el reichsmark, la divisa alemana de la época, más o menos según su conveniencia. El sistema estaba centralizado en la banca central alemana, el Reichsbank de Berlín, gracias a un sistema de crédito a corto plazo, como cuentas al descubierto -Alemania estaba al descubierto en lo que concernía a los países ocupados- lo que creaba la ilusión de los pagos.

Cuando los oficiales alemanes iban a las fábricas francesas, belgas u holandesas -los tres países de los que Alemania obtuvo gran parte de sus recursos, maquinaria y materias primas- pagaban efectivamente y esos pagos eran sobre todo créditos contra sus cuentas nacionales en el Reichsbank. El préstamo impuesto a Grecia seguía un esquema similar. Como ya he dicho, lo esencial de estos préstamos procedía de Europa del Oeste. Grecia, como consecuencia de su reducida economía, solo representaba una parte de todo esto. Pero, en cualquier caso, sus efectos sobre la economía griega resultaron devastadores.

Michael Nevradakis: ¿Qué ocurrió tras la Segunda guerra mundial en lo que concierne a los préstamos forzados de Grecia y a otros países y, en general, sobre las reparaciones y reembolsos de las deudas de guerra alemanas?

Albrecht Ritschl: Sorprende saber que no ocurrió nada, y la razón es la siguiente: después de la invasión de los Aliados y la caída del régimen nazi, lo primero que hicieron las autoridades de ocupación fue bloquear todas las reivindicaciones al gobierno alemán, en virtud de una ficción jurídica según la cual el gobierno y el Estado alemán no existían. La cuestión era entonces saber que se podría hacer tras la habilitación de nuevas estructuras estatales, a finales de los años 40. El asunto fue muy controvertido ya que muchos gobernantes de Europa del Oeste decían. "Estamos muy contentos de rehacer el comercio y de reanudar las relaciones económicas con la Alemania ocupada y, claro, tenemos pendientes las cuentas que nunca se han liquidado? ¿Y si los alemanes nos entregaran simplemente mercancías para cubrir los déficits de esas cuentas?".

Esto constituyó una gran preocupación para los ocupantes y en particular para los norteamericanos, temerosos de que las zonas ocupadas de Alemania sangraran la economía con un sistema de reembolso de los préstamos de guerra. Ante todo, los americanos estaban interesados en reflotar y relanzar Alemania. Sus inquietudes procedían de la historia de las reparaciones al final de la Primera guerra mundial, cuando se acordó un sistema similar. Entonces, fue un proyecto norteamericano de estabilización de la economía, el plan Dawes, que acabó funcionando del siguiente modo: Alemania pagaba reparaciones a los aliados occidentales y los EE.UU. concedían una ayuda financiera a Alemania. Entre 1924 y 1929 este sistema se descontroló y, de hecho, fueron los EE.UU. quienes pagaron las reparaciones alemanas.

Así las cosas, los norteamericanos, tras la Segunda guerra mundial, temían que este esquema volviera a repetirse y acabaron desviando el asunto mediante un dispositivo ingenioso y un tanto malévolo: cualquier país que deseara recibir ayuda del plan Marshall debería firmar una renuncia a cualquier reclamación financiera contra Alemania. Cosa que no bloqueaba completamente las reclamaciones sino que las posponía hasta el momento en que Alemania cobrara la ayuda recibida del Plan Marshall. En términos técnicos, tal cosa aplazó las reparaciones y las demandas de reembolso hechas a Alemania en un rango inferior al del plan Marshall. Y como todo el mundo quería recibir ayuda del plan Marshall, todo el mundo firmó las renuncias, de mala gana. La situación durante el plan Marshall quedó así: las deudas aún permanecían sobre el papel, pero no valían nada mientras la estuvieran bloqueadas.

Michael Nevradakis: ¿Cuánto debe Alemania a Grecia y a otros países por estas deudas de guerra?

Albrecht Ritschl: La deuda a Grecia era del orden de algo más de 500 millones de reichsmarks, mientras la deuda total con Europa del Oeste fue de unos 30.000 millones. Ahora, no parece muy elevada, pero el tema adquiere pleno sentido si tenemos en cuenta que el montante total equivalía a un tercio del Producto Nacional Bruto de Alemania en 1938, un año antes de que Alemania declarara la Segunda guerra mundial. Y esta no era la única deuda, ya que Alemania manipuló el valor de la deuda gracias al sistema de tipos de cambio que controlaba.

Hay cálculos realizados por funcionarios del gobierno alemán al final de la Segunda Guerra Mundial, aún bajo el régimen nazi, que trataban de rendir cuentas del valor real de la deuda total contraída con la Europa ocupada que llegan a resultados próximos a 80.000 o 90.0000 millones, lo que suponía entre un 85y un 90% del PNB de Alemania en 1938.

Michael Nevradakis: ¿Existe algún medio de cuantificar esta deuda en su valor actual, teniendo en cuenta la inflación y los tipos de cambios de los últimos decenios?

Albrecht Ritschl: Existen muchos modos de hacerlo. Yo he optado por uno según la cual el total de esta deuda -si se toma el PNB de Alemania como medida sin añadir la inflación-, medida en porcentaje del PNB alemán en un año, sería hoy de unos dos billones de euros

Michael Nevradakis: ¿Qué argumentos históricos hace valer Alemania respecto al problema de las deudas de guerra y las reparaciones?

Albrecht Ritschl: Hubo un significativo período provisional con los Acuerdos de Londres sobre la deuda alemana. A principios de 1950, comenzaron negociaciones entre Alemania del Oeste y los países acreedores. Una solución fue hallada -o más bien de nuevo impuesta por los norteamericanos y en cierta medida por los británicos- que tuvo dos efectos. En primer lugar, se agruparon las deudas de guerra y las reparaciones, que no era baladí, y después se manifestaron una serie de intenciones, abiertas a diferentes interpretaciones y que en definitiva venían a decir que se posponía la solución de estos problemas hasta la reunificación de Alemania ¿Por qué estas dos cuestiones eran importantes?.

Respecto al primer punto, si se suman las deudas de guerra y las reparaciones alemanas, todo se mete en el mismo saco. No hay ninguna duda de que Alemania pagó reparaciones considerables en especie tras la Segunda guerra mundial, principalmente a través de las entregas forzadas -que fueron muy importantes para lo que luego se convirtió en Alemania del Este- y la cesión de territorios que ahora forman parte de Polonia y, en menor medida de Rusia. Todo lo cual podríamos denominar reparaciones en especie. Y si se juntan las deudas de guerra y las reparaciones, el balance es menor, ya que las reparaciones en especie fueron considerables. Respecto al segundo punto de intenciones confusas, que posponían la solución de los problemas a después de la reunificación alemana, la cuestión estaba en saber si esta cláusula, el artículo 5 de los acuerdos de Londres, constituiría una obligación tras la reunificación, que efectivamente tuvo lugar en 1990.

En aquel momento, los medios de comunicación hablaron mucho de la success story de la economía alemana, de su responsabilidad presupuestaria, que se compara con la supuesta irresponsabilidad presupuestaria de los países del sur de Europa, como Grecia.

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