viernes, 19 de abril de 2024
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Redacción

La creación de la Euro-tragedia de Grecia

Yannis Karagiannis

Yannis Karagiannis. Profesor de economía política internacional en el IBEI, Barcelona

En abril de 2015, Grecia se mantiene en un estado calamitoso. Urgencia, espanto, impotencia y desesperación son las palabras que mejor definen el ambiente económico, social y político.

A pesar de, y quizás también a causa de, dos rescates masivos por valor de más de 240.000 millones de euros, el gobierno griego todavía no está seguro que puede pagar el próximo mes las pensiones, los salarios y las facturas. La deuda pública se ha disparado a un inaudito 170% del PIB y las perspectivas son poco halagüeñas. Es alarmante que incluso una salida de la zona euro y una devaluación concomitante probablemente no bastarán para revertir esa tendencia. No importa lo drástica que sea la cura de austeridad, no importa que sea tan agresivo el esfuerzo de recaudación de impuestos, y no importa cuán ventajosas sean las condiciones de los préstamos internacionales de rescate financiero en un país destinado a dedicar la totalidad del superávit primario a pagar la deuda, y estar haciéndolo durante décadas. No es de extrañar entonces que cualquiera (las personas) o cualquier cosa (el capital) que puedan emigrar a mejores tierras lo hagan. No es de extrañar, tampoco, que los que se quedan estén enojados.

Las causas de esta situación de pesadilla son relativamente bien conocidas. Por un lado, para la mayoría de la gente las finanzas públicas griegas han sido caóticas desde el restablecimiento de la democracia en 1974. A pesar de la extrema finura de la mayoría de los líderes políticos griegos, la política democrática ha adquirido una forma altamente clientelista. Combinada con altos niveles de corrupción en el sector público (incluyendo la administración tributaria y los servicios de adquisiciones del Ministerio de Defensa) y, sobre todo, con tipos de interés en mínimos históricos desde mediados de la década de los 90, el gasto pública ha ido subiendo, cada vez con mayores lagunas fiscales, hasta acumular oscuros nubarrones sobre los cielos griegos. La deuda pública ha pasado del 17% del PIB en 1973 al 22% en 1980, 50% en 1985, 100% en 1991, 104% en 2001, y el 113% en 2008. O sea, constante y considerablemente más alta que la media de la zona Euro.

Los rescates solo han contribuido a empeorar las cosas:

En cualquier caso, la política griega y la economía no son las únicas cuestiones relevantes. Aunque elevada, en 2008 la deuda pública griega era "sólo" del 113% del PIB. Actualmente está más de 60 puntos por encima de ese nivel. Lo que sucedió entre entonces y ahora se puede resumir en que:

? Había una crisis financiera global que el gobierno socialista griego gestionó mal, aunque que no la creo él
? Ha habido dos paquetes de rescate que, a menos a corto plazo, sólo ha conseguido empeorar las cosas

Como el propio Fondo Monetario Internacional reconoció en un informe publicado en junio de 2013, la llamada "troika" (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) prestaron a Grecia demasiado dinero, a cambio del cual se le impuso un paquete de austeridad demasiado duro. El resultado fue una baja sostenibilidad de la deuda, prolongación del crecimiento negativo, aumento del desempleo, más déficit? Y más preocupante es aún que en el "error", no había ningún tipo de incertidumbre científica o falta de ejecución. Más bien, se debió al deseo de los bancos franceses y alemanes de evitar a toda costa un impago. Habiendo adquirido grandes cantidades de bonos del gobierno griego (sus exposiciones al riesgo fueron aproximadamente de 40 mil millones de euros para los bancos franceses y 25 mil millones para los alemanes), convencieron a sus respectivos gobiernos que una moratoria griega podría provocar un cataclismo en la economía mundial. Aún más nervioso de lo habitual, Sarkozy formó el tándem infame con Merkel, y juntos decidieron una política, cuyo objetivo principal no era la recuperación griega sino evitar la quiebra de Grecia. Así, se prestaron a Grecia cantidades extravagantes (para pagar a los bancos franceses y alemanes), y luego se le pidió que deje de gastar y dedicara todos los ingresos de que aún podría disponer al pago de su deuda nueva.

Como era de esperar, esto enfureció a muchos griegos, que buscaron refugio en las ilusiones reconfortantes del nacionalismo de derechas y de izquierdas. Un país orgulloso tanto de su papel durante la lucha contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial como de no haber caído en el área comunista durante la Guerra Fría, de repente fue testigo de una transferencia masiva de electores hacia opciones ideológicamente radicales. A la derecha, el griego Concentración Popular Ortodoxa (LAOS), Griegos Independientes (ANEL), y el neonazi Amanecer Dorado, obtuvieron resultados significativos y siguen siendo una fuerza amenazadora. A la izquierda, el Partido Comunista volvió a obtener los niveles de apoyo popular, de que gozaban en 1985 y, en enero de 2015, la Eurocomunista (pero también euroescéptica y anti-OTAN) Syriza finalmente obtuvo la mayoría de los votos. Formó, casi sin parpadear, un gobierno de coalición con ANEL.

Alemania se ha convertido en sinónimo de intransigencia

Como era también de esperar, la situación de la economía griega enfureció a muchos periodistas alemanes y por tanto "a las personas normales que pagan impuestos". Focus, una revista alemana con una tirada de alrededor de medio millón de ejemplares, llevó a sus portadas a una Venus de Milo vestida con la bandera griega. Una semana pedía dinero y la siguiente le hacía la higa a los que se lo prestaron. El diario derechista y nacionalista Bild, con seis millones de lectores, también ataca a Grecia. Como consecuencia, la canciller alemana Ángela Merkel con frecuencia aparece un tanto relajada sobre las perspectivas de un (catastrófico para Grecia) "Grexit" de la Eurozona. Mientras Francia parece haberse inclinado por dar cabida a las demandas griegas, Alemania se ha convertido en sinónimo de intransigencia. Para muchos griegos esto resulta aún más sorprendente, dado que las empresas alemanas eran a menudo las beneficiarias directas del pasado despilfarro fiscal griego en obras públicas y del gasto en defensa (Daimler, Deutsche Bahn, Ferrostaal, HDW, Krauss-Maffei Wegmann, Rheinmetall, Siemens, Thyssen-Krupp Marine Systems y otros ámbitos han sido protagonistas de escándalos de miles de millones de euros en el sector público. Hochtief, la constructora más grande de Alemania, ha llevado al cabo proyectos de infraestructura jamás vistos en Grecia, como el nuevo aeropuerto internacional de Atenas.

¿Cómo sucedió todo eso? ¿Por qué se permitió a Grecia entrar en la zona Euro?

Se mencionó anteriormente que la crisis de la deuda griega se debió fundamentalmente a la combinación de cinco factores:

? El estilo clientelista de las políticas griegas, que fomentaron las promesas de gasto
? Los niveles históricamente bajos de los tipos de interés, que permitieron cumplir con las promesas de gasto
? Los altos niveles de corrupción en el sector público, que tanto alimentó las promesas de gasto e inhibió la recaudación de impuestos
? La crisis financiera mundial de 2007 a 2009
? Las "soluciones" en su propio interés implementadas por la troika a partir de 2010

Esto plantea una serie de preguntas legítimas. ¿No era de esperar lo ocurrido? ¿No sabíamos que Grecia no estaba lista para entrar en la zona euro en el año 2000? ¿Qué decía la teoría económica al respecto? ¿Por qué se permitió entrar a Grecia? ¿Por qué Alemania, que ahora parece estar lamentando el "Grentry" tan amargamente, nunca se opuso a que tal cosa sucediera?

Cuestiones de espacio me impiden ofrecer respuestas exhaustivas a todas estas preguntas. Trataré, brevemente, de explicar algo en torno a dos cuestiones que considero importantes:

? Las predicciones de la teoría económica
? Teniendo en cuenta las incertidumbres planteadas por la teoría económica, las razones por las que Alemania pudo haber sido llevada a admitir a Grecia en la zona euro

Formar parte de una unión monetaria puede ser contraproducente

La teoría económica es generalmente escéptica hacia las uniones monetarias de gran tamaño. Por un lado, las uniones monetarias pueden ser buenas para cuestiones como fijar los tipos de cambio. Al eliminar el riesgo de cambio, al hacer la información más transparente y al actuar como señales acerca de la credibilidad de los compromisos de los gobiernos a las políticas coherentes con un cierto orden internacional, promueven el comercio y las inversiones internacionales. En consecuencia, las uniones monetarias hacen que las economías participantes sean más competitivas y eficientes. Con ellas mejoran las perspectivas de crecimiento a largo plazo. Pero hay una advertencia importante. Al adherirse a una unión monetaria, un gobierno nacional renuncia a sus herramientas de política monetaria; es decir, renuncia por ejemplo a la posibilidad de combatir una recesión mediante una devaluación de su moneda y hacer así sus exportaciones más competitivas a nivel internacional. Por tanto, a menos que se cumplan determinadas condiciones, adherirse a una unión monetaria puede tener importantes consecuencias negativas en tiempos de crisis.

Según la teoría de Mundell de las Áreas Monetarias Óptimas (OCA), una unión monetaria puede ser útil si se cumplen una (o más) de las siguientes condiciones:

? Aumento en la movilidad laboral para que los ciudadanos de una economía nacional en recesión puedan emigrar fácilmente a otras economías que no se encuentren en dificultades

? Mecanismo de transferencias fiscales automáticas, mediante el cual una economía nacional en recesión puede beneficiarse de los flujos fiscales procedentes de los países cuyas economías siguen creciendo

? Minimización de que se experimenten perturbaciones asimétricas (un país entra en recesión, mientras los otros no), que se pueden conseguir a través de políticas costos

? Flexibilidad suficiente en los precios (leer, salario), de manera que si un país entra en recesión, mientras que sus socios no lo hacen, los precios (salarios) pueden ajustarse con prontitud a fin de permitir que se gane competitividad internacional.

En la zona euro en general, y Grecia en particular, parece que ninguna de estas condiciones se ha cumplido de forma inequívoca, ni en el momento de la entrada ni ahora. En EE.UU., que están en el límite superior de un OCA, la tasa anual de movilidad laboral entre Estados es del 2,3%; en Europa, es llamativamente inferior. Factores institucionales y lingüísticas explican por qué esto podría ser así y porqué puede ser tan difícil de cambiar a corto y medio plazo.

Las transferencias fiscales automáticas, pueden ser muy eficientes. Sin embargo, ante la insistencia alemana, esas transferencias fueron descartadas legalmente en 1992 mediante la cláusula de "no rescate" del Tratado de la Unión Europea. Pese a los intentos franceses, entonces y ahora, de revisar esa norma, Alemania no parece particularmente interesado en ceder.

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