viernes, 19 de abril de 2024
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Redacción

Los mitos del TTIP y las alternativas ecosociales ?

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A pesar de no haberse implementado todavía, el tratado de libre comercio que están negociando Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP) es ya una reliquia de la teoría económica dominante. Con él tratan de vendernos que la globalización es el fin de la historia, que la competencia es el modo más eficiente de organizar una economía y que para generar bienestar y empleo, hay que crecer. Bien, estos tres dogmas son sencillamente erróneos y por tanto, el problema del TTIP no es de matiz, es de raíz. El TTIP va en dirección opuesta a las demandas de la mayoría de la sociedad. Repasemos pues los principales mitos del TTIP y presentemos las alternativas ecosociales hacia un modelo económico basado en, por qué no, una cooperación transatlántica posible, justa y sostenible.

A pesar de no haberse implementado todavía, el tratado de libre comercio que están negociando Estados Unidos y la Unión Europea (TTIP) es ya una reliquia de la teoría económica dominante. Con él tratan de vendernos que la globalización es el fin de la historia, que la competencia es el modo más eficiente de organizar una economía y que para generar bienestar y empleo, hay que crecer. Bien, estos tres dogmas son sencillamente erróneos y por tanto, el problema del TTIP no es de matiz, es de raíz. El TTIP va en dirección opuesta a las demandas de la mayoría de la sociedad. Repasemos pues los principales mitos del TTIP y presentemos las alternativas ecosociales hacia un modelo económico basado en, por qué no, una cooperación transatlántica posible, justa y sostenible.?

Mito 1: La globalización es el fin de la historia
La globalización actual no es otra cosa que una extraordinaria acumulación energética (y sus consiguientes emisiones de CO2) para que una minoría de la humanidad pueda producir y consumir cada vez más, en un mundo convertido en mercado global. Pues bien, como explica hasta el Papa Francisco en su encíclica "Laudato Sí", esa globalización se ha terminado: además de por la necesaria solidaridad, es que no hay más energía fósil barata, ni atmósfera suficiente para tanta depredación.

Sin embargo, parece que los promotores del TTIP viven en una dimensión paralela completamente alejada de la realidad energética y material que vivimos. Teniendo como único horizonte el Business As Usual, es decir que siga adelante el sistema actual, con las mismas pautas que las que nos han traído hasta aquí, el TTIP quiere pisar el acelerador de la globalización fósil y depredadora :?

  • Terminar con cualquier restricción para las exportaciones de "bienes energéticos", dando de nuevo prioridad a las energías más sucias y contaminantes del pasado como el carbón, el petróleo o el gas (artículo C2 del borrador de la Comisión Europea de septiembre del 2013).

  • Facilitar la exploración y explotación de hidrocarburos por parte de las multinacionales en EEUU y la UE, abriendo la puerta al fracking y sus desastrosas consecuencias sobre el medio ambiente y el clima (artículo H).

  • Imposibilitar que cualquier país adopte medidas que privilegien saberes, tecnologías o empresas locales, poniendo freno de esta manera al desarrollo de las energías renovables. El artículo O del TTIP indica, por ejemplo, que los países "no deben adoptar ni mantener medidas que prevén 'exigencias de localidad'".

  • La propia Comisión Europea ha reconocido que el TTIP supondrá -al fomentar el transporte transatlántico- un aumento de las emisiones de CO2. Es decir, una política totalmente contraria a los objetivos de una reducción del 40% de emisiones de cara a 2030 y COP21, la gran cumbre climática de París en diciembre 2015.?

Frente a esta irresponsable "estrategia Titanic", una estrategia sensata, es decir menos energívora y contaminante, pasa por la relocalización de gran parte del comercio y de nuestras economías. Nuestro futuro y el de nuestros hijos e hijas no invita a construir "circuitos cortos" que nos permitan, en la mayor medida posible, consumir localmente la energía y los alimentos que producimos localmente y sin tantos intermediarios, y dar más espacio a la autoproducción y al autoconsumo. Dentro de una red cooperativa global (véase punto siguiente), hablamos de una economía que echa raíces en lo local, privilegia productos de calidad y con fuerte valor añadido ecológico y social, construye comunidad desde abajo y acerca las decisiones productivas y de consumo a la gente de a pie. In fine, una economía más humana, más sostenible y más democrática.?

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