El turismo no es un fenómeno nuevo en Barcelona. Tal como lo conocemos actualmente es uno de los resultados del éxito de la celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 en nuestra ciudad. Aun así, las primeras experiencias y políticas explícitas de promoción de la ciudad para atraer turismo se iniciaron en Barcelona mucho antes, a principios del siglo XX, con la creación de la "Sociedad de Atracción de Forasteros" en 1908.
Los Juegos Olímpicos fueron una excusa para impulsar una gran transformación de nuestra ciudad. Seguían una estela muy clara que habían marcado otros grandes eventos internacionales como las Exposiciones Universales de 1888 y 1929, que transformaron y modernizaron nuestra ciudad. Poniendo al día las infraestructuras, embelleciendo la ciudad y generando nuevas oportunidades de generación de actividad económica y de creación de empleo.
Para aprovechar el impacto de los Juegos Olímpicos y la proyección internacional de Barcelona, se constituyó en 1993 el "Consorcio Turismo de Barcelona" con el objetivo de promover Barcelona como una ciudad turística. La creación de este Consorcio es fruto de un gran acuerdo público-privado que cuenta con la participación y la implicación de la administración local y los principales agentes económicos de la ciudad relacionados con el turismo.
El gran éxito del turismo vivido por nuestra ciudad no puede desvincularse de su contexto internacional. En el último cuarto de siglo el turismo ha sufrido una explosión a nivel internacional y se está convirtiendo en una de las mayores industrias de más crecimiento. Se habla que emplea a una de cada doce personas a nivel mundial y que produce 6,5 trillones de dólares de la economía global. En Barcelona el turismo produce más del 12% del PIB de la ciudad, 13.400 millones de euros anuales, y da empleo a 120.000 personas aproximadamente.
Una actividad empresarial
El turismo es una actividad empresarial que tiene necesariamente un fuerte impacto en las ciudades, los territorios, el medio ambiente y la conservación el patrimonio arquitectónico y cultural. En 2007 es cuando se detectan los primeros síntomas de las externalidades negativas que puede producir el turismo en ciertas áreas y atracciones turísticas de nuestra ciudad. De todos modos son mayoría los ciudadanos que consideran el turismo como una actividad beneficiosa para Barcelona.
Un estudio reciente de la Universidad de Girona (2013) indica que visitan Barcelona anualmente unos 27 millones de personas, en una ciudad de 1,6 millones de habitantes. La mitad (13,5 millones) pernoctan en nuestra ciudad, i la otra mitad solo nos visita de día procedentes de otros municipios de Catalunya o turistas alojados en localidades cercanas a nuestra ciudad. Cabe destacar que el 80% de los turistas que visitan nuestra ciudad son extranjeros.
La actividad turística es muy relevante para la vida y la economía de nuestra ciudad, pero es evidente que puede comportar tanto externalidades positivas como negativas. Entre las positivas, la creación de actividad económica y empleo, la proyección internacional de la ciudad, mejora de las infraestructuras y los servicios vinculados al ocio, la cultura y el comercio. Entre las negativas, la masificación y concentración de personas en zonas muy delimitadas, la pérdida de identidad y autenticidad en algunos espacios, la aparición de actividad económica sumergida y una conflictividad potencial relacionada con el incivismo y la convivencia.
La atracción y concentración de un número tan elevado de población flotante en determinados ámbitos de nuestra ciudad, así como su impacto en la oferta comercial, de ocio o alojamiento, requiere de unas herramientas de gestión reforzadas. Fruto de esta necesidad, en Barcelona iniciamos un proceso de reflexión que se concretó en la elaboración del primer Plan Estratégico de Turismo de la Ciudad de Barcelona (2010-2015).
El Plan Estratégico identificó por primera vez los principales retos a que se enfrenta el turismo en nuestra ciudad. Por un lado, desconcentrar la oferta y la actividad turística e iniciar un proceso de complicidad por parte de la ciudadanía y las instituciones para mejorar la percepción del turismo. Por el otro, incrementar el valor y la competitividad de la oferta turística de nuestra ciudad, bajo el liderazgo de un nuevo modelo de gestión que gobierne el impacto económico, social, ambiental y ciudadano del turismo en Barcelona.
