sábado, 20 de abril de 2024
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Nancy Folbre. Economista

Nancy Folbre. Economista

Aunque confesando su admiración por Piketty, la economista norteamericana Nancy Folbre enuncia tres objeciones ¿Cuál es el impacto de las diferencias entre trabajadores en los conflictos de clase? ¿Qué papel juegan las diferencias según el género? ¿Las desigualdades económicas entre las naciones, o grupos de naciones, no constituyen un problema más importante que las que existen entre los individuos de una nación?

Si hubiera más economistas como Thomas Piketty el mundo sería mejor, aunque resulte difícil decir hasta qué punto sería mejor sin modelo econométrico detallado. Bromeo pero es solo porque querría explicar la historia de mi propia relación, mezcla de amor y de rabia, con la profesión de economista. Me gusta que brillantes economistas como Piketty pongan en evidencia las tendencias en materia de desigualdad de la riqueza y muestren cómo influyen en la evolución del crecimiento económico. Detesto cuando hablan en términos puramente mecánicos, como si la economía fuera un automóvil del cual hubiéramos perdido el control o un GPS que requiere simplemente ser reprogramado.

El libro de Piketty casi escapa a esta crítica porque nos explica cómo podríamos hacernos con el volante. Pero el volante que nos propone -un impuesto mundial y progresivo sobre la riqueza- se nos aparece pequeño y lejano. Es difícil imaginar cómo hacer campaña a favor de tal impuesto y sobre todo de su aplicación. Y si Piketty pone el acento sobre el creciente poder de una pequeña élite de privilegiados, no dice en cambio gran cosa sobre la forma en que ejercen esta influencia.

Su libro dice más sobre el funcionamiento de la máquina que sobre la concepción de su sistema de guía y de sus pilotos. Numerosos economistas de izquierdas han planteado críticas en este sentido. La más razonada de ellas es, a mi juicio, un ensayo de Suresh Naidu publicado en la web "Jacobin", con el título "Capitalism Eats the World" (El capitalismo se come el planeta), que sostiene a este propósito que la propuesta de Piketty "puede resultar factible desde una perspectiva técnica pero sin esperanza desde el punto de vista político".

El poder político determina la fiscalidad y viceversa

El propio modelo de Piketty predice una consolidación al alza de las riquezas y del poder. Sin embargo, como a Suresh, a mí me gusta el libro de Piketty porque socava con eficacia los argumentos que esgrime la corriente dominante de los economistas contra un impuesto sobre el capital. Letanía técnica de afirmaciones según las cuales impuesto de esa naturaleza reduciría la actividad económica y haría bajar el crecimiento. Así con respecto al grueso de los economistas a escala mundial, el modelo teórico que desarrolla es subversivo porque demuestra como los beneficios podrían continuar aumentando en detrimento de los salarios, proceso que podría acabar minando el propio crecimiento, tan apreciado por los especialistas en economía.

Su relato histórico, basado en una investigación empírica convincente, muestra claramente como el poder político ha determinado la política fiscal y viceversa. Pone de manifiesto su respeto a los datos y hace accesibles a cualquiera sus cifras, meticulosamente reunidas y acompañadas de una documentación detallada.

Personalmente, Piketty es todavía mejor que su libro. En una conferencia que pronunció en mi universidad conquisto a su público por su modestia, cualidad que es difícil de encontrar entre los economistas. Provocó risas cuando manifestó su deseo de habilitar un impuesto sobre la riqueza porque así se dispondrían de mejores datos sobre la distribución de la riqueza (los datos más fiables sobre la distribución de las rentas proceden de declaraciones del impuesto sobre la renta, que deben presentar los contribuyentes).

Piketty ha presentado cifras sobre la tasa de crecimiento real, de la que se beneficiaron los más ricos a escala mundial entre 1987 y 2103, para argumentar su afirmación de que cuanto más capital acumulan más rápidamente crece este. Y ha ilustrado este punto comparando los rendimientos obtenidos por las universidades americanas entre 2980 y 2010. Las universidades más prestigiosas, que poseen mayores dotaciones, han obtenido mayores rendimientos que los (como la mía, la Universidad de Massachusetts) de las más pequeñas. Si el capital se coma el mundo o no, parece en todo caso que cuanto más grande es más rápidamente se reproduce.

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